LA ARGENTINA AL CABO DE 70 AÑOS DE F-1.

Nuestro país, supo ocupar lugares en la cúspide de la «Máxima», con Juan Manuel Fangio como el referente indiscutido y fenomenal, uno de los más grandes pilotos de todos los tiempos. Y además del Chueco, Argentina tuvo representantes que también brillaron y colocaron al país en la consideración mundial incluso, más allá del automovilismo.

Froilán González, en Silverstone 1951 (GP de Gran Bretaña), fue el primer piloto en ganar con Ferrari en F-1. En las siete décadas de F-1, también supimos contar con dos subcampeones como Froilán González y Carlos Alberto Reutemann, pilares excluyentes del deporte motor argentino y en el mundo que, aún pese al paso del tiempo, «Pepe» (fallecido en 2013) y el Lole con 78 años, han mantenido alto el prestigio y reconocimientos alcanzados. También entusiastas, talentosos, con muchos esfuerzos y hasta algunos bon vivant argentinos, también corrieron en F-1. El necochense Benedicto Campos corrió en los años previos al comienzo del Mundial pero nunca largó un Gran Premio puntuable. Algo que, ya en pleno Mundial, tampoco lograron Alfredo Pián (se accidentó en la clasificación de Mónaco 1950) y Alberto Crespo (no pudo clasificar en Italia 1952). Si, lo consiguieron Pablo Birger, Roberto Bonomi y Onofre Marímón. Este último , hijo de Domingo, el ganador de la Buenos Aires -Caracas de TC, aportó la nota trágica, con su muerte en los entrenamientos del Gran Premio de Alemania 1954 en Nurburgring.

No hay que dejar de mencionar a uno de los brillantes deportistas que dio el país, Carlos Menditeguy. Charlie, play boy y aristócrata, excepcional conductor, debutó con un Gordini en Buenos Aires en 1953, y alcanzó su mejor actuación en el Gran Premio de Argentina en 1957 cuando llegó tercero.También se anotaron en esta lista Clemar Bucci (1954-1955), Jorge Daponte (1954), Roberto Mieres (1953-1955), Jesús Iglesias (1955), Alejandro de Tomaso (1957-59), Alberto Rodriguez Larreta «Larry», otro eximio piloto corrió en 1960 y antes Adolfo Schwelm-Cruz en 1953, en algunos casos, los mencionados con participaciones esporádicas. Otro de los corredores argentinos que pasó brevemente por la Fórmula 1 fue Nasif Estéfano (campeón post mortem de Turismo Carretera en 1973). Participó en 1960 en el gran premio argentino; más tarde intentó correr en Europa pero no lo consiguió.

Antes del comienzo del Mundial de F1, en 1950, hubo una etapa en que los nuestros también enfrentaron y triunfaron ante los «top» de aquellas épocas. Imposible olvidar el 6 de febrero de 1949, cuando el recordado Oscar Gálvez sobre el Alfa Romeo, venció a los europeos bajo la lluvia en el circuito de Palermo (denominado por el gobierno porteño años atrás como Paseo Juan Manuel Fangio, vaya paradoja). Fue esa carrera en el verano, la que marcó el fervor y pasión que se acentuaría por las carreras de autos en la Argentina. Años más tarde, el Aguilucho se dio el gusto de correr una carrera puntuable; ocurrió en 1953 en autódromo porteño, denominado por entonces «17 de Octubre». Condujo una Maserati y llegó quinto detrás de Alberto Ascari, Luigi Villoresi, Froilán González y Mike Hawthorn. Dos años antes, en 1951, Fangio había ganado su primer título de campeón del mundo a bordo de un Alfa Romeo, comenzando un etapa casi inigualable. Como se sabe, entre 1954 y 1957, el Chueco hilvanaría cuatro títulos más con Mercedes Benz, Ferrari y Maserati.

Antes te hablamos de Reutemann, el santafesino fue el argentino que más alto llegó a la Fórmula 1 luego de Fangio. Entre 1972 y 1982 corrió con Brabham, Lotus, Ferrari y Williams, equipos de los más importantes y poderosos por esos años. En 1981 quedaría a las puertas de alcanzar el merecido campeonato del mundo en la última fecha, el GP de Las Vegas, llevado a cabo en el circuito diagramado en las playas de estacionamientos de los fastuosos hoteles como el Caesar´s Palace de la famosa ciudad del medio oeste norteamericano. Lole en el Williams, luego de una temporada tensionante por el complicado clima interno en el equipo de Frank Williams, con el australiano Alan Jones (era el campeón vigente) como compañero, vivió la gran frustración de su vida al perder la corona apenas por un punto ante el brasileño Nélson Piquet en el Brabham. Reutemann había debutado en Fórmula 1 en 1972, en el equipo Brabham, y se retiró en marzo de 1982 en Brasil sobre un Williams.

Contemporáneo de Reutemann, Ricardo Zunino resultó otro de los nuestros que consiguieron correr en F-1; el sanjuanino lo hizo con Brabham y luego con un Tyrrell entre 1979 y 1981, en tanto que el de Granadero Baigorría, Santa Fe, Oscar Larrauri alcanzó al menos luego de años de correr en el exterior y lucirse pese a no contar con respaldos económicos, formar parte de la grilla de F-1. Se le dio entre 1988-1989 y le tocó lidiar con un poco competitivo EuroBrun-Cosworth, del equipo de quien supo ser su principal apoyo: Walter Brun. Sobre ese auto pudo correr sólo en siete carreras, haciendo la salvedad que en esas temporadas había preclasificaciones y clasificaciones eliminatorias debido a la cantidad de autos existentes, lo que le obstaculizó aún más a Poppy tomar parte de más Grandes Premios. A su vez, Miguel Angel Guerra en 1981, tuvo un paso más que fugaz. Apenas logró correr 400 metros en el Gran Premio de San Marino con el Osella producto de un accidente que le produjo una lesión en un tobillo que lo marginaría.

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Los últimos argentinos que formaron parte de la elite de la F-1, resultaron Norberto Fontana, Esteban Tuero y Gastón Mazzacane. El Gigante de Arrecifes, tras un paso arrollador por las fórmulas promocionales, campeón de Fórmula Ford Suiza y Fórmula 3 alemana, fue elegido como piloto tester del equipo Sauber. Con un auto del suizo Peter Sauber, debido a una lesión sufrida por el titular, el italiano Gianni Morbidelli, debutó en el Gran Premio de Francia en el circuito de Magny Cours en 1997. Norberto conseguiría correr sólo en cuatro ocasiones esa temporada; transcurrido el tiempo, estuvo a punto de firmar con Ken Tyrrell, pero luego de controversias y diferencias que dieron mucho que hablar, no pudo hacerlo.

Tuero, «Tuerito», en 1998, muy joven a los 19 años, producto de intensas gestiones y negociaciones, arribó a la «Máxima» para subirse a un Minardi-Cosworth. Su mejor actuación fue en Imola, Italia, donde alcanzó el octavo puesto. Al cabo de su estancia corta en la categoría (1998), sorprendió al mundo automovilístico, al anunciar que dejaba de correr en F-1 por una decisión personal que lo llevó a retornar a la Argentina, y reinsertarse en su caso en el TC 2000 en el equipo oficial Volkswagen que comandaba Guillermo «Yoyo» Maldonado para manejar uno de los Polo.

La presencia de argentinos culminó con Gastón Mazzacane. Entró en el 2000 a Minardi producto de apoyos privados conseguidos en nuestro país; el mejor resultado obtenido por el platense fue un octavo puesto en el Nurburgring alemán. Al año siguiente pasó al equipo de Alain Prost, con el que no completó la temporada y sólo corrió las cuatro primeras fechas.. En total acumuló 21 participaciones. Gastón luego hizo apariciones esporádicas en otras categorías internacionales, hasta que de regreso al país, y también transcurrido el tiempo, comenzó a correr en Top Race hasta que se sumó al Turismo Carretera donde continúa en la actualidad.

Desde entonces se han sucedido reiterados intentos personales, privados, para catapultar a jóvenes promesas a modo de apuntar a que consiguieran
devolver a un argentino a la cima del automovilismo mundial José María Lopez fue el que estuvo más cerca con el frustrado proyecto del US F 1 en el 2010 No ha sido posible, y por eso los nuevos intentos suenan a utopías…

Foto portada:

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