LA ESTRATEGIA NO ES NOVEDAD, Y ESTABA AL CAER LA DECISIÓN.

Como en los tiempos del anterior gobierno kirchnerista en el que Guillermo Moreno ostentaba poder y fijaba reglas desde la secretaria de comercio, en lo atinente a las terminales automotrices y representantes/importadores de marcas extranjeras, van a tener que someterse otra vez a los cupos para traer vehículos al país, con cuotas que ha de fijar el actual gobierno nacional, si bien se resiste a denominar como «cupos» a la operatoria inminente.

Desde hace unos dos meses, el ingreso al país de unidades provenientes desde Brasil en su gran mayoría, y de otros países del mundo, se encuentra congelado y los autos duermen en los depósitos fiscales de la Aduana, al no emitirse las ordenes de liberación para que ingresen al país y luego de los pasos burocráticos fijados, sean nacionalizados y comiencen a ser comercializados a través de concesionarios de las marcas. La razón del bloqueo impuesto por el gobierno radica en la escasez de dólares que preocupa a las autoridades, que incluso ha llevado a que trascendiera con fuerza la posible prohibición para comprar los 200 dólares mensuales a los que pueden acceder argentinos, como una forma de proteger sus dineros; número que desde inicios de pasó desde los 800 mil a alrededor de 6 millones cada 30 días, medida sobre la cual el presidente Alberto Fernández no avanzó.

Con la fijación de unidades provenientes de otros países, se pretende alcanzar el objetivo de evitar o al menos atenuar la salida de la verde moneda, que ha caído en materia de reservas hablándose que habría en el Banco Central «nada más» que 5000 millones de libre disponibilidad en carácter de reservas.

Así como en la etapa anterior del gobierno presidido por Cristina Fernández, los cupos establecidos se supieron compensar por parte de terminales y empresas con exportaciones de vinos, aceites, granos; en la actual situación va a variar. En aquella oportunidad, la estrategia no dio los frutos buscados, ya que la salida de divisas no se vio contenida y a su vez, generó confusión y vaivenes que complicaron a las empresas y al mercado automotor nacional, padeciéndose a su vez la falta de oferta de muchos modelos que interesan a la mayor cantidad de usuarios en nuestro país.

Serían definidas dos grupos de empresas: terminales automotrices con fábricas radicadas en la Argentinas, las que tendrán que presentar al gobierno planes de inversiones, detalles de producción a futuro, porcentaje de piezas provistas por proveedores nacionales, y las compañías que mueven más el mercado en materia de ventas, deberían agregar planes para optimizar aspectos productivos. También van a tener que hacer saber al gobierno, estimaciones de partes a importar y de las exportaciones de partes y vehículos producidos a exportar. Una vez cumplidos los requisitos, el gobierno autorizará la cuota para importar vehículos.

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Y por otro lado, los importadores, que no cuentan con plantas para producir en el país, que recibirían un cupo fijo, a calcularse en función a las ventas registradas en los últimos años. Vale acotar que el mercado total que cubre marcas representadas por importadores, ocupa el 3%.

Dios proveerá.

Foto apertura: cortesía El Portal de Zárate.

 

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