“ESTE PETERHANSEL ES COMO ORTELLI, NO BRILLA PERO SIEMPRE GANA…”

No fue para despreciar al reflexión que Visión escuchó en el privilegiado grupo de espectadores que, entre el público (menor cantidad que en otras ocasiones) que recibió al Dakar en Buenos Aires, tuvo la suerte  de ver de cerca la coronación de los ganadores del Dakar 2017 en la rampa instalada frente a la sede central del Automóvil Club Argentino. A propósito, no se vio a ninguna autoridad importante de la entidad que representa al automovilismo argentino en el mundo,  en la llegada en las puertas de su casa de una de las carreras internacionales más trascendentes. “No querían estar muy cercanos a una carrera como el Dakar, que la Federación Internacional del Automovilismo (FIA) no mira con mucho agrado” , se escuchó decir como explicación. ¿Y entonces por qué e se hizo la llegada justo frente al ACA. “Órdenes superiores”,  respondió el amigo de VA antes de buscar un buen lugar entre tantas vallas de contención.

El festejo de Peterhansel en la rampa, compartido con Jean Paul Cottret, su navegante desde hace años y una pieza clave en sus múltiples éxitos en el Dakar.

Volviendo a  la frase del comienzo, obviamente hay que salvar todas las distancias para encontrar puntos coincidentes entre el Guille de Salto, séptuple campeón de Turismo Carretera  y este francés de 51 años, flamante hepta ganador del Dakar en autos. Un mérito al que Stephane sumó sus anteriores seis triunfos en motos en la exigente y legendaria carrera, lo que elevó su haber tota al ¡13 victorias! Un récord que será inalcanzable por un largo tiempo. De los pilotos vigentes el más cercano es Cyryl Despres, con cinco éxitos de las épocas en que corría en motos. Hace tres años se pasó a los autos e integra el poderoso equipo Peugeot Total. Va progresando como lo demostró el tercer lugar que detrás de Peterhansel y Loeb, completó el podio a todo Peugeot.

Seguramente la analogía de Ortelli con Peterhansel  bosquejada por el hincha que viendo al Dakar no olvidaba al TC, pasó por ese estilos conductivo que expresado en ámbitos tan diferentes, como las pistas y los caminos, y con vehículos  tan disímiles como el Chevrolet de TC y esa Bestia, el Peugeot 3008 DKR, coinciden en priorizar la regularidad y efectividad por sobre la espectacularidad. También en saber cómo encarar cada dificultad sin perder la calma. Así suelen salir adelante, estar siempre a la expectativa y en el momento justo dar la estocada final precisa para concretar el objetivo del triunfo.

Sobre un rendidor Peugeot 3008 DKR, Peterhansel aplicó toda su capacidad y experiencia para doblegar a Sebastien Loeb, su jerarquizado compañero.

Ya en función específica de Peterhansel, el escritor español Marcos Pereda  lo comparó recientemente con la arena, ese terreno donde Stephane maneja y se maneja con tanta  comodidad y que fue el escenario donde cimentó su leyenda en el Dakar.”La arena no es violenta, ni agresiva, pero desgasta poco a poco y nada se le puede oponer”, señaló Pereda en una comparación que le cayó justa al estilo conductivo Peterhansel.  Porque el francés no es agresivo, ni violento con sus rivales, pero siempre está ahí con su presencia cercana y amenazante para desgastarlos y ser  irresistible a la hora de las definiciones. Así fue en anteriores Dakar con Nani Roma Carlos Sainz, Nasser Al Attiyah, y así fue este año con una figura del talento  supremo de Sebastien Loeb. Así Peterhansel aplicó su receta en este Dakar 2017, para hacerle frente a la ansiedad y ambición de Sebastien de ganar, y a la  mayor potencia que tenía el Peugeot del múltiple campeón mundial de rally.

Y no hubo anda que hacer. Ni siquiera una probable orden para potenciar un triunfo de Loeb,  que marquetineramente le hubiese cerrado más a la marca francesa, pudo esta vez con este Stephane Peterhansel tranquilo, metódico, preciso e irresistible, Un verdadero Monsieur Dakar.

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Por Miguel Sebastián

Fotos: Mónica Paz

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