EL EMBLEMA DEL CHEVITÚ.

Fue una de las figuras del automovilismo argentino de los ‘60 y principios de los ‘70. Una época de circuitos y autódromos desbordantes de público, de variedad y cantidad de ídolos. De un automovilismo que ocupaba grandes espacios en los medios de comunicación. Otra época.

Una época con figuras del nivel de Juan Manuel Bordeu, los hermanos Emiliozzi, Carlos Pairetti, Gastón Perkins, Carlos Marincovich, Luis Di Palma, Carlos Reutemann, Francisco Mayorga, Eduardo Copello, Héctor Gradassi, Nasif Estéfano, Eduardo Rodríguez Canedo, Néstor García Veiga.

Junto al Torino nº2 que compartió en Nurburgring, y con periodista Walter Marzano. Cupeiro en una de las ultimas apariciones públicas en la expo de pinturas sobre automovilismo efectuada hace poco en el Paseo Fangio en los bosques de Palermo.

Nacido en Capital Federal, el 15 de octubre de 1937, Jorge Cupeiro se destacó entre todos ellos por su fino manejo, y una versatilidad que su puso de manifiesto sobre los autos luego de una extensa campaña con las motos. Sus 41 triunfos abarcaron categorías disímiles como el Turismo en sus distintas etapas (Standard, Anexo J, Mejorado), los Sport, la Mecánica Argentina Fórmula 1, el Turismo Carretera y los Sport Prototipos argentinos  Paradójicamente sólo fue campeón en la Mecánica Argentina Fórmula 1 en 1971, gracias a su tercera victoria (también venció en 1966 y 1970) en las 500 Millas de Rafaela. Su campaña plena se prolongó hasta 1973, cuando corrió en TC con un Dodge; Olavarría fue su última carrera.

Jorge en su etapa final como corredor en una foto muy poco conocida, junto al Datsun del incipiente Club Argentino de Pilotos en 1982. (Foto gentileza Alejandro de Brito).

Hubo un fugaz retorno en 1982, para impulsar el naciente Club Argentino de Pilotos de los Datsun 280 en el que dio el puntapié inicial Carlos Pairetti. Por entonces ya estaba dedicado a la comercialización e importación de autos y motos, actividad a la que se dedicó a pleno desde su conocido local en Vicente López sobre la Avenida Libertador,  en los años posteriores a su retiro definitivo. También desde mediados de 2019 era presidente honorario de la Asociación Argentina de Volantes. 

Por encima de los datos, el nombre de Jorge Cupeiro quedó unido en la historia del TC con el de un auto referente como pocos: el Chevitú. Al auto, una derivación del Chevrolet Nova americano, el tan conocido Chevrolet 400 en nuestro país llegó gracias a su relación estrecha con Froilán González. La asociación comenzó a mediados de los 60, junto con la aparición de los primeros Ford Falcon, una revolución técnica en el TC que pocos años más tarde completaron los Torino, y terminaron con el largo reinado de las cupecitas.

Elegido por Froilán González para correr el revolucionario Chevitú Cupeiro no defraudó y desde las primeras carreras se hizo notar en el TC y provocó una verdadera «revolución». Muchos a favor y otros tantos, en contra de la llegada de semejante «intruso».
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“Los tradicionalistas no nos recibieron muy bien”, contaba el Gallego, apodo con el que lo identificó el ambiente, cada vez que recordaba las piedras que le arrojaban los que se aferraban a        a las cupecitas al paso del Chevitú por aquellos circuitos ruteros, mezcla de asfalto y tierra. Esa resistencia no detuvo a Pepe Froilán González ni al Gallego, en ese camino de avanzada que tuvo su primer gran satisfacción con la victoria lograda el 13 de marzo de 1965 en el actual Autódromo de Buenos Aires, como se llamaba por entonces el actual Oscar y Juan Gálvez.

Juan María Traverso, presidente de la Asociación Argentina de Volantes (AAV), encabezó el agasajó a Jorge Cupeiro en 2019, en una reunión donde se lo designó presidente honorario de la entidad que nuclea a los pilotos en el país (Foto AAV).

En el plano internacional, su nombre fue indiscutido en las convocatorias argentinas para las recordadas y multitudinarias Temporadas Internacionales de Fórmula 3 en la Argentina de mediados de los ´’60 con carreras puntos como Mar del Plata, Rosario, entre otros. Una presencia que fugazmente se extendió en Europa de la mano del equipo argentino creado por la revista Automundo. También participó en 1969 en la Misión Argentina en las 84 Horas de Nurburgring con los Torino. compartió el Toro número 2 (abandonó por un despiste) con Eduardo Rodríguez Canedo y Gastón Perkins. Sus últimos destellos internacionales se dieron en los 1000 Km de Buenos Aires a principios de lo ’70. En la edición 1971 compartió un Lola con el sueco Ronnie Peterson y terminaron 12°, fue un 10 de enero de 1971. Medio siglo antes de la misma  fecha en la que con 83 años Jorge Cupeiro se convirtió en un cálido recuerdo.

 

Fotos: gentileza programa P1 (portada), Walter Marzano e historiatc

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