EL RECUERDO DE PEDRO RODRÍGUEZ. Por Miguel Sebastián. Como fiel representante de la raza azteca, Pedro Rodríguez era temperamental, aguerrido y corajudo, además de un tremendo velocista sobre cualquier auto de carrera. Tal vez no te diga mucho este nombre si no pasaste la frontera de las cuatro décadas de vida o si no recorriste la historia del automovilismo internacional durante los 60 y 70. Años donde este mexicano, nacido en el Distrito Federal el 18 de enero de 1940, fue una gran figura, especialmente sobre autos Sport aunque no desentonó en la Fórmula 1. Si te gustan los pilotos de razas, esos que cada vez pierden más terreno ante veloces choferes marquetineros, empezarás a tenerlo en cuenta después de lo que te vamos a contar.

Pedro Rodríguez es hasta ahora el único mexicano ganador en F1.

Cada vez que salimos a pista, este pequeño bastardo trata de matarme. Por supuesto que exageraba Jo Siffert en sus quejas a David Yorke, director del equipo Porsche en las épocas del monstruoso modelo 917, pero la expresión del suizo, la otra gran figura de los SP en esos años, era la que mejor reflejaba el estilo de conducción temerario y arriesgado que tenía este mexicano hijo de constructor de obras que para muchos también fue un integrante del servicio secreto de inteligencia azteca. Ese voraz espíritu competitivo de Pedro, acompañado por una gran cuota de efectividad como lo probaron sus múltiples victorias, lo tenía bien presente Siffert luego que el mexicano le porfiara en el Spa belga el ingreso a la Eau Rouge la curva más difícil del mundo, o que en Brands Hatch mantuviera un duelo rueda a rueda a 250 km/h. Y eso que eran compañero… Una tremenda ambición competitiva que poco y nada tenía que ver con el hombre de buen vestir, buen comer y afecto a las compañías femeninas que era Rodríguez cuando no competía. Si hasta tenía chofer porque no le gustaba manejar en las calles y rutas.
¿Por qué nadie le dijo a Pedro que estaba lloviendo? preguntó asombrado Chris Amon al término de los 1.000 Km de Brands Hatch de 1970 y luego de la paliza que bajo la lluvia les dio Rodríguez en una pista inundada. Sutil e irónicamente reconocía el nivel superior en el que andaba Pedro bajo la lluvia que para la ambición competitiva del mexicano parecía no ser un límite. Por el contrario potenciaba su capacidad y coraje, y esto lo convertía en casi imbatible. Sólo Jacky Ickx, otro maestro bajo el agua, pudo derrotarlo. Días antes de su muerte, Rodríguez brindó la última demostración bajo un diluvio al ganar los 1.000 km de Austria, manejando durante 940 km.

Nadie como Rodríguez supo llevar fuerte y con efectividad al Porsche 917, uno de los autos más difíciles de manejar.

Sin ser un elegido, como Clark y Stewart lo fueron en sus tiempos, Rodríguez fue un piloto que perfeccionó su capacidad y coraje natural para andar rápido con el aprendizaje y la experiencia adquiridos durante una década de correr sobre todo tipo de autos y casi todos los fines de semana. Esto lo destacó Juan Manuel Fangio, en la primera de las tres veces que Pedro pasó por Argentina. Fue en 1968 para la temporada de Fórmula 2, donde compartió el equipo de Ron Harris con Carlos Reutemann y Carlos Marincovich, ganadores de la selección que para esas dos butacas se realizó con los mejores pilotos argentinos del momento. Rodríguez hizo buenas migas con Marincovich, que aún recuerda que, cabulero como era, el mexicano le aconsejó cambiar su casco amarillo, y también que en Nurburgring 1970 se ofreció para conseguirle un lugar en el equipo Porsche.

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Un fin de semana sin carreras es como una tortura decía Rodríguez. Aquel domingo 11 de julio de 1971 tenía en blanco su agenda de carreras y por eso aceptó la invitación para conocer su nueva casa que le hizo Jo Ramírez, el compatriota que ya por entonces era un reconocido mecánico en Europa. Todo cambió al recibir un ofrecimiento para correr en Norisring, Alemania, las 200 Millas de Interserie, una categoría Sport de menor nivel que el Mundial. El motor del BRM Can Am ofrecido no estuvo listo, pero como los organizadores ya lo habían anunciado le consiguieron una Ferrari 512 M de Herbert Muller que Steve McQueen usó en la película Las 24 Horas de Le Mans. Rodríguez pidió un extra de 5.000 dólares y se lo dieron. Cómodo líder de la carrera, en la vuelta 12 se encontró con el Porsche del rezagado Kurt Hil, un novato piloto alemán, que no hizo caso a la bandera de sobrepaso y lo complicó cuando Pedro intentó pasarlo a unos 220 km/h. Se descontroló la Ferrari y golpeó con la base de un puente para volver a la pista envuelta en llamas. Con varias fracturas y quemaduras la agonía de Pedro duró una hora. Desde ese día, México busca su sucesor en el automovilismo mundial. Desde aquel día Pedro está nuevamente junto a su hermano Ricardo, con quien empezó a correr desde muy joven y a quien había visto morir en una pista cuando con sólo 20 años ya se estaba destacando en la Fórmula 1. Para recordarlos, el Autódromo mexicano cambió su nombre de Magdalena Mixhuca por el de Hermanos Rodríguez.

Casi una década después de la muerte de Pedro Rodríguez, el mismo David Yorke que escuchaba las quejas de Siffert, tuvo un particular recuerdo y reconocimiento hacia el mexicano, en el elogio a lo fuerte y consistente que bajo la lluvia andaba un jovencito durante unas pruebas en Silverstone. Maneja como un nuevo Pedro Rodríguez sentenció. ¿Sabés quién era ese jovencito? Ayrton Senna

¿Te quedó claro quien fue Pedro Rodríguez..?

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2 COMENTARIOS

  1. Un pilotazo!. uno de los grandes de esa epoca, ese autgomovilismo tenia algo que le falta al de ahora, excelente el articulo

  2. las estadisticas son para los poledticos y sus dsscurios. pero si hay ruido algo sucede detras de la lednea. la lectura no se ensef1a, se contagia y mejor aun cuando viene de alguien que te la muestra de manera desinteresada. la lectura gratis no se acostumbra en los salones de clases. si el pape1, le lee a sus hijos y esposa, si el maestro regala lecturas, si el cura ofreciera experiencias con los libros, si todo mundo tocara un libro por lo menos un minuto al deda no se9 como sereda el mundo, pero sereda mejor la lectura es como la buena comida, te nutre sin engordar lean a Mario Benedetti, Juan Rulfo, Humberto Eco y otros me1s

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