LEY K DE FORMULA 1

Cuentan que es el mejor jugador de poker del mundo de la Fórmula 1. Que Bernie adora jugar contra él. Que también es un fanático del snooker y del bowling. Pero ésto no te lo cuentan: lo ves en la pista. Robert Kubica es uno de los tres mejores pilotos de la F-1 del momento, a mi gusto. Fernando Alonso y Kimi Raikkonen podrían ocupar los otros dos asientos. Ahora lo ha elegido Renault para reconstruir su imagen deteriorada por el Escándalo Singapur. Kubica se tomará un año para probarse a sí mismo y al equipo, teniendo en cuenta que en 2011 quedarán vacías unas cuantas butacas de las buenas.


Hay que decirlo: el polaco pudo haber sido campeón mundial en 2008 si los alemanes de BMW hubieran sido un poquitito más creativos: en lugar de atenerse a su plan (que contemplaba que éste 2009 era el año en que tenían que ganar el título), debieron haberle puesto todas las fichas al desarrollo del F1.08 una vez que el polaco de Cracovia ganó en Canadá y quedó puntero del Mundial. Pero no: prefirieron seguir con lo prescripto, dedicando el mayor esfuerzo a proyectar el auto del 2009 que a desarrollar a fondo el del 2008. Y ya todo el mundo sabe qué paso con el F1.09 y, también, con el equipo…

La de Kubica es una historia redonda, fantástica. Después de haber sido vapuleado por José María López en la Fórmula Renault europea del 2002, el polaco cayó en desgracia con el Renault Development Driver, el programa de apoyo a pilotos jóvenes de la cada francesa. Pero su manager, el italiano Daniele Morelli (Kubica es polaco pero desarrolló toda su campaña deportiva en Italia) lo sostuvo en el camino, y el piloto terminó ganando la World Series en 2005, un año después que lo hiciera Pechito. Eso suponía un test con el equipo de F-1. Es la mejor parte de la historia. Pero te la cuento la semana que viene…

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