LA (AUTENTICA) PRIMERA CARRERA DE FERRARI

Por Pablo Vignone

Lo viste, lo leíste, lo escuchaste en muchos lados: Ferrari cumplió 60 años, han dicho. Para semejante celebración, se toma como antecedente la primera presencia de la Scuderia en el Mundial de Fórmula 1, el Gran Premio de Mónaco de 1950, el 21 de mayo de aquel año. En esos 60 años, el equipo de Maranello inscribió sus máquinas en 800 Grands Prix puntables para el Mundial, un acontecimiento que la casa italiana conmemoró en el Grand Prix de Turquía, pintando el 800” allí dónde hasta hace un mes había un código de barras que sugería otro tipo de consumo…

Eso sí: nadie te dijo por qué Ferrari hizo su debut en la segunda carrera del Mundial de 1950 y no en la primera, disputada en Silverstone (Inglaterra), ocho días antes. Es que, como en 1949, las Ferrari no cruzaron el Canal de la Mancha para el Grand Prix inglés (que sí, que ya se corría aunque todavía no hubiera Mundial); ¿y por qué? Según el periodista británico Nigel Roebuck, fue porque Enzo Ferrari no se puso de acuerdo con los organizadores respecto a las primas de partida, la suma que se asignaba a cada equipo para que sus coches participaran…

Porque esa de Mónaco habrá sido la primera carrera de Ferrari en el Mundial (y no necesariamente en la Fórmula 1, una denominación que apareció algo antes, allá por 1948) pero no la primera competencia de la escuadra, un acontecimiento para el que hay que remontarse, todavía, 20 años más. Sí, porque no hace tanto, tampoco, acaban de cumplirse 80 años de la primera competencia en la que intervino la Scuderia Ferrari.

Tal cosa existió desde noviembre de 1929 y surgió de una cena opípara organizada por el Automóvil Club de Bologna. Los hermanos industriales Caniato (uno de los cuales, Alfredo, era corredor amateur) y el piloto Mario Tadini juntaron 130 mil liras; Enzo Ferrari, un ex corredor transformado en operador deportivo de la Alfa Romeo, y también concesionario de la marca, puso otros 50 mil. Así quedó constituida la Societá Anonima Scuderia Ferrari, de la que Alfredo Caniato era el presidente nominal, pero que Ferrari, su director deportivo, manejaba a su antojo: tanto, que decidió basarla en Modena, la ciudad en la que había nacido en 1898 pero de la que se había ido al terminar la Gran Guerra. El contrato final se firmó en el despacho del abogado de Ferrari, el modenés Enzo Levi.

No era un momento sencillo para armar un equipo de carreras: la Gran Depresión de 1929 daba por tierra con fábricas reputadas como Itala, Chiribiri, Ceirano o Diatto; eso, solo en Italia: se calcula que los coletazos de la gran crisis de Wall Street de aquel año acabaron con 500 de los 600 productores de automóviles que había en el mundo, quedando menos de un centenar.

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La temporada de carreras había acabado y recién en abril de 1930 pudo debutar la Scuderia Ferrari, no en carreras de Grand Prix (vigentes desde 1906) sino en la gran manifestación automovilística italiana de la época, la Mille Miglia. Mientras Alfa Romeo alistaba una escuadra oficial con sus poderosos sport 6C-1750S (seis cilindros, 1.750 cm3), Ferrari conseguía tres de esas unidades para Alfredo Caniato, Mario Tadini, y el ascendente político fascista Luigi Scarfiotti (sin relación con Ludovico Scarfiotti, que en 1966 ganaría el GP de Italia de F-1 con una Ferrari V12).

La Mille Miglia partía de Brescia, bordeaba el Adriático y se dirigía luego a Roma, punto medio de la prueba, para volver a subir la península por los pasos de Futa y Raticosa. En ese camino de vuelta, en el abastecimiento de Bologna, Enzo Ferrari estableció su puesto, aquel 13 de abril de 1930.

Nunca alcanzó a ver a ninguno de sus tres autos. Sin haber llegado jamás a inmiscuirse en la pelea con la punta de la carrera, abandonaron antes de arribar a Roma. Un duelo genial entre los dos grandes pilotos italianos de entreguerras, Tazio Nuvolari y Achille Varzi, se definió a favor del piloto mantovano.

Ninguna de esos tres Alfa Romeo de la Scuderia Ferrari llevaba el Cavallino Rampante. La primera vez que se usó el distintivo que hoy es sinónimo de Ferrari en el mundo fue en las 24 Horas de Spa-Francorchamps de 1932, recién dos años después.

Fue el propio Nuvolari quien consiguió la primera victoria de la Scuderia Ferrari, en la trepada de montaña Trieste-Opicina, dos meses después, el 15 de junio de 1930: faltan quince días, entonces, para que se celebre, entonces, el primer triunfo de Ferrari en la historia…

¿Qué vino después? Sucintamente: Caniato y Tadini vendieron su parte de la Scuderia al conde Carlo Felice Trossi, quien a su vez terminó cediendo todo a Ferrari en 1936, después de la extraordinaria victoria de Nuvolari en el GP de Alemania de 1935 –decorado su Alfa Romeo P3 con el Cavallino Rampante- sobre los invencibles Mercedes-Benz y Auto Union. En marzo de 1937, Alfa Romeo absorbió la Scuderia Ferrari, y Enzo recién volvió a crearla diez años más tarde, en 1947, después de la Segunda Guerra Mundial, cuando ya era un industrial de renombre y se había mudado a Maranello, tres años antes de empezar la cuenta de 800…

30/5/2010



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