VELADA DE CINE en la mansión de Visionauto, sin conejitas pero con picada. Conseguimos el documental en homenaje a Ayrton Senna, lo vimos, y te contamos nuestras impresiones

Cuando se estrene en las salas porteñas (si eso finalmente se produce) llevate con disimulo un pañuelito. Te vas a emocionar. Con imágenes nunca vistas con anterioridad, los 106 minutos de “Senna” son una invitación incesante a la puesta en juego de sentimientos, si es que te gusta el personaje, claro. O la Fórmula 1.

Dirigida por el laureado directo británico Asif Kapadia, con una enorme cantidad de material cedido por Bernie Ecclestone (que apenas aparece en la película pero que figura en cuarto lugar a la hora de los agradecimientos), Senna se propone un recorrido fulgurante por la carrera en F-1 del popular piloto brasileño antes que un estudio psicológico.

Por momentos, puede parecer maniquea. De este lado, Ayrton, siempre en diálogo con Dios, siempre acelerando para el lado de los buenos. Del otro lado, el Profesor, Alain Prost, el Maquiavelo que manipula los entretelones de la categoría (y, sí, de paso maneja bien), aliado con el Dictador, el ex presidente de la FIA, Jean Marie Balestre.

Pero aún vista desde ese ángulo, es una historia de aventuras, como las de piratas o cowboys, solo que en el marco del automovilismo más exquisito. Y está bien, porque nunca más hubo (ni habrá, seguramente), una rivalidad tan intensa como la que sostuvieron Senna y Prost entre 1989 y 1991, tres años incandescentes que la película refleja con pasión.

Si sos fanático de Ayrton, quizás te va a parecer que a la peli le faltan momentos imprescindibles, como la primera vuelta en Donington ’93. Pero es comprensible: hay que hacerle lugar a metraje sorprendente: las escenas en las reuniones de pilotos, con Balestre diciendo “la decisión es buena porque la tomo yo”, o el durísimo intercambio entre Jackie Stewart como entrevistador y un Senna ofendidísimo por el tenor de la pregunta (“¿no creés que tuviste más choques que todos los otros campeones mundiales juntos?”) son de antología.

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La película carece también de un análisis más completo, o definitivo, de las causas que provocaron el accidente fatal. Pero la pintura de esos últimos tres días en la vida de Senna es, a la vez, opresiva y radiante. La atmósfera de tragedia es palpable, subrayada por imágenes inéditas del accidente mortal de Roland Ratzenberger, el día previo.

Con fascinante material íntimo, proporcionado por la familia Senna, acompañado por la música casi marcial de Antonio Pinto, el documental quizás no vaya a gustarle a la gente que no ama el automovilismo. Para los fanáticos, en cambio, sin dudas será un hito.

Por P.V.

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1 COMENTARIO

  1. Hermoso documental, totalmente parcial (y para el lado que sopla mi viento!) y profundamente emocionante. Moqueé lindo, sí. Coincido con PV (que lo dice mejor que yo).

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