¡QUÉ  TEMPORADA AQUELLA DE 1976 PARA LA FORMULA 1!

 

Qué temporada y qué final. Como los añoramos en este 2016, tan tecnológico pero tan monótono donde también la definición estará entre dos pilotos, como hace cuatro décadas, pero nada que ver. Porque no sólo integran el mismo equipo y tienen ambiciones controladas, sino porque Lewis Hamilton y Nico Rosberg, los hombres de Mercedes Benz, pese a sus diferencias y rivalidades, lejos están de tener los carismas que por entonces distinguían a Niki Lauda y James Hunt  Niki era frío, calculador, ordenado. James era desprejuiciado, rebelde, espectacular. Difícílmente lo hubiese aceptado este sistema estructurado de la Fórmula 1. Ambos corrían para los principales equipos de aquel año. Lauda, para Ferrari. Hunt, para McLaren. Esta rivalidad más deportiva que personal quedó tan marcada en la historia que dio origen a la película Rush.

Andretti y Hunt pñearpon pro al victoria desde el inicio. El piloto de Lotus se quedó con el triunfo y Hunt, con el título

Hasta pasada la mitad de temporada todo parecía dado para que Lauda hilvanase su segundo título mundial consecutivo. Su Ferrar 312 T2 era un relojito y el austríaco, una computadora que no fallaba. Así llegó al Gran Premio de Alemania con 35 puntos de ventaja (61 contra 26) sobre el inglés. Ahora no parecen tantos pero en aquellos años representaba mucho porque el ganador se llevaba 9 . Eran casi cuatro carreras de ventaja con sólo siete por delante. El fuego que en el viejo Nurburgring (desde entonces no corrió más la Fórmula 1) consumió la Ferrari y que casi se lleva la vida de Lauda comenzó a cambiar la historia. Si bien Lauda concretó una milagrosa recuperación y volvió a correr 42 días después de haber recibido la extremaunción,  sus ausencias (tres carreras) y el tiempo que le llevó (otras tres fechas) volver a tomar confianza fueron debidamente aprovechadas por Hunt, quien  ganó cuatro de esas seis Grandes Premios donde Niki apenas sumó 7 puntos. Así frente a la fecha final la diferencia a favor de Lauda se redujo a solo 3 unidades.

Esta apretada definición le dio un interés extra a la primera edición puntable del Gran Premio de Japón. El escenario elegido no fue Suzuka, el circuito que se utiliza en la actualidad, sino Fuji, un trazado enclavado entre los montes del mismo nombre. Visitante habitual e inoportuna de las carreras niponas, tampoco ese fin d semana la lluvia quiso estar ausente. Por el contrario apareció con una intensidad y continuidad que desde la tarde del sábado comenzó a provocar múltiples reuniones entre los pilotos  La alternativa de postergar o suspender la carrera fue creciendo en la medida que no cesaba la lluvia. Los  múltiples despistes en clasificación y pruebas matinales respaldaban la preocupación de la mayoría de los pilotos.

Lauda y Hunt poseían diferentes personalidades pero esto no impidió una buena relación

Lauda llevó la voz cantante en el grupo  de pilotos que pretendía cancelar la carrera. Tuvo el respaldo de varios colegas, pero extrañamente las objeciones de su coequiper Clay Regazzoni, Vittorio Brambilla y Ronnie Peterson. La negativa del sueco fue determinante para quebrar el frente de los top driver. Quienes conocían intimidades de la Fórmula 1 de aquellos años la vieron como una venganza esperada por el rubio piloto de March. Es que un mes  atrás en plena convalescencia de su accidente de Nurburgring, Niki le había bajado el pulgar cuando Ferrari estaba a punto de incorporar al sueco al equipo creyendo que Lauda no recuperaría su nivel conductivo..

Los pilotos perdieron fuerza en su posición pero igual no fue sencilla la concreción de la carrera. Debió superar una postergación de una hora y media. Todo se precipitó cuando respaldado por el Principe Paul Alfons Von Metterich, el por entonces presidente de la FIA, entró en escena el director de carrera, el local Yoshiro Yasumoto, con un perentorio “está oscureciendo y si seguimos esperando no se podrá dar las últimas vueltas..” Sin hablar ni decidir tanto como lo haría años más tarde, Bernie Ecclestone ya había advertido de los perjuicios que una suspensión  causaría en las transmisiones televisivas que por primera vez llegaban en directo a varios continentes. Por supuestos las había negociado Bernie.

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Niki se fue a encolumnar a la grilla detrás del poleman Mario Andretti y de Hunt, con la decisión tomada de abandonar rápidamente.  Por eso le ordenó al chofer del Rolls Royce que le puso la organización para movilizarse, que lo estacionase cerca del box. Al cumplir la segunda vuelta, la Ferrari número 1 entró a boxes y Lauda se bajó sin dudar. Con un “no se puede correr en estas condiciones, no hay que tener miedo de decir la verdad…”  desalentó la sugerencia de Mauro Forghieri, responsable técnico de Ferrari, de poner la excusa de un problema mecánico como motivo del abandono. Pocos giros más tarde también desertaron por decisión propia Emerson Fittipaldi, Carlos Pace y Larry Perkins. Era lo convenido .A la espera que otros colegas lo imitasen, Niki se quedo un  rato más en el circuito. Se fue al promediar el Gran Premio el ver que su espera era ingenua.

La Ferrari se detiene en boxes y Niki toma su histórica decisión del abandono voluntario.

 

Obviamente la carrera siguió. Con un trámite altamente emotivo y cambiante. La lluvia paró en la vuelta 24 (eran 73), la pista comenzó a secarse y esto complicó  el andar del McLaren M 23 de  Hunt en su camino al título. Se le hizo cada vez más difícil mantenerse en pista con gomas para lluvia sobre una superficie que se estaba secando. Por eso cedió dos lugares ante el Tyrrell P34 (el de las seis ruedas) de Patrick Depaller y el Lotus 77 de  Mario Andretti. Igual faltaba poco (11 vueltas) y el tercer puesto le alcanzaba para ser campeón Esto hizo dudar al equipo sobre la posibilidad de llamarlo a boxes para cambiar las gomas de lluvia por las lisas. A cinco giros de la bandera de a cuadros, un neumático del McLaren explotó y esto pareció la resurrección deportiva de un Lauda que por entonces ya estaba el aeropuerto de Tokio. Sin embargo la buena fortuna estaba aquel 24 de octubre de 1976 del lado del inglés. La rotura de la goma se produjo en la última curva y por eso Hunt tuvo al chance de entra a boxes y cambias los neumáticos. Tardó 27 segundos, una enormidad en estos tiempos, pero una muy buena marca en aquellos años. Igual perdió dos lugares. Regresó a la pista en el quinto lugar y con la obligación de recuperar el tercer puesto para poder festejar su primer campeonato mundial.. Por delante giraban dos duros como Alan Jones y Regazzoni. Sugestivamente ese domingo de hace cuarenta años parecían más blandos  que nunca y por eso fueron fáciles presas del arrollador y desesperado avance de Hunt. Extrañó lo de Regazzoni, coequiper de Lauda en Ferrari y conocido por la aspereza y fogosidad con las que defendía sus posiciones en la pista Para muchos esa tibia actitud  fue una venganza del extrovertido suizo, quien paradójicamente había sido tres años atrás quien apoyó la llegada de Lauda al equipo italiano sin imaginar la dimensión que tomaría la figura del austríaco. Aquel domingo Regazzoni ya sabía que era su última carrera en Ferrari. Su puesto para la temporada 1977 ya tenía un nuevo ocupante: Carlos Alberto Reutemann

Hunt creyó que había perdido el titulo y por eso se enojó con su equipo al llegar a boxes. Cambió cuando le anunciaron que era el nuevo campeón.

“El traidor no fue Clay sino Jones…” aseguró Mauro Forghieri argumentando que el australiano, que por entonces daba su primeros pasos en la Fórmula 1, buscaba congraciarse con McLaren para obtener una butaca.”Regazzoni corrió como siempre…” sentenció  desde su trono Don Enzo Ferrari, quien en cambio en charlas privadas con Lauda lo criticó duramente aunque en público mostró comprensión por  la actitud de su abandono voluntario. La teoría del miedo y cobardía de Lauda destacada por la prensa italiana y el propio Enzo Ferrari fue contrariada por Ermmano Cuoghi, jefe de mecánico del equipo de Maranello.. “No vi la imagen del miedo en su rostro, vi la actitud de alguien convencido de lo que estaba haciendo” repitió por años Cuoghi, con la autoridad que le daba haber sido el primero en ver el rostro de Niki tras la histórica decisión.

Pese a las críticas, Ferrari mantuvo la continuidad del contrato a Lauda. “Fue una decisión astuta  porque hubiese quedado en ridículo si decía que estaba terminado, me iba a otro equipo y le  ganaba el titulo” razonó el austriaco quien ese 1977 atrapó ese segundo campeonato que se le había escapado un año antes. Se lo aseguró con dos carreras de anticipación. Un margen suficiente para darse el gusto de  decirle que no a don Enzo cuando este le ofreció  renovar el contrato y pegar el portazo antes que terminara el campeonato. Por entonces ya tenía firmado contrato con Bernie Ecclestone para pasar a  Brabham. Era el turno de su revancha.

 

Por Miguel Sebastián

Fots: motorpasion.com y caranddriverthef1.com

 

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