EL PLAN HABÍA SUFRIDO UN RUDO Y FEROZ GOLPE.
Muy poco tiempo atrás en noviembre del ´92, la muerte de Roberto Mouras en Monte sacudió. El Toro era uno de los principales elegidos. Recomponiéndose como el país fierrero, el grupo de pilotos y dirigentes de la ACTC, siguieron adelante y en enero de 1993, la delegación estuvo en Daytona, Estados Unidos, a unos 400 kms al norte de Miami, sobre el Atlántico.
Aguardaba una de las carreras clásicas y famosas de larga duración, las 24 Horas de Daytona, que se irían potenciando hasta el presente. La idea original surgida a principios de 1992, hizo pensar en correr con autos argentinos, pero inviable la posibilidad, los dos coches escogidos por la ACTC, pintados de celeste y blanco, fueron los Oldsmobile Cutlass Supreme del equipo de Dale Kreider, e identificados con los números 23 y 25 dentro de la Clase GT1.
Oscar Aventín, Juan Manuel Landa (en remplazo del fallecido Mouras), Osvaldo Morresi y Osvaldo “Cocho” Lopez, iban a correr en el auto 23. En tanto que Jorge Oyhanart, Emilio Satriano, Fabian Acuña y Eduardo “Lalo” Ramos conducirían el número 25, mientras que como piloto suplente para ambas unidades ofició Hugo Mazzacane, actual presidente de la ACTC (en ese entonces la presidía Juan Carlos Deambrossi).
La colorida delegación que viajó a Daytona, de la que surgirían innumerables anécdotas entre las que estuvo el desfile en un carruaje en el tradicional desfile diario en Disneyworld en Orlando, ataviados con souvenirs y accesorios de los célebres personajes de Disney, la completaron otros directivos de la ACTC, el recordado Froilán Gonzalez , unos pocos medios de prensa argentinos, entre los que se encontró este periodista como enviado de Diario Popular.
Luego de superados inconvenientes en los días previos, propios de la absoluta inexperiencia en ese tipo de carreras endurance y en una pista con los peraltes de Daytona, más unas fallas mecánicas y la lógica ansiedad, las 24 Horas se iban a convertir para la «Misión Argentina del TC Roberto Mouras», un rosario de escollos. Sin embargo, el objetivo de fuego era ver la cuadriculada con los dos coches, y para que así sucediera, nadie en momento alguno aún en horas la noche y madrugada, bajó los brazos.
Pablo Satriano, Oscar Castellano, a los que entre otros se sumaron el Vasco Oyhanart cuando no le tocó manejar, más mecánicos especializados, estuvieron cerca de los vehículos, y «metieron mano» en determinados momentos críticos colaborando con el equipo de Kreider hasta en plena noche y la madrugada.
A las 3 de la tarde del sábado 30 de enero de 1993, Oscar Aventin y Jorge Oyhanart fueron los encargados de conducir los Oldsmobile en la largada y primeras horas de carrera, luego produciéndose los cambios, reaprovisionamientos, reemplazo de gomas, de pastillas de frenos, a la vez que fueron surgiendo inconvenientes en los coches.
Cuando habían transcurrido ocho horas de carrera, apareció el primer problema serio, fue en el auto 25, con el cardán dañado. Fue cuando los mecánicos de Kreider y el mismo Dale, como en posteriores ocasiones, consideraron que no se podía reparar. Los argentinos no se dieron por vencidos y comenzaron a trabajar en las reparaciones, no exentas de varias picardías en la noche de Daytona, adentro del amplio espacio cubierto para albergar a autos en dificultades. Los problemas con los chasis se sucedieron y fue hacia el mediodía del domingo, cuando restaban pocas horas para el final de las 24 Horas cuando ingresó a los boxes el auto 23, conducido por Landa. El problema en la suspensión delantera, una parrilla rota, era serio.
La tarea no resultó sencilla, hubo que cambiar o reparar dicho elemento, y allí fue cuando entró en acción el espíritu de los hombres del TC, pilotos y mecánicos argentinos, desarmaron, soldaron y repararon como antes en plena noche dentro del inmenso garage, luces y matafuegos en manos, ante la mirada atónita de los americanos. Así, lograron devolver a la pista unas horas más tarde al auto que por fin, pudo culminar la carrera.
Poco importó la posición final. La emoción por el logro conseguido al completar todo el recorrido con los dos Cutlass, el recuerdo fresco del Toro Mouras, hicieron brotar lágrimas de emoción y abrazos profundos. La Misión Argentina del TC, se había salido con las suyas al recibir juntos ambos autos, la bandera a cuadros y hacer historia para el automovilismo argentina. De esa rica historia se han cumplido 30 años.
Y A 25 AÑOS DE LA ÚLTIMA MISIÓN A DAYTONA
Luego de aquella primera y azarosa participación en 1993, se sucedieron otras hasta la última que cerró ese ciclo de incursiones el 31 de enero de 1998. Cinco pilotos argentinos tomaron parte de la tradicional competencia americana: Gastón Aguirre, Facundo Gil Bicella, Horacio Paolucci, Gabriel Castillo y Daniel Dopazo como piloto suplente fueron los encargados de conducir también un Oldsmobile Cutlass Supreme con el número 56 del mismo Dale Kreider, al final convertido en un amigo de la ACTC.
El equipo se denominó “Team Argentina” y Rubén Gil Bicella, desaparecido tiempo atrás y Hugo Mazzacane se encargaron de la coordinación. Los integrantes de esa última Misión, se reencontraron en estos días siendo homenajeados en la ACTC, más Daniel «Vasco» Jauregui, (actual director del área de prensa) encargado de prensa de esa misión, y entre otros el periodista Domingo Camarda, quien viajó para efectuar la cobertura de la que resultó la mejor actuación de todas las misiones, al arribar octavos en las 24 Horas en su división,
La de 1998 fue la última de una seguidilla que había arrancado en 1993, un ciclo que quedó grabado en la memoria de muchos, y en la historia del TC.