A LLORAR SOBRE LA
LECHE DERRAMADA,
DE NUEVO
Por C.S
Habrás visto las imagenes, tremendas y leído diarios y revistas. El accidente de Eugenio Salerno en el TC Pista Mouras, cuando fue embestido por el auto del correntino Carlos Gregorietti, dejó a todos sin aliento.
Ahora, como tantas veces ha sucedido, vuelven a escucharse los cantos de sirena, salen los especialistas en encontrar soluciones «para que esto no vuelva a suceder más», o los que proponen medidas que ni ellos mismo dentro de unos días recuerdan. Es «llorar sobre la leche derramada», así nomás. A riesgo de caer en una frase hecha, «el automovilismo es un deporte de riesgo», puede decirse que en la Argentina al riesgo se lo potencia sin que nadie ponga coto o pise el freno, pero de verdad. Porque para esto, hay que enfrentar intereses, desidia y falta de compromiso.
Estamos en la Argentina, ¿habrá que resignarse por eso a este tipo de episodios tan duros?, refiriéndonos al automovilismo y sin correr la mirada a tantos otros que afectan la corteza social. «No», rotunda, debe ser la respuesta. Sin embargo, así como en la vida diaria, el vértigo nos supera y las cosas se suceden de una manera frenética. Así, nadie «para la pelota» (sigamos sin sacar los pies del plato del automovilismo), para detenerse a estudiar a fondo temas atinentes al deporte motor, entre los que la seguridad, controles, aptitudes físicas y conductivas de corredores como también la condición de los autos, deberían ser prioridad uno, y no sólamente mientras durasen los coletazos de un accidente con tan grave saldo como el del hijo de Rubén Salerno que pelea por su vida, o de otros que no tuvieron revancha. Las políticas deportivas, reglamentos, con-tro-les, deberían continuarse en el tiempo, a rajatabla. Así se evitaría seguir «llorando sobre la leche derramada».
Fotos Prensa ACTC y gentileza Revista Campeones
20-5-2010