NO PUDO SER: TODO PODRÍA HABER SIDO MUY DISTINTO

«Ayrton Senna tenía tres sueños: terminar su carrera en Ferrari, visitar Disneylandia y ser padre”Adriane Galisteu, quien había sido su novia, reveló el secreto en 2014, en el vigésimo aniversario de la muerte de su enamorado.
El mundo lo sabe desde hace 30 años: Imola impidió que Senna pudiera cumplirlos.
Pero estuvo muy cerca del más difícil. Al menos tres veces en su carrera su camino se cruzó con el de la escuadra italiana. De fructificar algunas de esas negociaciones, la historia de la Fórmula 1 de los últimos 30 años bien podría haber sido muy distinta.
Acaso no vale la pena fantasear con hipótesis. Pero plantear en la posibilidad de que hubiera sido el brasileño, y no Michael Schumacher, quien pusiera fin a una larga sequía sin títulos de la casa de Maranello, resulta inevitable.
Ferrari rompió el mercado en 1995, contratando a Schumacher por 25 millones de dólares, una cifra que triplicaba lo que por entonces ganaban los pilotos de Fórmula 1; Senna había corrido las 16 Grands Prix de 1993 a cambio de un millón de dólares por competencia, pero esa había sido una excepción, no la reglaNigel Mansell fue campeón mundial en 1992 ganando apenas tres millones de dólares…
Schumacher corrió cuatro años sin poder dar el título a Ferrari y casi muerde el polvo en 1999 –el año en que se quebró una pierna en Silverstone- cuando su compañero Eddie Irvine, estuvo a punto de asegurar esa conquista para el Cavallino. Después vinieron los cinco títulos consecutivos y las 72 victorias con Ferrari. ¿Habría arribado a ese punto con Senna vivo? ¿Y en Ferrari?
Nadie lo sabe ni lo sabrá.
Lo que sí puede rastrearse es lo que realmente sucedió. Los años turbulentos que siguieron a la muerte de Enzo Ferrari en 1988, no redujeron la tensión maquiavélica de la tarea cotidiana en el equipo rojo, sino al contrario: los ejecutivos que Fiat
-propietaria del 90 por ciento de las acciones ferraristas- dispuso para conducir la compañía, vivían conspirando unos contra otros. La estabilidad política era una quimera dentro de Maranello.
Cesare Fiorio, el exitoso manager de Lancia, había sido trasladado a Ferrari en un nuevo intento de ganar un título esquivo desde 1979. Y para Fiorio no había mejor alternativa que Senna para lograrlo.
Ciertamente, en 1990 contaba con Alain Prost en el equipo, quien había huido de una McLaren que consideraba más propiedad de Honda y de Senna que de Ron Dennis, su propietario nominal. Fiorio había sido determinante en la llegada del francés a Ferrari. Pero creía que podía tener también a Senna. “Ayrton quería correr para Ferrari, yo podía sentir su deseo, que también era el mío”, reveló años más tarde.

Tres movimientos sucesivos

Fiorio se movió mucho en procura de su objetivo:
  • Aprovechó el viaje a Brasil para disputar el segundo Grand Prix de 1990, a fines de marzo, y visitó a Senna en su departamento paulista. La fecha de la reunión puede estimarse: el 20 o 21 de ese mes; la conversación duró 10 horas, entre las 9 y las 19, y giró sobre todos los tópicos posibles: el contrato, su duración, la situación técnica, el dinero disponible, los ingenieros…
  • Menos de tres semanas después, a comienzos de abril, le envió un documento al piloto a su domicilio monegasco, en el edificio Houston Palace de la avenida Princesa Grace, que rezaba lo siguiente: “Como consecuencia de nuestros varios encuentros, mediante la presente resumimos el estado actual de nuestras negociaciones para que conduzca de forma exclusiva para la Scuderia Ferrari en el Mundial de Fórmula 1 de la FIA en 1991 y 1992.» El documento era el draft del contrato. Fiorio establecía el estado de las negociaciones y le pedía a Senna que confirmara su interés por continuar las tratativas sin por ello crear “una obligación legal”.
  • El jueves 5 de julio, tres días antes del GP de Francia, aterrizó en Niza de camino a Paul Ricard y se desplazó hasta el Houston Palace. Acordó con Senna los puntos pendientes del draft enviado en abril. “El dinero no era un problema, ni lo que más importaba. Pidió lo lógico para su estatura de campeón. Casi ni hablamos de eso, era más cómo trabaja el equipo, quien diseñará el auto, quién será su ingeniero. Habíamos contratado a Steve Nichols (que había trabajado con Senna en el título de 1988) y eso para él era más importante que el dinero”. 
El lunes 9 de julio, un día después de la victoria de una Ferrari (con Prost al volante) en el GP de Francia, Senna firmó el draft y se lo envió: Fiorio conserva ese fax como una reliquia.
Pero la política arruinó esa negociación que Fiorio llevaba en secreto. Piero Fusaro, un ingeniero electrónico que había formado parte de Ferrari entre 1975 y 1979, era desde fines de 1988 el presidente de la compañía; y tomó muy mal la decisión del team manager de encarar esas negociaciones sin consultarlo.
Al estilo de las maquinaciones florentinas, lejos de encarar a Fiorio, eligió revelarle el plan nada menos que a Prost, que a mediados de 1990 era líder del torneo de Fórmula 1 por delante de Senna (foto).
 “Yo estaba llevando adelante una tratativa secreta para contar con Senna en Maranello. De esa tratativa Prost fue puesto al corriente por el entonces presidente de la Ferrari, Piero Fusaro, que era probablemente fastidiado con mi presencia, con mi rol, no lo sé, quizás tenía un complejo de inferioridad, no sé qué tenía conmigo… No sabiendo cómo hacer para eliminarme, se alineó con Prost y le dijo que el propio team manager estaba trayendo a Senna… Con el conocimiento de esta situación, Prost me confrontó, sin entender que lo estaban usando para meterme en dificultades”. Esa fue la versión de Fiorio en una entrevista publicada por el sitio formulapassion.it a fines de 2012.
¿Pecó de ingenuo el manager? ¿Reunir de vuelta a Prost y a Senna, después de lo que había ocurrido en el seno de McLaren durante las dos temporadas anteriores? Todo indica que Fiorio no necesitaba retener al francés en el equipo; podía quedarse con Nigel Mansell –el otro piloto de Ferrari en 1990- o colocar algún otro piloto: Riccardo Patrese podía cumplir, finalmente, un sueño que llevaba alimentando más de una década.
“Senna iba a llegar a Ferrari en 1991; sin embargo, tuve que irme yo, porque Fusaro desautorizó mi palabra en el contrato que yo había suscrito”, agregó Fiorio en esa entrevista.
Curioso: si Prost hubiera ganado el título de 1990 con la Ferrari, no habría sido necesaria la llegada de Senna para lograr esa conquista. Pino Allievi, el legendario cronista de F-1 de La Gazzetta dello Sport, cree que Fiorio fu responsable por la pérdida de ese título, al no haber detenido la lucha interna entre Prost y Mansell. “Si el equipo hubiese sido bien manejado, Prost habría sido el campeón, sin ninguna duda. Si Fiorio reflexiona, tendría que admitir que de haber conducido de otra forma a Ferrari, habría ganado el campeonato”, lo citó Malcolm Folley en su libro “Senna vs Prost”.
Como fuera: Fusaro le cerró en la cara a Senna la puerta de Ferrari; Mansell dejó el equipo a fines de 1990, harto de Prost; en mayo de 1991, después del GP de Mónaco, Fiorio fue despedido por Fusaro; el directivo echó en octubre a Prost antes de que terminara el Mundial de 1991, luego de que el francés comparara de manera poco elegante a la Ferrari con un camión. A continuación, Gianni Agnelli –el mandamás de la Fiat- despidió a Fusaro…
En menos de un año no había quedado ninguno de los protagonistas de la historia.
A la luz de lo revelado, se puede entender más –aunque no justificar- la definición del título mundial de 1990. Cuando Senna sacó a Prost de pista en la primera curva del GP de Japón, en Suzuka, todo señalaba una venganza por lo ocurrido un año antes en la misma pista. Pero, evidentemente, el paulista tenía más cuentas que cobrarle al francés: su marginación de Ferrari también podía agregarse a la factura impaga.

Cuatro días antes

Después de haber presidido el Comité Organizador del Mundial de Fútbol Italia 1990, Luca Cordero Di Montezemolo estaba libre… Habiendo reorganizado el equipo a mediados de los ’70, artífice del título de Niki Lauda en 1975, Di Montezemolo se hizo cargo de Ferrari. Pero sus primeros pasos, con Lauda como asesor, fueron en falso, y a mediados de 1993 convocó a Jean Todt, exitoso con la escuadra Peugeot en Le Mans.
A Todt le apuntó Senna a fines de 1993.
“Durante el fin de semana del GP de Italia, pasé tres horas con Senna en mi oficina en Monza”, reveló recientemente el francés, luego titular de la FIA, al periodista sudafricano Dieter Rencken, quien ha seguido a la F-1 desde 2000. “Pero él quería venir en 1994, y para esa temporada ya teníamos dos pilotos contratados [Jean Alesi y Gerhard Berger]”.
La respuesta de Senna fue reveladora de la manera en la que entendía sus propias necesidades.
“En la Fórmula 1 los contratos no son importantes”, aseguró Todt que le dijo Senna. Berger era el mejor amigo del brasileño en la máxima categoría. ¿Apuntaba el paulista a quedarse con la butaca de Alesi?
“Para mí, lo son”, respondió el francés, según su relato.
A la carrera siguiente, en Portugal, Prost anunció su deseo definitivo de retirarse, dejando una vacante en Williams. Ideal para Senna. Al mes siguiente, le hicimos esta entrevista al paulista. Era un secreto muy mal guardado.
“La fallida llegada de Senna a Maranello cambió la historia de la Fórmula 1”, aseguró Fiorio a formulapassion.it. “La historia de Ayrton, que finalmente fue a Williams y perdió la vida en Imola, y también la mía: con él al volante, yo me habría quedado en Ferrari”.
De acuerdo a los protagonistas, todo indica que Senna insistió hasta el final: 
«Cuando vino Italia para el Gran Premio de San Marino, nos encontramos en mi casa de Bolonia el miércoles 27 de abril (de 1994)», contó recientemente Di Montezemolo. “Quería venir a Ferrari y yo lo quería también”. A Senna le quedaban cuatro días de vida.
El dirigente confirmó indirectamente aquellas las declaraciones de Galisteu: “Hablamos un rato largo y él me dejó en claro que quería concluir su carrera en Ferrari, y que tan cerca había estado de unirse a nosotros años antes. Acordamos vernos pronto de nuevo: estábamos de acuerdo en que Ferrari sería el sitio ideal para seguir su carrera, lo que hubiera sido brillante, incluso único».
Di Montezemolo y Todt contrataron un año más tarde a Schumacher.
Y la historia es la que es. Ahora será Lewis Hamilton quien intente domar al Cavallino.

 

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