SENTENCIADO A CADENA PERPETUA hace casi 30 años, salió de prisión la semana pasada. Conocé la increíble historia de Randy Lanier.
“Sí, el dinero que yo gané a partir de la distribución de marihuana me permitió ganar el campeonato de 1984 de la IMSA GTP”. La confesión, brindada dos años atrás en un reportaje a “IndyCar Advocate”, llegó 25 años después de que Randy Thomas Lanier (nacido en 1954) fuera encarcelado de por vida. “Me sentenciaron a perpetua porque fui encontrado culpable de dirigir una organización criminal que distribuía marihuana”.
No tan lejos habían quedado los éxitos cuando Lanier y otro grupo de pilotos fueron puestos bajo la lupa del FBI y la DEA. Algunos escaparon por muy poco. “¿Por qué lo hice? Diferentes razones. Por un lado, un pensamiento equivocado, por otro tenía puestas mis prioridades en un lugar poco apropiado. Haber crecido en los ’60, en la cultura de la marihuana, pudo haber tenido cierta influencia. El dinero, el estilo de vida, también influyeron”.
Fue el de 1984 el año soñado de Lanier, que había comenzado su campaña en el automovilismo durante 1978. Había armado un equipo, el Blue Thunder Racing Team, con Bill Whittington, para el que también competían el hermano de éste, Don, y Marty Hinze, sobre dos chasis March 83G equipados con motores Porsche turbo, pero sin sponsors evidentes. Con uno de esos autos, Lanier logró el triunfo en seis de las 16 competencias del certamen, y no cualquier carrerita: Las 6 Horas de Riverside, las 100 Millas de Laguna Seca, los 500 kilómetros de Charlotte, el GP de Portland, los 500 Kilómetros de Michigan, y los 500 Kilómetros de Watkins Glen. Finalmente se quedó con el título. Su equipo había derrotado al team de Al Holbert, oficial de Porsche que le puso como compañero de auto a Derek Bell, y al Grupo 44 de Bob Tullius, oficial de Jaguar. Sin patrocinio. Algunas cejas se alzaron con perplejidad.
En la siguiente temporada expandió su carrera a Indianápolis: acabó siendo el Debutante del Año en las 500 Millas de 1986. Una carrera más que promisoria… si hubiera sido financiada legalmente. En 1985 Lanier se dedicó exclusivamente al CART, corriendo para el equipo de Frank Arciero. Entre ese año y 1986 disputó 18 carreras, con un décimo puesto en las 500 del ’86, más un sexto lugar en Cleveland y otros tres novenos lugares, todos en ese año. Pero sin sponsors…
Sospechado de actividades ilegales, se escapó al Caribe en 1987. Fue arrestado el 26 de octubre de ese año, siete días después de que naciera su hijo Glen. De acuerdo con la fiscalía, las ganancias de Lanier durante el periodo en el que dirigió la organización criminal fueron de 68 millones de dólares: en aquella época pudo haber comprado un equipo de Fórmula 1 con ese dinero. Como se negó a declarar en contra de otros acusados, fue sentenciado el 4 de octubre de 1988 a morir en la cárcel, como mensaje para los que se negaban a cooperar con la justicia. Apeló, pero perdió. Apeló a un perdón presidencial, que también le fue denegado.
También fueron investigados los hermanos Whittington (ganadores de las 24 Horas de Le Mans en 1979, con dinero presumiblemente ganado ilegalmente, a bordo de un Porsche 935K3 preparado por los hermanos Kremer de Colonia), Hinze (de pobres resultados en IMSA entre 1978 y 1984) y John Paul Jr., probablemente el mejor piloto de todo el grupo, una estrella en ciernes. Corría junto a su padre, John Paul Sr., y en pareja ganaron las 24 Horas de Daytona y las 12 Horas de Sebring de 1982, con un Porsche 935, lo que le permitió ganar el título IMSA GTP de 1982, antes de que Senior (propietario de una plantación de marihuana en Georgia) fuera condenado a 25 años por tráfico y por dispararle en el estómago a un testigo.
Los Whittington blanqueaban dinero utilizando el autódromo de Road Atlanta, depositando cada lunes en el banco enormes sumas que, aducían, se recaudaban el domingo anterior; ellos y Hinze aceptaron el trato: condenas reducidas a cambio de información. Bill Whittington cumplió tres de los 15 años de su condena, hasta 1990; Don estuvo preso un año y medio. El tercer Whittington, Dale, también implicado, llegó a correr las 500 Millas de Indianápolis en 1984 y murió de una sobredosis en 2003.
Sus causas hicieron poco por la reputación de las carreras sport en los EEUU. IMSA es la sigla de International Motor Sport Association, Asociación Internacional del Automovilismo; las bromas aseguraban que, en realidad, quería decir, “International Marijuana Smuggling Association”, Asociación para el tráfico internacional de marihuana.
John Paul Jr. se negó a declarar contra su padre y fue condenado a cinco años de prisión: tras cumplir la mitad de la pena, lo vimos retornar al volante en las carreras finales del torneo IMSA GTP de 1992, en Phoenix y Del Mar, cuando Juan Manuel Fangio II fue el campeón y Oscar Larrauri también competía. Hoy vive en Las Vegas y trabaja como instructor de manejo. Senior fue liberado en 1999, pero sospechado de haber asesinado a su nueva pareja, desapareció con su yate y se cree que estaría viviendo en Tailandia.
Lanier languideció en prisión todos estos años. Originalmente confinado en Leavenworth (Kansas), fue transferido a Coleman (Florida) de dónde intentó escaparse a mediados de los ’90, antes de cumplir diez años de condena. El fallido intento fue castigado con dos años de confinamiento solitario, sin poder ver ni hablar con nadie. Se cortó la comunicación con muchos fans que le enviaban cartas a prisión. Se transformó en un compulsivo jugador de ajedrez, pintaba al óleo, hacía yoga y tai chi chuan.
Su causa parecía perdida hasta que el año pasado, el recientemente renunciado Fiscal General de los Estados Unidos Eric Holder apoyó una propuesta para reducir sentencias a traficantes de drogas sobre la base de que la mitad de la población carcelaria de ese país fue sentenciada por crímenes relacionados con los estupefacientes. En julio, cerca de 50 mil condenados peticionaron por la reducción de sus sentencias. Lanier dejó la prisión de Coleman la semana pasada, el 15 de octubre.
No es completamente libre: tiene que pasar los próximos seis meses en una casa vigilada, y deberá seguir las indicaciones de la justicia durante tres años. Debe someterse periódicamente a controles antidrogas y no puede consumir alcohol. Cualquier violación de los términos de la liberación volverá a dar con sus huesos en la cárcel. Según Autoweek, se cree que un museo de autos del sur de la Florida le dará un empleo.
Poco después de ser liberado, apareció el siguiente mensaje en su cuenta de Facebook:
“En los últimos 27 años viví una celda de prisión con una sentencia de muerte natural colgando de mi cuello como una soga de verdugo. Durante todos estos años me sentí bendecido por el amoro y apoyo de mi familia y mis amigos. Esta mañana, 15 de octubre, salí de la prisión como un hombre libre. Todo su amor, plegarias, apoyo y energía positiva motivó a la Fuerza de la Vida Universal a guiar a la justicia para reducir el tiempo que serví mi sentencia. Ese es realmente un extraordinario acontecimiento en mi vida”.
Por Pablo Vignone
como siempre historias ineditas y muy interesantes relacionadas con el automovilismo…gracias Pablo
Otra nota fabulosa, Pablo. Gracias. Si se quiere, a Lanier lo «vendió» el vicio… no de fumar marihuana, sino de correr en autos. Gran historia!
Otra muy interesante historia de la trastienda del automovilismo.
Mis felicitaciones Pablo, sobre todo por el muy buen estilo narrativo.
Un abrazo.
Muy buena nota, como todas las que leo en este excelente portal. Gracias.
Este entendió todo mal, el automovilismo sirve para lavar guita no para lucirla.
Uno de los whittington mencionado en la nota no aprendió nada. Fue condenado nuevamente por fraude fiscal
https://racer.com/2018/10/10/former-indycar-imsa-driver-whittington-sentenced-to-prison/