UN PASO GIGANTE.
Agustín Canapino, múltiple campeón en el automovilismo argentino, estrella principal reconocido en forma unánime por los entusiastas de todas las marcas, con una capacidad y talento conductivo indiscutido.
Su vida personal, su vida deportiva dio un salto enorme a principios de 2023. Saltó de una galaxia a otra y non-stop. De conducir la cupé Chevy de Turismo Carretera y el Chevrolet Cruze de TC2000, a sentarse un monoplaza de IndyCar. Un auto colocado en las antípodas en su curriculum brillante en el país.
Las dos exhibiciones en Buenos Aires y Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, el eco que originaron, más asegurarse el respaldo económico del caso y las respuestás conductivas de Agustín, impulsaron el salto a IndyCar, estimándose que el budget (presupuesto) necesario para completar una temporada en la Serie puede oscilar entre los cinco y ocho millones de dólares.
Juncos confió en Canapino desde un primer momento, luego de conocerlo en las experiencias con el Cadillac de IMSA, utilizado por Agustín para debutar en las 24 Horas de Daytona y luego intervenir en las 12 Horas de Sebring. Finalmente para validar la incorporación, convenció a su muy acaudalado socio Brad Hollinger, el equipo aportó parte del dinero y el resto provino de la Argentina. De esa forma, el Titán se quedó con la butaca del segundo Dallara-Chevrolet, el número 78. En el 77 va su compañero Callum Ilott, el promisorio británico en su segunda temporada junto a Juncos.
A los 33 años en la temporada 2023 de IndyCar, una de las dos categorías más importantes de EE.UU (la otra el NASCAR) y una de las más veloces y exigentes del mundo, hay un argentino y es Agustín.
Convencido de la decisión, armó las valijas y se marchó junto a su muy joven novia para instalarse en Indianápolis, sede del equipo encabezado por Juncos. Una vez en la ciudad, no hubo tiempo para perder, comenzó la etapa de un muy duro alistamiento físico, mental y técnico. Sin experiencia alguna en autos de IndyCar, mas allá de las dos exhibiciones en la Argentina y pruebas comunitarias en un ignoto circuito californiano, y las más recientes en el de Sebring, el arrecifeño llegó a la gran instancia.
Esta tarde (3 de marzo) a las 17 horas de la Argentina, tomaba parte con los demás 26 participantes, de los ensayos en el complejo circuito callejero de Saint Petersburgo, en el extremo oeste del Estado de La Florida, EE. UU.
El domingo a las 14.20 de nuestro país se va la primera de las 17 carreras pautadas en el campeonato 2023 de IndyCar, un mundo hasta hace muy poco desconocido para Agustín, quien nunca se había subido a monoplazas de semejante envergadura y enfrentando a rivales que conocen a la categoría de memoria y a las grandes exigencias que genera.
Canapino tripulaba el Dallara-Chevrolet n° 78 del Juncos Hollinger Racing, mientras que su compañero el británico Callum Ilott, en el auto 77.
«La IndyCar es la categoría a nivel físico más demandante del mundo, es la más difícil del mundo. Creo que no llego como me gustaría, pero sí llego mucho mejor de lo que estaba. De diciembre hasta acá pasaron dos meses en los que estuve metido de lleno con el entrenamiento y estoy totalmente cambiado» ha admitido el arrecifeño. «Mi objetivo es dar las 100 vueltas en St. Petersburgo, no importa la posición, el tiempo ni nada. Terminar la carrera para mí serás ganar y ya eso va a ser difícil» reveló Canapino al portal «Motorsport».
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La última vez que un argentino corrió en la categoría fue en 2000 con Norberto Fontana. En esas época la Serie se llamó CART (Championship Auto Racing Teams).
El coterráneo de Canapino y Pairetti asímismo compitió de la mano de otro argentino que tuvo su propio equipo, el recordado John Della Penna (fallecido). Con un auto del mismo Della Penna, un par de años antes había probado Gabriel Furlan en el circuito de Sebring.
Por falta de presupuesto el Gigante de Arrecifes (contó con el fugaz y controversial apoyo económico de Marcelo Tinelli), que corrió cuatro carreras en la F1 en 1997, debió volverse a la Argentina y pasó a correr en TC2000.
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Los que conocen a la categoría al dedillo, lo imaginan a Canapino ubicado entre el puesto 20 y 27 (último) en su primer exámen oficial entre los paredones de St. Pete. «Creo que después de St. Petersburgo recién tendré una noción concreta de ver qué tan lejos o cerca estoy en los tiempos como en lo físico», consideró.
¿Y LOS ÓVALOS?
El desafío mayor a afrontar y pronto por Agustín. Jamás corrió en los circuitos que representan la esencia histórica de IndyCar. «Para mí una gran incógnita porque es un mundo nuevo», dijo a es.granpremio.com. Y agregó con sensatez, «hasta que no salga a pista en Texas, primer óvalo donde voy a correr, no sé que va a pasar. Me lo voy a tomar con mucha calma porque eso es peligroso de verdad. Ahí no solo está en juego el auto sino también la integridad física de uno».
LAS 500 MILLAS DE INDIANÁPOLIS, LA FRUTILLA DEL POSTRE
Sin dudas lo representa para el argentino, en caso que consiga clasificar entre los 33 aspirantes a competir en la célebre y legendaria carrera. Tendrá lugar el próximo 28 de mayo y ser{a la 107° edición en la pista de 4023 metros a recorrerse en 200 ocasiones.
TODO COMENZÓ HACE UN SIGLO. ARGENTINOS EN LA INDY
Martín de Álzaga Unzué y Raúl Riganti fueron los argentinos pioneros en correr en la pista americana. Entonces «Macoco», un «playboy» y sportsman de la época, quien un año más tarde le dió el primer triunfo internacional a nuestro país al ganar en Miramas, Francia, inscribió tres Bugatti Type 30 Indianápolis (réplicas) e invitó a «Pulenta» para conformar el primer equipo argentino en Indy500; el tercer auto lo corrió el español Pierre de Vizcaya, amigo de Riganti
LOS PILOTOS, EQUIPOS Y AUTOS
05 MAR
14:20
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02 * ABR
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16 * ABR
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30 * ABR
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13 * MAY
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28 * MAY
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06 * AGO
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03 * SEPT
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10 * SEPT
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Fotos: Prensa Juncos Hollinger Racing
El último argentino en correr en Indycar fue Gaston mazzacane en la temporada 2004. Bueno, correr es una forma de decir nomás. Con el equipo de Dale Coyne.