POR RAZONES REALMENTE DISÍMELES, FRANCO COLAPINTO Y AGUSTÍN CANAPINO, HABITANTES DE DOS MUNDOS FIERRERILES SEPARADOS POR AÑOS LUZ. A ELLOS LES PERTENECIÓ EL AUTOMOVILISMO 2025 EN EL PAÍS.
Franco Colapinto (Colapa) y Agustín Canapino (Canapa) en el país, se robaron el centimil y los minutos de aire en televisión, medios digitales y radios tradicionales. De Agustín, Visionauto, se ocupó en forma pormenorizada acerca de las razones por las cuales se convirtió en tricampeón al llevarse los campeonatos de Turismo Carretera, Turismo Carretera 2000 y TC Pick Up.
Ahora, la opinión del escriba se centraliza en Franco, como en la mayoría de los medios y del público en general, largamente «ganador» en materia de repercusión. El chico argentino desde que se sentó en la Fórmula 1 en Monza ´24, generó desde aquel momento un fenómeno sin igual, apoyado en su indiscutido carisma y feeling con la gente y se descuenta en la forma de manipular el volante. En sus primeros grandes premios con Williams, captó la atención entre los más jóvenes y los poco relacionados a las carreras de autos. En los corrió, y padeció, en 2025 con Alpine su presencia e influencia, se masificaron. Consiguió Colapinto en el tramo recorrido entre 2024 y 2025, derribar de plano el escaso conocimiento e interés generado hace años por las carreras de autos nacionales, convertidas aunque suena desmesurado, un deporte de nicho. Sí, el automovilismo.
La presencia de Colapinto en F-1 perforó capas sociales y estructuras familiares que, luego de saberse quien era, fueron encolumnándose detrás suyo. Los más apasionados y vicerales, defendiendolo a capa y espada y obviando yerros y patinadas adentro y afuera de las pistas.
A los nueve gg.pp dorados corridos en el Williams, le siguió desde comienzos de año, un sinnúmero de avatares debido a las incontables especulaciones, acerca de cuando de una vez por todas, iba a reemplazar en Alpine que lo tenía bajo contrato, al opaco Jack Doohan.
Cuando lo hizo, muchos entusiasmados compatriotas no consideraron que los Alpine eran y siguieron siendo, los peores autos de la F-1, y creyeron estar ante el surgimiento de un fast boy encaminado a tocar la cima o al menos, sus adyacencias. Los hinchas argentinos, cuando se trata de defender a un compatriota que los invita a soñar, no saben otra que agarrar la bandera sin mirar el vaso medio vacío. Tampoco lo hicieron medios y periodistas, a los que les brotó el sentimiento de hinchas, sobre el de profesional de los medios, tantos además desconocedores de la F-1 como para opinar con fundamentos.
Franco padeció arriba de su Alpine en todas las carreras corridas, en todas, más allá de muestras parciales que ante el primero de los indicios auspicioso, entusiasmó. Y sigue entusiasmando frente al campeonato 2026 de la F-1 con todo nuevo. Una alternativa, hay que aguardar y le permita tirar la llave para cerrar todos los autódromos.
El pibe que devastó a los argentinos por el entusiasmo despertado, mantuvo un promedio como para seguir apostando en el, si bien no pudo pasarse por alto que hubo grandes premios que no mostró su mejor faceta. Sí, claro, son carreras de autos…
Como desde cuando debutó, Colapinto no la tiene fácil en F-1. A los consagrados, con quienes compite pero no rivaliza, se suman pibes feroces, como el dispuestos a mojarle la oreja a las superstar. Y para meterse en ese grupo futurista, tiene que crecer en aplomo, confianza y equilibrio emocional.
Carlos Reutemann allá muy lejos en el tiempo, resultó el último argentino que llegó al tope de la F-1. Los escasísimos que lo prosiguieron, Esteban Tuero, Gastón Mazzacane, dentro de contextos absolutamente diferentes, sin la comunicación actual casi sin límites, no lograron despegarse de la retaguardia. ¿Lo conseguirá Franco?, ¿Será 2026 su punto de partida en el nuevo Alpine-Mercedes, para dar el salto cualitativo aguardado en forma unánime por los argentinos? Habrá que ver…
Foto portada: gentileza Alpine F1-Getty Images.
28-12-25
