SE FUE Y NOS DEJÓ UN RECORD
Gil de Ferran no llegó a ver el 2024. Falleció a los 56 años mientras disputaba una carrera de karting entre amigos. Curioso destino para quien sigue siendo el hombre más rápido del mundo en circuito cerrado…
Los jóvenes probablemente no lo tengan presente. Ocurrió durante la clasificación de las 500 Millas de California, en el súper óvalo de Fontana y en octubre de 2000. Fue la época en la que la guerra civil entre los monopostos de los Estados Unidos (el tradicional CART contra el ovalista IRL), derivó en una decadencia de la especialidad, de la que no se ha recuperado nunca. NASCAR se volvió en esos tiempos, en la serie más popular de los EEUU y no cedió más el lugar.
Antes de ese conflicto que desangraba al automovilismo, el CART competía en interés con la Fórmula 1, y hasta podía sacarle pilotos e ingenieros. Quienes no lograban graduarse en la F-1, aunque tuvieran calidad para hacerlo, recalaban formalmente en la especialidad norteamericana.
De Ferran había debutado en CART en 1995, corriendo para el equipo de Jim Hall, el creador de la mítica marca Chaparral, con la que ganara la Indy 500 en 1980, entre otras grandes carreras. En 1999 competía para el equipo de Derrick Walker, cuando ofreció un espectáculo sensacional.
Nigel Beresford, por entonces ingeniero del Team Penske, lo cuenta así: “Estábamos parados con RP [Roger Penske] en los pits de Toronto en la clasificación del ‘99. Todos los favoritos salieron pronto a perseguirse unos a otros, desgastando sus neumáticos. De Ferran daba vueltas, calentando suavemente sus (marcadamente inferiores y francamente terribles) cubiertas Goodyear, dejando que la pista se engomara, y buscando un hueco en el tráfico hasta los últimos instantes de la tanda. Hasta cuando finalmente entregó todo y conquistó la pole por un cuarto de segundo sobre Dario [Franchitti] en una vuelta de 57 segundos… El siguiente usuario de Goodyear era su compañero del Walker Racing en el 15° lugar. Uno podía darse cuenta de que RP se sentía masivamente impresionado con lo que acababa de ver”.
Tanto, que Penske lo contrató para la temporada 2000. Su compañero iba a ser el canadiense Greg Moore, quien no llegó a serlo debido al trágico accidente que le quitó la vida en Fontana, la anteúltima carrera del ‘99.
Un año después, en la clasificación de la California 500, De Ferran salió en último lugar a completar sus giros. Hasta ese momento, la primera fila estaba copada por Michael Andretti y Christian Fittipaldi. El estadounidense había completado su giro rápido a 384,707 km/h de promedio.
Pero el brasileño nacido en París portaba dos secretos.
De nuevo Beresford: “Honda tenía por Gil un respeto parecido al que habían sentido por Ayrton Senna. Su habilidad para proveerles feedback cada vez que había desarrollos en el motor era impresionante, y era su piloto favorito en la serie. De hecho, el motor que utilizó en esa clasificación en Fontana era claramente un ‘especial’ que había venido directo de Japón, no de la factoría californiana de la marca”.
Ese Reynard-Honda tenía además un secreto en el tren delantero, de la que el diseñador Chris Kirk era responsable. Beresford: “Gil entendió los matices de la suspensión delantera con elevación de peso que desarrollamos; sabía que una pérdida de torque de alineación automática debido a la geometría no era una indicación de pérdida de agarre, por lo que podía conducir a través de ella”. Esto era, sin levantar jamás el pie del acelerador.
Con esos secretos, Gil de Ferran completó su vuelta rápida a 241,428 millas por hora de promedio. Eran 388,457 km/h. Cuatro kilómetros por hora más que Andretti. Un campo. En los pits, Penske se abrazó con Al Unser Jr.
388,457 sigue siendo record. Nunca nadie había dado una vuelta en circuito cerrado tan velozmente como De Ferran. Ese récord nunca cayó: el CART dejó de ser lo que era, cuando Penske se cambió de bando. La categoría se desinfló, y nunca mas hubo inversión para continuar por ese camino de velocidad.
“Gil definió lo que era clase como piloto y como caballero. Campeón de IndyCar y ganador de la Indianápolis 500, logró muchísimo durante su carrera, tanto dentro como fuera de la pista”, lo honró el propio Penske tras la inesperada muerte. “Gil fue amado por tantos. Era un gran amigo del Team Penske y de la familia de IndyCar, tanto como de la comunidad internacional del deporte motor. Su deceso ha sido una pérdida terrible, lo extrañaremos profundamente”.
Gil de Ferran sigue instalado en los libros de récords. Y aquella defección de Penske dio lugar a otra fábula de automovilismo, pero de esa nos ocupamos en breve.
Gil de Ferran, un grande de verdad, no debidamente reconocido por aquellos que consideran a la F1 como la «máxima». Descanse en paz Gil.