Y SÍ, EN LA FAMOSA CIUDAD DEL ESTADO DE NEVADA, EE.UU, LOS MENÚES DEL MUNDO ABUNDAN…
La humorada sirve para emparentar de alguna manera el insólito comienzo del Gran Premio de Las Vegas, en la avenida (Strip) y calles aledañas como epicentro, donde se encuentran localizados los mega hoteles con sus infaltables y suntuosos casinos, donde pueden volar los dólares de todo pelaje y color. Alfombras por donde han sabido caminar a lo largo de los años, millones de turistas y algunos argentinos con billeteras rebosantes. Una ciudad que no parece estar rodeada por el desierto, cosmopolita, adonde se afincan hombres y mujeres de variadas procedencias, en su mayoría latinos como mexicanos y provenientes de otros países latinoamericanos, a la búsqueda de su dólar de oro.
Una ciudad que volvió a a escuchar ese sonido sordo de los motores híbridos de la F-1 en la madrugada sabatina en la Argentina.
Una ciudad que guarda su costado de los comienzos, en el centro, el downtown y en la techada y tan pintoresca calle Freemont, y el otro modernista el Strip. La avenida de unos seis kilómetros de extensión donde se apilan los impresionantes hoteles, con el andamiaje a puro lujo y ostentación, e imaginación mirando al otro lado del Atlántico, Europa. Allí se reprodujeron como hongos esas inconfundibles moles, hoteles, casinos, burdeles, restaurantes, teatros, agencias para casamientos y divorcios express. Por unos pocos dólares, te vas con la consciencia tranquila y acaso feliz, casado o divorciado. Todo legal (en Las Vegas).
Historias a raudales no deja de disparar la ciudad, y entre esas historias, la Fórmula 1 ocupa un lugar con sabor a recuerdo, ahora reeditado ante el regreso del Gran Premio y nocturno, para que a la platea televisiva en Europa le cayera como anillo al dedo frente al televisor. Espectáculo millonarios, si bien el lucro mayor y la repercusión se lo han llevado memorables combates de boxeo protagonizados por gigantes de los puños, moviendo alrededor un negocio de apuestas (como iban a faltar!) con incontables ceros..
¿Y los argentinos? El sabor tan agridulce, eternamente doloroso originado al cabo del GP de Las Vegas de 1981, cuando aquel fatídico sábado de octubre, el Lole Carlos Reutemann, se bajó del Williams con la amargura de su vida a cuestas, por la pérdida frente a Nelson Piquet de aquel campeonato que había hecho soñar a los argentinos, y paralizado el país durante la carrera. «Aún duele», simple y directo, así reconoció lo vivido ese día, Felipe Mc Cough, desde hace años productor/empresario/hombre de medios, Felipe Mc Gough al regresar a Las Vegas ocupado en el andamiaje para la cobertura de una cadena televisiva internacional. Felipe en octubre del 81, en sus iniciales acercamientos a la F-1, había sido destacado como enviado especial por el programa radial Carburando, encabezado por el inconfundible Cacho González Rouco, para cubrir lo que iba a ser, la concreción de la hazaña inconmensurable del Lole…
A regañadientes llegaron a la ciudad varios pilotos de F-1, quien más levantó la voz y no ocultó por sentirse un «payaso» en una carrera para el «90% de show y 10% de deporte», resultó ser el tricampeón Max Verstappen. Imaginate como se habrá sentido cuando se produjo el incomprensible incidente donde se vio involucrado Carlos Sainz.
A apenas nueve minutos de iniciada la primera práctica finalmente concluída en plena madrugada en el desierto, la Ferrari del español se llevó puesta una tapa de fierro que se soltó e hizo estragos en la trompa, piso y batería del auto rojo y llevó a un prolongado parate de la actividad que recién pudo finalizar a las cuatro de la mañana del centro oeste norteamericano, cuando el frío en la actual época del año se hace sentir en serio.
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En la maravilla arquitectónica que costó unos 435 millones de dólares para permitir que la F-1 acelerara por tercera vez en las calles, esa tapa suelta, dio lugar a una polémica con atisbos de escándalo. Para colmo la FIA, obligado a cambiar piezas en la Ferrari nro 55, condenó a Carlitos a largar en la retaguardia el gran premio (tres de la madrugada de domingo en la Argentina). Penalización que hasta el cumpleañero Christian Horner, (festejó los 50, un langa), director y CEO del equipo Red Bull entendió que era injusta, el reglamento ante eventos de esta naturaleza muestra sus grises.
«La FIA, los equipos, las reglas que claramente podrían aplicarse como fuerza mayor para que yo no aplique una penalización, pero de alguna manera la gente siempre (encuentra) algunas formas de empeorar la situación para un individuo y creo que en este caso es mi turno de pagar el precio«, expresó Sainz Jr. con respecto a la penalización que deberá cumplir tras la clasificación con el recargo de diez (10) puestos por esa «norma» reglamentaria ante el reemplazo.
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Los comisarios de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) denegaron el reclamo de Ferrari.
En la resolución, las autoridades determinaron que, «a pesar de que el daño fue causado por circunstancias externas muy inusuales, el artículo 2.1 de la Fórmula 1 obliga a todos los oficiales a aplicar el reglamento tal y como está escrito», por lo que, «en consecuencia, debe aplicarse la sanción obligatoria especificada en el artículo 28.3 del Reglamento Deportivo».
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Aguardó a la F-1 nocturna en la ciudad del pecado, el entrenamiento tres y la prueba de clasificación (sábado a las cinco de la mañana en la Argentina), a un día del crucial balotaje presidencial entre Sergio Massa y Javier Milei…
Hubo que esperar que las tapas no siguieran pateando el hígado a la F-1.