¿El campeón es el mejor? La pregunta, quizás la piedra angular de la filosofía en el deporte, retorna cada tanto, insatisfecha como corresponde, al ruedo. Sucede en todas las disciplinas, no solo en el automovilismo, aunque aquí se tiñe de sutileza considerando la variable mecánica, que no es del todo posible despegar de la habilidad conductiva. De todas maneras, considerando al conjunto auto-piloto (y equipo, si se quiere), se renueva la inquietud a propósito del cambio de sistema de puntaje establecido para el Mundial 2010 de la Fórmula 1.
Es la cuarta ocasión en 60 años de historia del Mundial en que se modifica el reparto de puntos a los mejores clasificados de cada Grand Prix y, por esa misma razón, habilita la reaparición del interrogante. Dado que ningún sistema se basa en una planificación científica, es lícito preguntarse si el campeón es el mejor o simplemente el más favorecido por un conjunto de reglas arbitrarias (en el sentido de que son así y no de otra manera).
Puesto de otra forma: ¿Jenson Button es el campeón porque lo benefició el ya antiguo sistema de puntos y, eventualmente, no habría sido campeón con el anterior? O más angustiante todavía: ¿habría perdido Juan Manuel Fangio alguno de sus títulos si se hubiera aplicado entonces esta escala multiplicadora, una de las primeras medidas de la nueva administración de Jean Todt al frente de la FIA?
En principio, digamos que en general los campeones habrían sido los mismos en los últimos años. De hecho, en la última década, solo habría cambiado un resultado con el nuevo sistema: en 1999 el campeón habría sido Eddie Irvine y no Mika Hakkinen. Pero el resultado no es menor: también habría sido Irvine el campeón si entonces hubiera estado vigente el sistema impuesto entre 2003 y 2009 (que otorgaba puntos a los ocho primeros, en lugar de a los seis primeros, como entre 1961 y 2002) y, por lo tanto, no habría sido Michael Schumacher el piloto en darle a Ferrari su primer título de pilotos en 20 años…
Vale la pena refrescar aquí los sistemas de puntuación que ha utilizado la F-1 en su historia Mundial antes de continuar reflexionando.
1. El original, vigente entre 1950 y 1960, establecía una escala de 8-6-4-3-2 para los cinco primeros, más un punto al autor de record de vuelta.
2. El segundo, el más longevo, rigió entre 1961 y 1990: 9-6-4-3-2-1 para los seis primeros. El ganador tenía un punto adicional y se ampliaba el número de pilotos que sumaban al cabo de una carrera.
3. Entre 1991 y 2002, el ganador pasó a llevarse 10 puntos, de manera que las victorias tuvieran más peso en el resultado final. El resto de la escala permaneció inalterado.
4. Entre 2003 y 2009 se premió a los ocho mejores de cada carrera, con una escala 10-8-6-5-4-3-2-1. Se favorecía así la regularidad y, de paso, se daban más chances a los rivales de Schumacher de pelearle el título que ya había ganado en cinco ocasiones. Los equipos del fondo de la grilla tenían más oportunidades de sumar puntos.
5. El nuevo sistema, que entregará 25-20-15-10-8-6-5-3-2-1, premiará a los 10 primeros de cada carrera, teniendo en cuenta que habrá 26 coches en la grilla, de manera que los equipos menores puedan “venderle” puntos a sus sponsors.
Con esta nueva escala, el Mundial 2009 habría conservado a los cinco mejores del año exactamente en las mismas posiciones. Bien mirado, es el mismo sistema que el anterior, solo que multiplicado por 2,5:

2009
10-8-6-5-4-3-2-1

x 2,5 =
25-20-15-12,5-10-7,5-5-2,5

2010
25-20-15-10-8-6-5-3-2-1

El cuarto puesto “pierde” (de 12,5 a 10), también el quinto (de 10 a 8) y el sexto (de 7,5 a 6), pero no el séptimo (5). Sube el octavo (de 2.5 a 3) para permitir que haya puntos al noveno (2) y al décimo (1).
En esencia, se fortalece más el trabajo de los pilotos que suben al podio, en desmedro de los otros. Se castiga más, también, el abandono o no sumar puntos en una carrera (lo que puede favorecer cierta conformidad) pero también es más sencillo recuperar puntos si se han perdido en carreras anteriores, porque hay más para repartir.
La primera conclusión supone que, en lo fundamental, el nuevo esquema no cambia en exceso (o al menos perjudicialmente) la relación entre mérito y premio. Los que estén adelante a menudo van a seguir viéndose favorecidos frente a los regulares. De todas formas, y esto hay que hacerlo notar, cuando llegue la hora de las definiciones se le van a complicar las cuentas a los hinchas.
En ese sentido, el sistema “olímpico” de medallas propuesto por Bernie Ecclestone era el más “justo” de todos, entendiendo la justicia en términos de filosofía deportiva como una correlación directa entre cantidad de victorias y méritos para alzarse con el campeonato.
Pero se sabe que no cuajó y que, de haberlo hecho, la experiencia habría sido desastrosa: pudo habernos privado, literalmente, del emocionante final del Mundial 2009. Aunque aplicada al TC, por ejemplo, habría estado fantástico: el próximo domingo 20, José María López, Mariano Altuna y Emanuel Moriatis tendrían que salir con todo a buscar la victoria en el Autódromo de Buenos Aires para quedarse con el título… y quizás renovar la inquietud: ¿el campeón habría sido el mejor?
Para satisfacer la última duda.
En 1951, Juan Manuel Fangio batió a Alberto Ascari por 31 a 25 puntos en el Mundial. Con el sistema nuevo, habría sido 102,5 a 92,5
En 1954, Fangio superó a Froilán González 42 a 25,5. De haber regido la escala 2010, el resultado habría sido 175 a 82,5.
En 1955, el balcarceño doblegó a Stirling Moss 40 a 23. ¿Y con el nuevo puntaje? Habría sido 120 a 72.
En 1956, Fangio volvió a postergar a Moss, esta vez 30 a 27, con Peter Collins tercero, con 25 unidades. Con la escala flamante, el campeonato habría quedado 92,5 para Fangio, 80 para Collins, 74 para Moss.
En 1957, Fangio relegó –una vez más- a Moss, por 40 a 25. ¿Resultado 2010? 140 a 73,5.
Sí, Fangio habría sido, de todas maneras, quíntuple campeón del mundo. No hay que rasgarse las vestiduras, entonces, con este nuevo sistema de puntaje.

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