EL INFIERNO TAN TEMIDO

¿DEMASIADO AMPULOSO EL TÍTULO?

Ocurre que para los apasionados por las carreras de los autos de toda la vida, el Autódromo Oscar y Juan Gálvez de Buenos Aires es un templo; un altar venerado en el que se han vivido pasajes de los más rico de la historia fierrera, y donde corrieron los más grandes de todos los tiempos. En cada rincón del autódromo, se respira historia. Es un sentimiento.

Resulta redundante hablar del significado del lugar en Villa Lugano. El Autódromo pasó a ganar espacio y a generar preocupación acerca de su destino, a partir de los anuncios que se fueron sucediendo por parte del gobierno de la ciudad de Buenos Aires desde hace unos años, relacionados con los planes para “ponerlo en valor”, y categorizarlo a niveles estipulados por la FIA, a modo de dejarlo apto para recibir categorías mundiales en una etapa inicial, a excepción de la Fórmula 1, con el agregado de convertirlo en “Ciudad Autódromo”. Acaso, debiera colocarse en primer término este objetivo mencionado último.

La creación por ley (dilatada su aprobación), derivó en la creación de un fideicomiso para administrarlo y llevar adelante la planificación resuelta. Fue el paso inicial para la etapa puesta en marcha hace un par de años por el gobierno porteño. Una etapa en la que no ha estado ausente la lucha de intereses políticos y sectoriales.

En un autódromo donde la política ha ganado el centro del campo, los cambios y mejoras en el “coliseo” han sido casi imperceptibles, acentuándose su estancamiento, falta de inversiones y por ende, ausencia de obras de envergadura (se esgrimen las hídricas efectuadas en la zona del curvón Salotto), más allá de las buenas intenciones mostradas por la Asociación Argentina de Volantes al frente de la gestión durante su efímero paso.

El Autódromo de los Gálvez marcha hacia una reconversión que bien podría dejar al automovilismo “despistado”, justamente en la casa mayor de la velocidad. La negativa de los funcionarios de turno, ha sido reiterada; proclamando “larga vida al Gálvez”, y también que no se le cercenará ni un metro al automovilismo y a sus acólitos.

Sin embargo, conducido por funcionarios políticos, muy poco inmersos en la cultura del olor a nafta y aceite, no da la impresión de encaminarse hacia el rumbo proclamado. Indicios suelen acumularse, más aún cada vez que el gran público concurre ante una cita convocante, que no exceden las de Turismo Carretera y Súper TC2000, si bien en el caso del Super con profusa distribución de entradas sin cargo, como ocurrió para los recientes 200 Km. Estrategia que celebramos desde visionauto, somos proclives a un deporte motor con tribunas densamente pobladas, con gente tradicional más públicos nuevos que las categorías, dicho sea de paso, poco hacen para atraer. Las tribunas vacías en cualquier autódromo argentino, lastiman, dan pena, simbolizan muchos factores concurrentes vinculados al contexto y también, a la pérdida de convocatoria que ha venido golpeando a las carreras de autos, por errores propios y falta de decisiones para revertir esa caída, entre las razones.

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Pechito Lopez en su parada en el Gálvez para correr los 200 Km del Súper junto a Matías Rossi, fue elocuente; “me da pena ver al autódromo en el estado en que está”. No descubrió nada, no son contados los que coinciden, si bien no hablan sin filtros.

Un autódromo cada vez más lejos de la gente, burocratizado por la política; sectores de tribunas inhabilitadas con las ubicadas frente a la tradicional Chicana de Ascari, instalaciones que mantienen su obsolescencia, baños para el público en estado, ¿cómo decirlo, ¿indebido o indigno?; sistemas para comunicaciones para la prensa absolutamente ineficientes, accesos restringidos con la indeseada y tan fastidiosa consecuencia de los embotellamientos, espacios para estacionar vehículos en el sector del parque reducidos, lo que ha abierto un obstáculo nuevo para atraer al público a las carreras porteñas. Lugares que desaparecerán ante el advenimiento de Ciudad Autódromo que a riesgo de ser demasiados escépticos, poco lleva a pensar que parte al menos del resultante económico que genere, vaya a volcarse al mejoramiento del autódromo y de la actividad automovilística, si bien el proyecto contempla la autosustentabilidad perdurable en el tiempo, y que no torne necesaria la inyección permanente de fondos públicos

La construcción de locales comerciales destinados al rubro automotor sobre la Avenida Roca, modificará entradas y disminuirá mucho la capacidad para albergar vehículos del público dentro del predio. Por ahí se escuchó decir a un funcionario del fideicomiso, “habrá que conversar con los vecinos para lograr que puedan estacionarse vehículos en las calles aledañas los días de competencias”. Sí, sí; en el mundo al construirse nuevos y modernos estadios, un aspecto tenido muy en cuenta, es el de los estacionamientos y a su vez, los medios de transporte público para llegar al lugar. Suena a que esas cuestiones, acá las leen en otro idioma. El domingo de los 200 Km, muchos que concurrieron como ha sido una costumbre con sus vehículos, no alcanzaron a “conversar” con el vecindario; la muestra fue vehículos diseminados por cualquier lado en forma caótica.

No hace mucho vision publicó una entrevista a Angel Guerra (director deportivo del equipo Renault de STC2000, y en Top Race, asesor del presidente Alejandro Urtubey). Cansado, fastidiado por los obstáculos afrontados para concretar la Carrera del Año de Top Race lanzó, “la lucha interna de poder por quedarse con el Autódromo de Buenos Aires, va a llevar a su desaparición”. Por ahí también se ha escuchado hablar del autódromo como un “botín político”, al que funcionarios y políticos que desconocen por completo el métier del automovilismo, sólo pretenden extraerle beneficios electorales.

El futuro del Autódromo Oscar y Juan Gálvez, ¿el infierno tan temido?

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