UN JUEZ AUSTRALIANO decide quién correrá el domingo en el equipo Sauber y asegura que su fallo es válido para todo el campeonato. No distinguen bien los límites de su competencia.
La justicia australiana falló a favor del piloto holandés Giedo Van de Garde y en contra de la escuadra Sauber, que no lo incluyó en su dotación de pilotos para el Mundial 2015 de la F-1, que comienza precisamente este fin de semana en Melbourne. El equipo suizo apeló, argumentando distintas razones, pero la justicia volvió a producir un veredicto, indicando que si no le da su asiento a Van der Garde, podría secuestrar todo el equipamiento de la escuadra, incluidos los dos C34-Ferrari que están asignados oficialmente al sueco Marcus Ericsson y el brasileño Felipe Nasr.
La determinación final se conocerá en la mañana del viernes en Australia (en la noche del jueves en la Argentina), justo dos horas antes de que comience la primera práctica oficial del año. Eso sí, Van der Garde no tiene todavía la superlicencia, y el procedimiento normal para conseguirla lleva dos semanas… pero los jueces dictaminan que su fallo es válido para todas las carreras del campeonato, no solo ésta de Australia. Como el juez Griesa de Nueva York que pretende que sus decisiones son universales…
A punto de cumplir 30 años, Van der Garde corrió todo el 2013 para la ya fenecida escuadra Caterham, con la que consiguió un decimocuarto puesto como resultado más óptimo, pero cerró el año con un acontecimiento de perillas: se casó con Denise Boekhoorn, hija de uno de los empresarios más ricos de su país.
Marcel Boekhoorn posee una fortuna estimada en 1.300 millones de euros. Con intereses tan diversificados como la electrónica (posee una empresa de producción de antenas inalámbricas para celulares que es la base de su imperio) hasta el deporte (es dueño del Nimega de la Eredivisie holandesa), su yerno se transformó también en otro proyecto.
Con apoyo de su suegro, Van der Garde eligió dejar Caterham para revistar durante 2014 como tercer piloto en Sauber. Siempre carente de una base económica sólida, la escuadra de Hinwil lo captó como a otros potenciales pilotos respaldados por aportes, tal el caso de Sergei Sirotkin, un piloto ruso de la Fórmula Renault 3.5 o la suiza ex IndyCar Simona de Silvestro. Esos dos proyectos naufragaron durante 2014.
El principal soporte de Sauber es Ferrari, que a cambio disfruta del apoyo incondicional en la política de la máxima categoría. El plan de Sauber para 2015 era contar con el francés Jules Bianchi, del establo de pilotos del Cavallino Rampante, como primer piloto, y con Van der Garde como segundo. Ferrari ponía también al ascendente italiano Raffaele Marciello como piloto de pruebas.
Pero Bianchi sufrió el infortunado accidente en Japón del que no ha vuelto a recuperar la conciencia, y Ferrari ya no podría ayudar. Apareció en escena el sueco Ericsson, que pagaba cerca de 15 millones de dólares para correr todo el 2014 con Caterham, y Sauber le hizo firmar un contrato. Van de Garde ya tenía el suyo. Pero la escuadra entendió que los números seguían sin cerrarle y aceptó el trato ofrecido por Nasr: la cifra que aportan sus sponsors brasileños es superior que la que Boekhoorn comprometió para asegurar la butaca de su yerno. Van der Garde se enteró por las noticias que su contrato no valía ni el papel en el que estaba escrito. Y apoyado por su suegro, amenazó a Sauber con acciones legales.
Como la escuadra no ofreció un arreglo extrajudicial, fue a juicio, reclamando su butaca para el fin de semana. Sauber argumentó que sería peligroso hacerlo correr en un auto que fue diseñado en torno de los otros dos pilotos y los jueces australianos se preguntaron por qué la FIA no ha intervenido en el caso si es solamente una cuestión de seguridad. Los abogados de Ericcson y Nasr también se presentaron como damnificados en la corte australiana, pero ésta está con Van der Garde.
Esta historia no ha terminado.
Por P.V.