LE GANÓ A LA LLUVIA Y LA NIEBLA
Jackie Stewart cuenta que cada vez que tenía que ir a correr al viejo Nurburgring, antes de cerrar la puerta de su casa se quedaba un rato largo mirándola porque pensaba que podía ser la última vez. Una muestra de lo riesgosa que era la Fórmula 1 de los dorados ´60.
De haber imaginado la terribles condiciones climáticas que reinaron hace medio siglo en el Gran Premio de Alemania, seguramente se hubiese quedado mucho más de lo normal mirando el interior de su casa. Es que una permanente lluvia e intensa niebla, conformaron condiciones caóticas como pocas veces se vieron en la Fórmula 1. Y encima, tuvieron el plus de un circuito tan peligroso como el Nurburgring de los 22 kms y las infinitas curvas.
“En la actual Fórmula 1 no se correría una carrera en esas condiciones”, reconoce Stewart desde la tranquilidad de su retiro cada vez que se lo consulta sobre aquel gran premio que, sobre el Matra MS 10 significó la 4ª de las 27 victorias que sumó en el Mundial. y la que con la tranquilidad del tiempo transcurrido consideró la mejor de todas. Y pensar que Jackie estuvo a punto de no correr, por las secuelas de la fractura de su muñeca derecha sufrida meses atrás en una carrera de Fórmula 2 en Jarama.
La lluvia fue una asidua visitante del Mundial en aquella temporada de 1968. Esto profundizó el duelo de neumáticos que por entonces comprendía a Dunlop, Firestone y GoodYear. Con el propio Stewart y un 1-2 que completó Jean Pierre Beltoise, Dunlop se anotó un claro éxito en Holanda. La reacción de Firestone llegó un par de semanas después con un especialista en la lluvia como Jacky Ickx, quien sobre una Ferrari debutó como ganador en un Gran Premio de Francia ensombrecido por la muerte de Jo Schlesser. La tragedia, algo frecuente en aquellos años, había golpeado la sensibilidad de Stewart en aquella temporada con las muertes de su compatriota y amigo Jim Clark y del inglés Mike Spence, su compañero en BRM en 1967
El mal tiempo ya estaba instalado en Nurburgring cuando el jueves Stewart llegó en la avioneta Piper Azteca de Graham Hill, su rival en lucha por el campeonato. Una situación demostrativa que generalmente las rivalidades terminaban en las pistas. Una de sus primeras actividades fue dirigirse a un traumatólogo local para sacarse el yeso en su mano derecha, y reemplazarlo por una férula de plástico con la que entrenó, clasificó y corrió. La suspensión de los entrenamientos del viernes le hizo ganar un día de reposo, y el sábado quedó 6º en la clasificación que encabezó Ickx. El belga sobre la Ferrari 312/68, aventajó a su escolta y compañero Chris Amon por ¡10s 9/10!. Stewart se ubicó a ¡50s 2/10!. Diferencias inimaginable en estos tiempos, pero entendible en un circuito de 22.835 metros como era aquel legendario Nurburgring, donde el poleman había marcado 9m 04s
No cambió el panorama climático aquel domingo 4 de agosto previsto para la carrera. La lluvia y la niebla cubrieron el Nurburgring en una situación que le dio una imagen casi fantasmal al Castillo del Nurburg, enclavado en pleno circuito y origen del nombre del trazado alemán. El mal clima no desalentó la llegada del público, que en gran cantidad se instaló a lo largo del circuito para ver in situ, una de las carreras más tradicionales del calendario. Era la única alternativa de verla, porque todavía no eran años de televisaciones en directo.
La lluvia nunca cesó pero en ningún momento se barajó la posibilidad de suspender el gran premio Si, hubo una demora de 50 minutos que lo espectadores soportaron estoicamente, y con una limitada visión ya que desde la tribuna central no se alcanzaba a divisar los boxes que se encontraban apenas a 40 metros. A diferencia del poleman Ickx, Stewart tuvo una muy buena largada y trepó al tercer lugar por detrás del Lotus 49B de Hill y la Ferrari de Amon. “No quería quedar en el spray de ambos y por esos busqué superarlos enseguida”, contó Stewart, quien logró su objetivo antes de culminar la extensa vuelta inicial. “No sé cómo pude superarme porque delante de mí no se veía nada” coincidieron Hill y Amon, asombrados por la temeridad de la maniobra del escocés que admitió que «estaba conduciendo contra una pared de spray y casi a ciegas…». Una temeridad que tuvo su premio, ya que al primer paso por la recta principal el Matra número 6 había acumulado una ventaja de 12 segundos, que se amplió 24 en el segundo giro. Mucho, pero todavía faltaban 12 vueltas, bajo la lluvia y la niebla, con las trampas acechando en cada metro de una pista surcada por torrente de agua y con una visión de apenas 180 metros…
“Cada vuelta que terminaba, le daba gracias a Dios”, reveló Stewart en su autobiografía donde también admitió, ”en muchos momentos corrí asustado”. Ese agradecimiento divino tuvo su máximo punto al concluir la vuelta 11. Un rato antes y a poco de encarar el Karrousel, su Matra se descontroló al pisar un torrente de agua que cruzaba la pista, y tan cerca estuvo de despistarse como de embestir a un auxiliar de pista. Jackie pudo recuperarse de tan difícil situación, y a partir de allí optó por la prudencia para asegurar el triunfo ante un Hill que también sufrió el mismo inconveniente.
Stewart nunca vio con tanto agrado una bandera de a cuadros como la que cayó sobre su Matra luego 2h 19m03s 2/10 de permanente e inédita tensión.Recién 4m 03s 2/10 después llegó Hill como “cercano” escolta sumando 6 puntos que fueron clave para que a fin de año se consagrara campeón mundial por segunda vez. Antes de subir al podio, Stewart preguntó si algún piloto se había accidentado. Recién después que le informaron que los despistes de Elford, Amon y Beltoise no le habían ocasionado lesiones a sus pilotos, Jackie soltó el festejo de su triunfo. Su mejor triunfo en el peor escenario.
Fotos: mcdrifter.com y redbull.com.
Increible ! Me encanto!
Muy buena cronica!!!