El TC en Buenos Aires y su gente, fidelidad a prueba del paso del tiempo.
Una vez más la familia teceísta presente en su amado Gálvez, presente para poner los oídos y escuchar la maravillosa sinfonía de los motores, y bancando para respetar la esencia de la categoría.
Otro fin de semana de Turismo Carretera en el Autódromo Oscar y Juan Gálvez de Buenos Aires, para reiterar el fenómeno particular encarnado por la categoría, y su correlato, las hinchadas. Como indican las buenas costumbres, las tribunas bautizadas según las hinchadas que las han venido ocupando desde hace décadas. Los escalones que abrazan al circuito 12 le dieron una identidad a las tribunas 4, 7, 15 y 16, y esos fanáticos que llevaron los colores de sus amores para todos lados.

“Un hermoso fin de semana, el clima espectacular, yo traigo la bandera de Dodge que tengo desde hace 15 o 16 años, es una de las primeras que hice. Sigo a los Dodge adonde sea, siempre bancando a la marca; estuve parado frente a la 7, y viví el mismo folklore, no falla», sentenció Gustavo, un apasionado por el Carnero.

La escenografía respeto la habitualidad generada por el TC, un circuito colorido como corresponde del otro lado del alambrado. La series encontró a los hinchas de Chevrolet decorando la S del Ciervo con sus banderas, muchos pidiendo que no sea demolida la tribuna, como indica el proyecto de la obra de fondo para actualizar al Gálvez. El telón inmenso descansaba sobre el primer escalón, listo para cuando salieran los autos a correr las selectivas.

“Me encantó venir al autódromo, escuchar el rugido de los motores fue impresionante y se me erizó la piel cuando largaron. Fundamentalmente desde la tribuna 15, sería una lástima si la sacaran, pero la plata manda. Como cada fin de semana de TC, hinché por Chevrolet. Vine con mi hermano, a mi papá de a poquito se le fue la pasión. Pero cuando pudo nos acompañó», contó Manuel, un joven fanático de la marca del Moño.
Temprano la gente empezó a llenar las tribunas, si bien en gran número no alcanzó a la de anteriores fechas de TC en Buenos Aires. En el camino a su rincón, chusmeaban los puestos para compra una bandera, remera, los populares autitos a escala de TC y hasta juguetes para los más chiquitos.

los visitantes del stand, y también estuvieron Manuel Urcera y Niki Trosset, los pilotos de TC patrocinados por Corven. Participaron además las unidades de negocio
como Neumáticos, Movilidad Individual, Unidad Automotriz con Foton y Autopartes. (Foto prensa Grupo Iraola).
Mientras que en sectores internos, empresas montaron espacios promocinales y para recibir invitados de envegadura como patrocinantes oficiales del TC, Shell, Mercedes Benz Camiones y Buses, Corven, Mostaza, Bplay, Río Uruguay Seguros.
“Estoy acostumbrado a ir a otro tipo de autódromos, donde acampamos y nos quedamos los tres días. Este de Buenos Aires, te brinda algo diferente. Si bien venimos sábado y domingo, es distinto, el Gálvez siempre lo fue”, afirmó un hincha más, ubicado en una de las plateas al lado del palco oficial.
Por el lado de la Horquilla, la hinchada de Ford ingresó a su sector, la tribuna 4, casi al mismo tiempo que los autos de la primera serie llegaban a la grilla. Bombos, banderas agarradas nomás a trozos de palo, redoblantes, bengalas de humo azul tiñieron la entrada a la recta principal y canticos aludían a la marca del óvalo, y otros con dedicatoria a los seguidores de Chevrolet.
La sinfonía de los seis cilindros en línea no terminaba de aturdir, sin embargo, era posible escuchar a transmisiones radiales. Así la gente se enteró del despiste de Julián Santero, que provocó la la poca velocidad de los autos al llegar a la última curva.
No faltó tampoco la bandera en homenaje a Guido Falaschi; los trapos de «La 157», fanáticos de la familia De Benedictis; y aquellas con nombres de peñas, pueblos y públicos proveniente de esas localidades, muchos pegados al alambrado una vez más. Banderas sobre los hombros, y quienes fueron con papá, mamá, hermano hincha de otra marca, conviviendo bajo el manto de la misma pasión. Del mismo modo, los que pernoctaron, aunque cada vez se ven menos casas rodantes y gazebos sobre el estacionamiento en la Avenida Roca.
El domingo una vez culminada la final y con aire de despedida, el gentío comenzó la vuelta a casa. Unos con la cara larga, otros contentos. Y no dejaron de llamar la atención aquellos que se llevaron como souvenir partes de autos: un plástico, un pedazo de trompa e incluso un ¡canalizador!
Conrado Maguna Martorel
Fotos: CMM
26-8-25


















