SE CUMPLEN DOS DECADAS del fallecimiento de Juan Manuel Fangio, ocurrido el 17 de julio de 1995. En vida nos habló de esta manera:
En 1992, la revista El Gráfico me comisionó para realizar una doble entrevista: volvíamos de los Estados Unidos, de ver a Juan Manuel Fangio II consagrarse campeón en la categoría IMSA GTP y fuimos a Balcarce a producir un diálogo entre el flamante consagrado y su famoso tío, el Quíntuple campeón del mundo de Fórmula 1, Juan Manuel Fangio.
Aquel sábado en Balcarce tuve la fortuna de ser conducido por Fangio desde su casa de la Calle 13 hasta el Museo, mientras su proverbial chofer Gimeno iba sentado a su diestra. Ya habíamos charlado en profundidad en aquella casa y nos trasladamos para la producción fotográfica.
De ese diálogo que duró algunas horas, extraje estos párrafos con sentencias del Quíntuple, dignos de ser repasados a dos décadas de su desaparición física. Qué bueno es volver a leerlo (o a escucharlo…):
“El objetivo de las carreras es siempre el mismo. Han pasado los años pero en cualquier competencia en el mundo se pueden contar con los dedos de la mano los conductores que pueden llegar a ganar. En una carrera siempre hay tres grupos de pilotos. Los grandes de verdad, que son los candidatos; los que pueden arrimar, que sacarán un buen resultado y acaso alguna vez se transformen en alguien, y los principiantes, de quienes, con mucha fortuna, uno subirá al siguiente escalón. Sin embargo, todos compiten con el mismo entusiasmo”.
“Nadie nació sabiendo. Nunca se termina de aprender y de los errores es de dónde uno saca conclusiones. Iba a un circuito y daba vueltas y vueltas, y al final, cuando terminaba todo, me sentaba sobre una pila de gomas a pensar en dónde estaba perdiendo tiempo”.
“Los dos grandes accidentes que yo tuve, en Perú y en Monza, fueron por el mismo motivo: por cansancio físico. Fue una de las grandes enseñanzas que me dieron las carreras. Ni viajo en la ruta cuando estoy cansado”.
“Nadie le da un auto ganador a un conductor que no lo sea”.
“Los ganadores siguen estando más allá del dinero. No creo que la mayoría de los pilotos corra por negocio. Están los que lo hacen para el público o para los periodistas, los que compiten por ganar más plata y los que corren porque les gusta. Yo pertenecí a los de esta última clase”.
“Nunca pregunté ni que premio había ni cuanto iba a ganar por una carrera. Es cierto que en aquella época no había tanto para repartir como ahora: la TV ha hecho milagros. En esos tiempos, a lo sumo iban cien mil personas a ver una carrera y de allí tenía que salir todo el dinero. Había un premio especial, la prima, que se daba a cada piloto según su importancia. Yo aumentaba mi cotización y se la hacía incrementar a los que corrían en mi equipo”.
“Lo mío fueron circunstancias de la vida. Yo jugaba al fútbol en el club Rivadavia y mi carrera deportiva en Balcarce había alcanzado un techo. Me ofrecieron jugar en Mar del Plata. Los amigos insistieron para que me quedara. Como no tenían argumentos para convencerme, me ayudaron a levantar un taller mecánico, en esta casa, allá adelante. Trabajábamos en la calle, no había mucho lugar. Cuando había que viajar, yo era el que iba al volante. Así llegué a ser piloto. Después descubrí que, para ganara en el automovilismo, se necesita trabajo y perseverancia. En la vida todo tiene principio: lo importante es que tenga continuidad”.
“Ser piloto de carreras no tiene nada que ver con el coraje”.
Textual de Juan Manuel Fangio. ¿Qué más?
Por Pablo Vignone
Fotos: Archivo VA
Sr. Vignone, me he tomado el atrevimiento de copiar el linck de esta nota y pegarlo en mi facebook, las palabras de don Juan Manuel no tienen desperdicio y uno siempre busca compartir buenas notas con los amigos.
totalmente de acuerdo con vos karun.