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EL PERIODISTA ITALIANO LEO TURRINI, MUY CERCANO A FERRARI, PUBLICÓ ESTA COLUMNA EN EL RESTO DEL CARLINO. LA REPLICAMOS EN HOMENAJE A LA LABOR DEL FALLECIDO PAPA ARGENTINO:

Como muchos otros, yo tampoco podía ser indiferente a la figura del Papa Francisco.

Obviamente, este no es el lugar para comentar sobre su enseñanza. Simplemente diré que le estoy agradecido por el testimonio que dio, hasta el final de sus días.

Puedo recordar, en cambio, un detalle que pertenece a nuestro pequeño mundo.

El Papa y los deportes. Hincha de San Lorenzo desde chico.

Cuando Jorge Bergoglio se convirtió en el heredero de Pedro, supervisé la publicación de un hermoso libro de Stefano Borghi, un muy buen colega, dedicado a San Lorenzo, el club de fútbol argentino que el Pontífice siempre había apoyado.

Francisco se lo agradeció con un pequeño gesto: hizo exponer el volumen en la vitrina de la Biblioteca Vaticana.

Fue entonces cuando me dijeron algo que lo hizo aún más querido para mí.

2018. La Fórmula E, corrió por las calles de Roma, y en uno de los días previos llevarron un auto de la categoría al Vaticano. Francisco lo bendijo.
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Bergoglio no era un entusiasta de las carreras. Sin embargo, le encantaba el deporte, como describió en una maravillosa conversación con su amigo Pier Bergonzi, colega en La Rosea.

Sin embargo, en su juventud hizo una excepción.

El joven Bergoglio era fan de Juan Manuel Fangio, como muchos de sus compatriotas.

¡Fangio! Lo conocí cuando ya era muy mayor. Llevó su gloria con la elegancia de un hidalgo. Había sido el más grande de todos en la era de los héroes, los verdaderos héroes.

Saber que el Papa apoyaba a Fangio me empujó a reconstruir la difícil relación entre Enzo Ferrari y la Iglesia Católica. El Drake no tenía anillo de bodas, pero siempre lo buscó, en vano. Sufrió mucho cuando, precisamente en la época de Fangio, el Vaticano, ¡a través de los mismos jesuitas!, lo comparó con Saturno, el Dios que devoraba a sus hijos. Por eso el Viejo lloró de alegría cuando, pocas semanas antes de su muerte, Juan Pablo II quiso visitar Fiorano (y dio la famosa vuelta al circuito en un Mondial descapotable conducido por Piero, el hijo de Enzo).

Fue el final de un doloroso malentendido.

Creo que Ferrari, como cada uno de nosotros, se alegró de ver esa foto del Papa Francisco junto a un coche que lleva su nombre.

 

 

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