PARA PODER SEGUIR PARTICIPANDO.

Como si hubiera faltado alguna prueba en la pista, Lando Norris acabó por demostrar afuera del pavimento que no alcanza todavía estatura de campeón mundial.

“No fue a raíz del talento, fue suerte”.

Esa frase, más o menos, utilizó para calificar la victoria de su némesis Max Verstappen en el GP de Sao Paulo.

 


La victoria que, para muchos expertos, fue la mejor carrera de neerlandés, para otros una de las carreras más excitantes de todos los tiempo; para el propio Max un «top-10» entre sus triunfos, una demostración que la Fórmula 1 calificó oficialmente de “masterclass”.

-publicidad-

Una clase maestra.

Pero para el Niño Lando, solo fue cuestión de suerte y de “una estúpida regla con la que nadie está de acuerdo” (la de poder cambiar cubiertas en situación de bandera roja).

 

No le bastó al Niño Lando desperdiciar, una vez más, una pole-position. No le alcanzó con que Mclaren le pidiera, no una sino dos veces en el fin de semana, a su compañero Oscar Piastri que lo dejara pasar. Argumentó además que “el ritmo del RedBull era tal, que si hubiera largado desde la punta nos habría sacado una vuelta a todos”.

Basta ya, querido. ¿No hay un asesor de prensa en McLaren?

¿Hay algo más ridículo que felicitar a tu vencedor por Instagram?

Cuando Verstappen dispuso del mejor coche de la grilla, a comienzos de año, ganó siete carreras sobre diez. Después la taba cambió. RedBull se perdió con el desarrollo del RB20, el equipo sufrió el impacto interno del Affaire Horner (una tendencia anticipada por Visionauto en febrero mismo), sufrió una hemorragia de gente capaz, empezando por Adrian Newey, y acabó teniendo el tercer coche de la grilla, detrás del MCL38 de Mclaren y la SF24 de Ferrari.

Entonces, cuando McLaren impuso dos upgrades precisos en Miami y en Zandvoort, Norris pasó a conducir el coche más rápido y contundente de la parrilla. Siete poles a partir de allí.

¿Y cuántas carreras ganó desde entonces?

Tres.

Se podría enumerar la cantidad de oportunidades en las que el piloto número 1 de McLaren, dejó escapar las poles y las opotunidades. No es menester: basta decir que, de Miami a Austin, entre una carrera y otra en los Estados Unidos, de mayo a octubre, no pudo descontarle un mísero punto a Verstappen.

Norris puede ser un gran piloto, pero su rival es un magnífico corredor. Hay diferencias notables. Cuando Max corre desde atrás, da espectáculo como el de Interlagos. En cambio, Norris persiguió a George Russell durante 25 vueltas (foto inferior) sin que a nadie se le moviera un pelo. Le sugirió al equipo que quizás podía pasar utilizando una parada en boxes. Luego, cuando eso se produjo, no lo consiguió. Verstappen se quedó afuera. Después vino la bandera roja. Eso para Norris fue suerte…

No hay equivalencias entre el talento corredor de uno y la fuerza aspiracional del otro. El Norris del piso seco, el del sábado, precisó de una orden de equipo para ganar el Sprint. El del piso mojado, el del domingo, cometió una infracción absurda en el arranque, luego perdió la punta, después se dejó intimidar por Charles Leclerc en un relanzamiento, más adelante perdió lugares yéndose de pista en la curva 4 (foto inferior). Y, por último, otra vez precisó de una orden de equipo solo para terminar sexto. Un desempeño chapucero. 

Interlagos vino a concluir lo que el campeonato estuvio sugiriendo carrera a carrera desde Silverstone: Desde que Lando desperdició su primera pole-position no es un Campeón Mundial en Potencia. No es necesario definir exactamente que es lo que eso significa: vos y todos lectores de Visionauto entienden perfectamente de lo que hablamos. De vuelta al casillero Uno: no basta con ser muy veloz al volante, también hay que poseer estatura de corredor. Los Grands Prix duran al menos 305 kilómetros, no una sola vuelta, y suele viajarse en pelotón, rueda a rueda, no en soledad como a la hora de la clasificación.

Norris no puede disimular con su falta de caballerosidad lo que quedó patentemente expuesto ante el mundo fierrero. Que como piloto de Fórmula 1 es mucho menos que Max Verstappen. Y que, para ser campeón del mundo, todavía tiene -como habría dicho el Duque Oscar Aventín– que comerse un par de sanguches más…

///

En nuestro Taller de Racing Class Latinoamerica, que hacemos por zoom cada lunes a la noche, para desmenuzar cada Grand Prix y anticipar el venidero, una vez que Norris aplastó a sus rivales en Singapur,  fueron analizados los circuitos que se venían en el calendario, llegando a una conclusión decisiva:

Como el McLaren MCL38 es el mejor coche de la F-1, y aplastante en general en los trazados de alto requerimento de downforce, todas las pistas que restaban -menos una- le eran realmente favorables.

Aquella exclusiva en la que el coche papaya puede penar, es la única que no requiere downforce sino velocidad final: el callejero de Las Vegas.

¡Qué casualidad! Justamente el circuito de la próxima cita. Justamente cuando a Verstappen le basta con terminar delante de Norris para asegurarse su cuarto título mundial.

Game over, Lando.

Insert Coin

Seguí participando.

 

-publicidad-


2 COMENTARIOS

  1. La diferencia entre Verstappen y Norris es mas o menos la misma que hubo entre Schumacher y Hill en la decada del 90. Los que vivieron esa epoca se acordaran….
    Hill pudo ser campeon en 1996 con el mejor auto y aun asi el «rookie» Villeneuve con el otro Williams lo puso en serios apuros.
    Quizas en 2025 Lando tenga otra oportunidad si McLaren arranca con el nivel actual (y los rivales no mejoran). En ese caso el problema sera Piastri, que no esta dispuesto a ser el numero 2.
    Saludos

  2. Norris es como Stroll pero con un poco mas de talento para manejar, los 2 llegaron a la F1 por su poderio economico no tanto por su talento, dudo mucho que salga campeón.

DEJÁ UN COMENTARIO

Por favor escribí tu comentario
Por favor ingresá tu nombre