LA MUERTE LE GANÓ DE MANO.

“Si querés ser campeón ficha por Lotus, pero si querés permanecer vivo, quedate en Brabham…”.

Bernie Ecclestone siempre fue un hombre de ideas claras y frases directas. Por eso a mediados de 1968, cuando la tutela de la Fórmula 1 era una lejana aspiración, ante la consulta de su representado Karl Jochen Rindt sobre su futuro deportivo, no dudó en el consejo guiado, por la mayor competitividad pero también por la menor seguridad de los autos de Colin Chapman. Una opinión que compartía Jackie Stewart, rival y también amigo de Rindt, y alguien que por sus cuestionamientos sobre la fragilidad de los Lotus, siempre había desechado las ofertas de Chapman para manejar sus autos.

Jochen Rindt tuvo en Jackie Stewart uno de sus mejores amigos, más allá de haber sido grandes rivales en las pistas.

Tampoco dudó el austriaco de nariz aguileña que acentuaba la dureza de su rostro, que sólo se transformaba ante el amor de su esposa Nina Lincoln y su hija Natascha. Fichó para Lotus para la temporada 1969. en busca de esa consolidación deportiva que perseguía en la Fórmula 1 desde su debut en 1964, con autos que estaban lejos de corresponder a su gran talento de velocista.

Ya no le alcanzaba que le recordasen su victoria con 23 años en las 24 Horas de Le Mans en 1965, compartiendo una Ferrari 250 del equipo NART con el estadounidense Masten Gregory. Tampoco que por sus reiteradas victorias, se lo considerase unánimemente “El Rey de la Fórmula 2”. Quería más como siempre quiso más, desde aquellas andanzas juveniles sobre motos y autos compartidas con un grupo de amigos, entre los que estaban su compatriota Helmut Marko, el actual integrante de la directiva del equipo Red Bull.

Desde aquellos años juveniles, Rindt mostró ese aire de autosuficiencia lindante con la soberbia. Una versión delicada del “nene caprichoso”, que se formó a partir de haber crecido con la crianza de su abuela materna, dispuesta a darle todos los gustos para compensar la falta de sus padres. Padres a los que no llegó a conocer, ya que murieron durante un bombardero a Hamburgo en plena Segunda Guerra Mundial, cuando Jochen tenía apenas un año.

Jochen y Nina eran una de las parejas más reconocidas en los circuitos. Con la bellísima Nina, modelo, se conocieron en Nueva York y al poco tiempo se casaron. Tuvieron una hija, Natascha..
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“Nací para ganar”, solía repetir Jochen.  Una frase que también se escuchó en los antiguos boxes del actual Oscar y Juan Gálvez porteño en diciembre de 1968, durante la Temporada Internacional de Fórmula 2, que también reunió pilotos de la Fórmula 1 que corrían en la categoría anterior. Un problema menor en un alerón, obligó a la parada en boxes que se hizo definitiva. Ante la pregunta sobre porqué tras solucionarse el inconveniente no regresó a la pista, al menos para dar unas vueltas, Jochen fue contundente. “No corro para dar vueltas, sólo corro para ganar…”.

Por entonces Jochen ya tenía asegurado su ingreso a Brabham para la temporada 1969. Como le había pronosticado Ecclestone comenzaron los éxitos, con su debut triunfal en el Gran Premio de Estados Unidos, que encima le reportó una recompensa económica de 50.000 dólares. Pero también. como había advertido Bernie, su vida empezó a sumar más riesgos que los habituales. Yendo en punta en el Gran Premio de España en el peligroso callejero- parque de Montjuich, la rotura del ampuloso alerón (elemento tan usado como cuestionado en esos años), le provocó un fuerte golpe contra el guardarail que destrozó el Lotus 49. Jochen quedó inconsciente con la nariz fracturada. Al recuperar el conocimiento hizo una extraña revelación. “Todo pasó en un segundo y no sentí nada, tal vez sea eso lo que sienten los pilotos que mueren en un accidente…”. Patética revelación.

A tono con su fuerte personalidad, Rindt fue uno de los pocos pilotos que cuestionaron públicamente a Colin Chapman por la fragilidad de sus autos.

No fue lo único que dijo Rindt sobre ese percance. Respaldado por un accidente similar que había tenido su coequiper Graham Hill diez vueltas antes, Jochen se despachó duro contra Colin Chapman. “Es el culpable de estos accidentes porque debió calcular que los alerones podían romperse. Los alerones son una locura, y no deben permitirse en un auto de carrera” disparó Jochen, ante el asombro de un ambiente no acostumbrado a semejantes cuestionamientos de los pilotos al afamado constructor inglés, pese a que cargaba con varios accidentes graves. Rindt no anduvo con vueltas para decírselo en otra muestra de su fuerte personalidad, e incluso le hizo un pedido por escrito solicitándole que reforzase los chasis. El debut victorioso de Rindt en Watkins Glen calmó las aguas aunque el austríaco aclaraba que “nunca tuve ninguna confianza a Lotus, y mi relación con la marca es meramente comercial…”.

Sobre el Lotus 72C, Rindt ganó en Alemania 1970 el primer gran premio corrido en Hockenheim.. Fue el sexto y último triunfo de su campaña de 60 carreras en el  Mundial, que también incluyeron 10 poles, 3 récord de vuelta y 13 podios.

“Estoy teniendo mucha buena suerte, pero algún día se terminará…”, le advirtió Rindt a un mecánico, cerca de las tres de la tarde de un caluroso sábado 5 de septiembre de hace medio siglo, a punto de subirse al Lotus para la clasificación del Gran Premio de Italia. Esa “mucha buena suerte” a la que se refería era la serie de cinco victorias en las últimas siete carreras, que junto con infortunios de sus rivales principales, le habían permitido  tomar una ventaja de 20 puntos (45 a 25) sobre Jack Brabham. El mismo a quien le había soplado en Mónaco e Inglaterra, dos triunfos en la última vuelta, y de 26 sobre Jackie Stewart y Jacky Ickx. A diferencia de los actuales, aquellos no eran años generosos en los puntajes, que en la escala de 9, 6, 4, 3, 2 y 1 recompensaban a los seis primeros clasificados. Por eso con 36 puntos en juego hasta el final del campeonato, un nuevo triunfo sin que Brabham subiese al podio, le permitiría a Rindt una anticipada consagración.

Rindt no se obsesionaba con coronarse en Monza. Sí, quería tener un auto rápido, y por eso salió desafiante y arriesgado con su Lotus 72 sin alerón, totalmente descargado. Todo fue normal hasta transitar la quinta vuelta y encarar la Parabólica, donde según recordaba Denny Hulme, quien con su McLaren MP 14A circulaba detrás del Lotus 72C número 22 de Rindt, «el Lotus se fue levemente a la derecha, luego a la izquierda y luego otra vez a la derecha, desde donde se movió abruptamente a la izquierda y empezó un cabeza-cola hasta chocar contra la barrera de contención y quedar por debajo». Válido fue también el testimonio de los testigos que lo vieron desde la tribuna, ya que según cuentan «vimos a Rindt venir, muy, muy rápido, todo por la derecha de la pista. El coche no patinó, se oyó un extraño y sordo ruido. Luego el auto se fue en diagonal hasta incrustarse bajo la baranda de contención a dos metros de la tribuna. Todos nos tiramos al suelo, por miedo a que el Lotus estallara”.

 

El Lotus 72C de Rindt sale descontrolado a más de 200 Km/h rumbo al fatal golpe contra una baranda de contención. Así se terminó a los 28 años, la vida del piloto austriaco nacido el 18 de abril de 1942.

El impacto contra la baranda resultó fuerte, si bien en los tiempos actuales, probablemente no hubiese pasado de un gran despiste sin mayores daños para el piloto. Pero aquellos eran años con falencias en la seguridad, y esa baranda no era lo más adecuado. Tampoco ayudó esa aversión que Rindt tenía por el cinturón con cinco arneses. Usaba cuatro y eliminaba la correa de la entrepiernas, porque según argumentaba eso le permitiría salir más rápido del auto en caso de un incendio. Un detalle que fue clave en el trágico final, ya que según determinó la autopsia tras el impacto, su cuerpo se deslizó hacia adelante y las hebillas le dañaron fatalmente la tráquea.

Ecclestone fue uno de los primeros en llegar al lugar del accidente. Alcanzó a recoger el casco de Jochen, mientras en silencio contemplaba su agonía en la ambulancia que lo trasladaba al hospital el circuito. Allí sólo pudo ingresar Stewart, pero simplemente para confirmar el triste final de su rival y amigo. “Jochen tuvo un accidente…”, fue lo único que atinó a decirle el escocés a Nina, la esposa de Rindt, al cruzarla desesperada en los boxes. Sin muchos detalles, ya le había dicho todo.

A pesar del accidente, la actividad siguió. Ickx hizo la pole con la Ferrari, pero al día siguiente el embrague lo traicionó y el triunfo fue para su compañero Clay Regazzoni. Tampoco sumó Brabham y eso dejó a Rindt con la misma ventaja, de 20 puntos con  la que llegó a  Monza sobre el australiano, y también sobre Stewart quien avanzó un poco con su segundo puesto. Sin embargo por las prestaciones en alza de su Ferrari, las miradas sobre el posible candidato a desalojar a Rindt se posaron en Ickx, aunque estuviese a 26 puntos con 27 en juego. Es decir tenía que ganar las tres carreras restantes.

Así quedó el Lotus de Rindt luego de impactar contra una deficiente baranda de contención. El austriaco sufrió graves lesiones en la tráquea y el tórax, que le provocaron una muerte casi instantánea.

El triunfo en Canadá prolongó la ilusión de Ickx, y el suspenso morboso del campeonato por ver si el belga podía superar a un rival, quien ya no estaba en este mundo. Una carrera contra un recuerdo que por suerte quedó definida dos semanas más tarde (4 de octubre) en el Watkins Glen estadounidense. El mismo que había visto el año anterior la primera victoria de Rindt, con otro debut triunfal como fue el del entonces joven brasileño Emerson Fittipaldi, quien para hacer más emotiva la situación condujo un Lotus 72C similar al que llevó a Rindt a la muerte. Ickx hizo la pole, pero nunca punteó la carrera y llegó cuarto. Más que como una frustración tomó esta anticipada definición como un alivio. ”No me hubiese gustado ganarle el campeonato a un muerto” confesó el belga quien se tomó revancha al triunfar en la carrera final en México. Sólo le sirvió para quedar como subcampeón a 5 puntos de Rindt, consagrado con el inédito y nada envidiable título de primer campeón postmortem de la Fórmula 1. Ojalá quede como el único.

El 11 de noviembre de 1970, Jackie Stewart le entregó a Nina Rindt el trofeo de campeón mundial.. El escocés contó que Jochen tenia pensado retirarse a fines de ese año. La muerte se le anticipó.

La investigación del accidente duró varios años con acusaciones, apelaciones, marchas, contramarchas y complicaciones para Chapman cada vez que tenía que viajar a Italia. Finalizó en 1976, con la absolución de Chapman y la conclusión que el accidente se produjo por una falla en el eje del freno delantero derecho de Lotus y su trágica consecuencia para Rindt por la mala ubicación de las barreras de contención,

A fin de la temporada 1970, Nina Rindt recibió de Jackie Stewart  el trofeo por el título mundial ganado por su esposo.

Emocionada, sólo se limitó a decir “Jochen siempre quiso ser campeón y lo fue, pero nunca lo sabrá, y eso es muy triste…”

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1 COMENTARIO

  1. Un pilotazo. Recuerdo que estuvo vigente durante muchos años, su record de vuelta en el entonces recién inaugurado Zonda de San Juan, para la temporada de F2 de 1968.
    Sobre su accidente; es real que la causa de su muerte estuvo en el mal construído y ubicado guard-rail, ello sumado a la no fijación, por parte de Jochen de la totalidad de las hebillas del arnés de seguridad, como está detallado en la nota.
    Pero, el origen de todo , hay que buscarlo en el mismo auto. Jochen había comenzado el año corriendo,y ganando, con el Lotus 49. Y quería terminarlo con él. Pero Chapman insistió en que lo terminara con el nuevo Lotus 72.
    A ese auto, Chapman ,y su equipo, lo había diseñado bajo el concepto de disminuir al máximo las masas no suspendidas, para ello, envió dentro del chasis a los amortiguadores,a los espirales de suspensión,reemplazándolos por barras de torsión longitudinales, y a los discos de freno.
    Para la necesaria refrigeración de estos últimos, es que se dispusieron las tomas de aire NACA, a continuación de la trompa. Detrás de ellas, están las salidas de aire caliente,en forma de aletas.
    El esfuerzo de frenado,era transmitido, en las ruedas delanteras, por medio de un palier, como bien detalla la nota de VA.
    En intención de alivianar peso en esos paliers, Chapman los hizo agujerear internamente y en toda su longitud…
    Resultado de ello,el maquinado sufrió una desviación interna, que dio motivo al debilitamiento de un sector de la circunferencia del palier,quedando un sector del mismo con menor espesor.
    El brutal frenaje antes de la parabólica, al cabo de pocas vueltas, fue demasiada exigencia para el elemento, y causó su colapso.
    Las consecuencias,las conocemos.
    Los recovecos judiciales,a los que Chapman y sus abogados,supieron eludir, pese a la prueba visible, merecerían otra historia.

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