DESPUÉS DE SIETE PARTICIPACIONES LLENAS DE AMARGURA Y FRUSTRACIÓN

«Lo he dicho muchas veces antes: mi amor por las carreras se lo debo a mi padre y al hecho de que nací y crecí en Mónaco«, recordó el piloto de cara a este fin de semana. «Yo era un niño muy pequeño cuando vi los autos de Fórmula 1 corriendo por Sainte Devote desde el balcón del apartamento de un amigo y me gustaba reproducir la misma escena con mis Fórmula 1 de juguete. Luego, a través de mi padre, descubrí al legendario Ayrton Senna y pude ver lo que él podía hacer aquí en Mónaco y comencé a soñar que, algún día, tal vez yo también podría hacerlo. Poder correr hoy en la misma pista que contribuyó a la leyenda que lo rodea es algo muy especial para mí».

En esas calles del Principado, el piloto local nunca pudo llegar a la bandera a cuadros hasta 2022, y esa única ocasión fue, acaso, la más frustrante de todas. Sin embargo, triunfar delante de su gente le tomó todavía un par de años más.

En 2017, cuando dominó a voluntad el torneo de Fórmula 2, venía ganando por escándalo cuando los mecánicos le ajustaron mal una rueda en el pit-stop y le hicieron perder el triunfo. Más tarde abandonó. Y al día siguiente, en la revancha, también desertó por un problema eléctrico.

En 2018, el año de su debut en Fórmula 1, chocó con su Sauber-Ferrari con el Toro Rosso de Brendon Hartley, cuando faltaban pocas vueltas para el final del Grand Prix.

En 2019, ya en Ferrari, un error de la escuadra en la tanda de clasificación, al no mandarlo a pista con un segundo set de neumáticos en la Q1, lo dejó eliminado en esa tanda. Largó 15° en un circuito reputado por la dificultad para superar rivales en carrera y acabó protagonizando el único incidente de la carrera: un toque con Nico Hulkenberg a la salida de la curva de la Rascasse…

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En 2020 no hubo Grand Prix de Mónaco a causa de la pandemia, pero en 2021, con la Ferrari SF21 que solo funcionaba en curvas lentas, Leclerc se quedó con la pole-position justo antes de saltarse la segunda chicana de la Piscina y pegarse contra el guard-rail. Fueron 23 horas frenéticas de reparaciones (y parque cerrado) en el box de la escuadra italiana, solo para que el piloto se diera cuenta, yendo a la grilla, que un semieje no funcionaba.

En 2022, dos semanas antes del Grand Prix válido para el Mundial, conducía una Ferrari 312B4 en el GP Histórico cuando se rompió el disco de freno delantero izquierdo al llegar a la Rascasse, el coche (¡valuado en 8 millones de euros!) hizo un trompo y se golpeó contra el guard-rail (foto). El costo de las reparaciones, hechas con los planos originales y en Maranello, superaba los 100 mil euros.

Y en el Grand Prix propiamente dicho, Leclerc fue cuarto, un puesto por debajo del podio. Vio la bandera a cuadros, sí, por primera vez en el circuito callejero, pero había partido desde la pole-position y una estrategia errada del equipo Ferrari le quitó la chance de la victoria.

«Adrenalina: esa es la esencia de lo que obtienes de esta pista», ha dicho Leclerc. «Es estrecha y llena de baches y para ser rápido tienes que confiar en tus sentimientos. Conduciendo un coche de Fórmula 1 aquí, básicamente no tienes tiempo para hacer una pausa para respirar y, en la clasificación, cuando estás empujando a fondo es una verdadera inyección de adrenalina. No creo que tengas la misma sensación en ninguna otra pista y sé que eso pasa con todos los que corren aquí. Y es particularmente especial para mí ya que corremos en la ciudad donde crecí».

En 2023 tuvo una de las actuaciones más deslucidas desde que compite en las calles del Principado. Largó sexto, terminó sexto, nunca estuvo a la altura del desafío con un coche que le caía muy incómodo a su estilo de conducción.

Siete carreras en Mónaco, cero triunfos.

Hasta 2024, cuando RedBull tuvo su peor fin de semana del torneo, Ferrari llegó con numerosos upgrades ya probados en el GP anterior, en Imola, y sin sufrir técnicamente en un circuito lento de alto requerimiento de downforce. Leclerc marcó la pole, como en 2021 y 2022, lideró de punta a punta y se llevó el sexto triunfo en su campaña de Fórmula 1, después de que transcurrieran 40 Grands Prix desde su última victoria, en Austria 2022.

 Las claves del triunfo

En un par de semanas, la Fórmula 1 pasó de correr en circuitos de 225 a 235 km/h de promedio (Miami, Imola), a uno como Montecarlo en el que no se viaja a más de 170km/h de promedio (porque los guardrails lo impiden), y en el que se troca toda la velocidad posible por la mayor cantidad de downforce, así, la escasa velocidad final que Ferrari mostró en Imola no era un problema en el Principado.

El terrible accidente de Checo Pérez en el primer giro, propiciado por Kevin Magnussen, ayudó a Leclerc en dos planos: en principio, le confirió un pit-stop gratuito, para calzar las cubiertas duras e intentar llegar hasta el final sin perder la vanguardia (algo a lo que ayudó la configuración del circuito y el lento ritmo propuesto, de la misma manera en que Carlos Sainz ganó en Singapur 2023), y además mantuvo a Sainz como ladero, interponiéndose entre ambos McLaren: muy distinta habría sido el Grand Prix con Oscar Piastri y Lando Norris apurado en yunta a una solitaria Ferrari.

La maldición que no era

“Nunca creí en la maldición”, declaró Leclerc en la conferencia de prensa posterior al triunfo. “Siempre me pareció difícil poder ganar acá, una vez ni siquiera pude largar la carrera, la otra vez (en 2022) no hicimos la elección adecuada, me parece. Fue muy, muy frustrante perder esas victorias. La cuestión es que como piloto nunca sabes realmente cuándo tendrás la próxima oportunidad de ganar y especialmente cuando es tu carrera de casa y más aún cuando tu carrera de casa es Mónaco, que es una pista tan especial, una pista tan difícil y tan difícil fin de semana para dominar y hacer perfectamente todo lo que hicimos. Entonces supe que (esta vez) tenía otra oportunidad. Sabía cómo me sentí las dos últimas veces que estuve en esta posición, pero obviamente tenía muchas ganas de conseguir esa victoria hoy, así que hay un poco de tensión. Pero como ya he dicho, en cuanto me pongo el casco y en cuanto me subo al coche ya no siento nada. Y luego se trata de intentar maximizar el auto que tienes pensando en los neumáticos y en todas las cosas en las que tuve que pensar para gestionar esta carrera de la mejor manera posible. Entonces son más los momentos previos a la carrera y antes de ponerse el casco”.

Y siguió: “Obviamente (la victoria de) Monza en 2019 fue extremadamente especial. Pero Mónaco es el Gran Premio que me hizo soñar con convertirme en piloto de Fórmula 1. Sí, recuerdo ser muy joven y ver la carrera con mis amigos, obviamente con mi padre, que ha hecho absolutamente todo para mí para llegar a donde estoy hoy, y siento que no solo cumplo un sueño mío, sino también uno de los suyos. Y sí, en general es un fin de semana muy especial. Es una pista urbana, es una pista muy difícil de juntar todo, desde la FP1 hasta la clasificación y luego todas las vueltas que tienes que hacer en la carrera. Y poder finalmente hacerlo frente a toda mi familia y mis amigos que estaban mirando por toda la pista es un sentimiento muy, muy, muy especial”.

 

Más adelante, abundó sobre sus emociones en esos instantes cruciales: “Creo que donde más me costó contener mis emociones fue durante las últimas 10 vueltas de la carrera. Más que en el podio. De hecho, dos vueltas antes del final me di cuenta de que me costaba ver fuera del túnel sólo porque tenía lágrimas en los ojos. Y yo dije: ‘Mierda, Charles, no puedes hacer eso ahora’. Todavía te quedan dos vueltas para terminar”. Y especialmente en una pista como Mónaco, hay que estar ahí hasta el final. Fue muy difícil contener esas emociones, esos pensamientos nuevamente, de las personas que me han ayudado a llegar a donde estoy hoy. Es sólo una victoria. La temporada todavía es muy, muy larga. Son 25 puntos como cualquier otra victoria. Sin embargo, emocionalmente, este significa mucho. Y creo que el hecho también de que en el pasado empezamos dos veces desde la pole position y que no pudimos lograr la victoria por una razón u otra, que realmente no pudimos controlar, no estaba bajo nuestro control, hace que este sea aún más especial”.

 

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