ERAN 24 HORAS.
Exigentes, imprevisibles, plagada de imprevistos, las 24 Horas de Daytona. El Juncos Racing y Agustín Canapino, debutantes en el convite lo han corroborado más allá de las previsiones, planes y preparativos.
En curso, el último tramo de la carrera apertura de la Serie IMSA que cumple 50 años, el equipo de Ricardo Juncos y los pilotos, pugnaron por conseguir el objetivo que le diera el gran respiro a un debut plagado de complicaciones, a las que se había sumado la lluvia torrencial que obligó a la bandera roja durante una hora y medida; finalizar la carrera en la que Fernando Alonso reiteraba su impronta de piloto de excelencia y buscaba anotar otra estrella a su enorme palmarés.
Desde el mismo comienzo cuando el problema en el acelerador del Cadillac DPI lo mandó a Agustín a los pits, debiendo largar último, resignando el 7° lugar clasificatorio, los contratiempos se sucedieron. También le pasaron factura al físico de Canapino, tanto que no pudo completar su tercer turno arriba del auto; debió bajarse antes agotado con indicios de deshidratación y un dolor muy fuerte en la espalda. Un dato: preocupado Juncos en noviembre, cuando se dilataba la confirmación de Canapino para correr en Daytona ante la respuesta de General Motors de Argentina que no llegaba, debía contar en presencia con los pilotos para diseñar las butacas. Un item clave considerando que se corrían 24 horas. Canapino no estuvo en Indianápolis y su butaca fue moldeada tomando como patrón la de Kyle Kaiser, uno de sus compañeros, el de altura más parecida a la del Titán. Esa posición de manejo que no resultó la ideal, le jugó en contra, sin dejar de tener en cuenta la falta de experiencia de correr tan interminable carrera que somete a los físicos a esfuerzos extremos. Se aguardaba a tres horas de la finalización si Canapino, volvería a manejar.
El deseo de llegar al final, el cometido al que se agarraban en el Juncos Racing.
Fotos: Juncos Racing