EN SU JUSTA MEDIDA.
Es bueno tener esperanzas para sostener ilusiones. Resulta imprudente potenciar expectativas, empujadas por un desenfrenado optimismo. Es una delgada línea la que separa ambas situaciones, y para transitarla debe existir una buena dosis de realidad y conocimiento de la situación. No resulta sencillo para una mentalidad como la argentina, acostumbrada a las idas y vueltas, sin escalas entre el triunfalismo eufórico y la profunda decepción.
Nadie cuestiona la buena posibilidad que se le presentó a Agustin Canapino para correr en las 24 Horas de Daytona. Una excelente oportunidad de hacer experiencia internacional, en una categoría interesante y en la carreras más importante del calendario de la serie IMSA.
Además en un equipo de un argentino. y encima en un momento deportivo justo para Agustín, que terminaba de lograr su tercer título de TC en un final de novela. Precisamente esa forma casi heroíca y milagrosa con la que Agustín se alzó con la corona del TC, sirvió para potenciar en exceso (no fue el caso del propio Agustín, que siempre se mostró cauto sino de parte del ambiente automovilístico), esas expectativas que obnubiladas por el entusiasmo y la necesidad de una figuración internacional argentina, no repararon demasiado en lo totalmente novedoso (categoría, auto, tipo de carrera, rivales) de la experiencia. Algunos pensaron que Canapino era capaz de todo, como a veces, no siempre, demuestra en el automovilismo nacional.
Canapino y el equipo de Ricardo Juncos cumplieron el objetivo básico de terminar la carrera. No fue poco para dos debutantes. Claro que seguramente ese 30º puesto final, no era el resultado que esperaban aquellos que potenciaron expectativas al punto que en algúnos casos hasta imaginaron un duelo con Fernando Alonso, la gran figura y el ganador de la carrera…
Sin embargo el resultado de Canapino y el Juncos Racing se dio la mano con la realidad de un piloto y un equipo, que por primera vez acometieron la dura empresa de una carrera de larga duración y que obviamente padecieron sus lógicas dificultades y contratiempos.
Rescatar la experiencia acumulada por Canapino y Juncos como importante capital, no exime de un sincero análisis de lo sucedido (problemas con la butaca, preparación física, reiterados incovenientes en el auto), si la idea es repetir este tipo de participaciones afuera en el futuro, ya sea con Agustín u otro piloto. Y en ese camino, sin dejar de lado las esperanzas habrá que poner atención en modular las expectativas, para que luego frente a realidades distintas a las esperadas no se pase abruptamente a la vereda de la decepción. No cabe en este caso del paso de Canapino por Daytona, porque así como en una visión lógica no daba para esperar tanto en la previa, desde ese mismo foco lo entregado por los hechos, no fue tan poco como para que injustamente y con la misma ligereza y desconocimeinto con la que antes se lo elevó a la cima del exitismo ahora se lo baje al sótano del fracaso.
Fotos: Prensa Juncos Racing
Lamentable lo de algunos medios de comunicacion supuestamente «especializados». Con tal de vender, inflaron por demas lo que fue nada mas ni nada menos que una primera experiencia. El periodismo deportivo en general y el del automovilismo en particular deben hacer un replanteo, se estan volviendo exactamente igual al periodismo futbolero donde el negocio es inflar por demas para después pinchar el globo y relatar la catastrofe.
Obviamente dejo a los amigos de vision afuera
Este hombre Juancho deberia escribir y opinar un poco más. Coincido siempre y es muy claro,