INCUESTIONABLE. LEWIS HAMILTON es el campeón mundial de Fórmula 1 de 2014, porque había inclinado tiempo atrás el duelo que mantenía con su compañero de equipo, el alemán Nico Rosberg.
Fue una definición a la que la tecnología le robó el drama, y que mereció que los dos Mercedes, los autos más refinados y mejor elaborados de la primera temporada híbrida de la F-1, pelearan rueda a rueda hasta la bandera a cuadros. Una pena que no ocurriera de ese modo.
La de Abu Dhabi fue la undécima victoria del año (sobre 19 posibles) para Hamilton, que ya había volcado a su favor la balanza de los méritos con una sucesión de cinco victorias consecutivas entre Italia y Estados Unidos; la de ayer fue la sexta en siete carreras, un cierre aplastante al que el tímido carnet de su compañero Rosberg (apenas cinco triunfos con el Mercedes, sólo dos más que los que consiguió el sorprendente Daniel Ricciardo con un poco competitivo RBR-Renault) poco pudo oponer.
Pero el alemán mereció poder jugarse hasta el final; no se lo permitió su coche, que demoró en largar cuando el piloto enganchó la segunda marcha, que a mitad de carrera empezó a perder hasta 160 HP durante 33 segundos por vuelta, y terminó complicado con los frenos, hundido en un deshonroso 14º lugar final. “Nico fue un competidor fabuloso. Vino a felicitarme, muy profesional, es fantástica su actitud”, lo elogió el campeón.
El alemán superó al inglés a la hora de la clasificación (11 contra 7, la pole restante la marcó Felipe Massa en Austria), pero Hamilton siempre corrió mucho mejor, e hidalgamente Rosberg acabó por admitirlo: “Fue el mejor piloto de este año”. Y reconoció: “No voy a escudarme en lo que me sucedió. Lewis mereció ganar la carrera y el campeonato. Este año ha sido un poco mejor”.
Con ese aire demoledor que trae reminiscencias de Ayrton Senna, Hamilton justificó su segundo título mundial, mucho más lucido que el de 2008. Tres segundos puestos y dos terceros apoyaron esas once victorias que llevan su cuenta total a 33 y que lo transformaron en el quinto piloto más vencedor de la historia, detrás de Michael Schumacher (91), Alain Prost (51), Senna (41) y Sebastian Vettel (39).
“Fue el día más grande de mi vida”, aseguró el inglés, el primer campeón mundial en casi 60 años en coronarse con Mercedes, después del doblete de Juan Manuel Fangio en 1954 y 1955, y –como Fangio– es uno de los 10 campeones que se consagraron conduciendo para más de una marca. A los 29 años, su fortuna supera los 100 millones de dólares. Es improbable que el volumen de su cuenta bancaria vaya a satisfacerlo en un futuro inmediato como para ponerle fin a su campaña. Dada la superioridad de Mercedes, el campeón de 2014 se volvió el principal candidato al título de 2015.
Por Pablo Vignone
Fotos: Pirelli