POCOS SON LOS PILOTOS QUE PUEDEN PLANTARSE ANTE LAS ÓRDENES SUPERIORES. HAMILTON, VERSTAPPEN, ALONSO Y PARÁ DE CONTAR. 

Los tensos momentos vividos en el equipo McLaren en las vueltas finales del Gran Premio de Hungría revivieron en muchos memoriosos seguidores de la Fórmula 1, las imágenes de lo sucedido en Brasil 1981 en el por entonces poderoso equipo Williams. En Visionauto hemos estado analizando el tema, inevitablemente controversial en la categoría reina.

Los reiterados y hasta desesperados pedidos, vía comunicaciones por las radios, a Lando Norris para que devolviese el primer lugar a su compañero Oscar Piastri, constituyeron la versión moderna del simple cartel con el famoso JON-REU. Aquel que como te recordamos en nota anterior, apareció durante varias vueltas desde los boxes del Autódromo de  Jacarepaguá, el escenario carioca demolidolido a fines del 2012-.

Jeff Hazell, hombre del equipo Williams, mostró ese domingo bajo la illuvia, el cartel ante cada uno de los sólidos pasos de Carlos Alberto Reutemann desde la vuelta 56 (se corrió a 62) por la recta principal  Era la indicación para que el argentino le cediese la punta y el triunfo a su compañero Alan Jones, campeón vigente y según el contrato firmado, con tratamiento prioritario sobre Lole.

El equipo McLaren sumó en Hungría el 45° doblete. Igual vivió con tensión hasta las últimas dos vueltas por la incertidumbre en torno a si Norris cumpliría la orden de ceder el liderazgo a Piastri.

Fueron situaciones similares, pero con distintas circunstancias y finales. Lole había construido ese liderazgo con una de sus acostumbradas impecables largadas, y el preciso andar sobre una pista difícil por la llovizna que acompañó la carrera. En cambio, Norris, tras perder la pole por otra de sus malas partidas, recién se encontró con la punta en la vuelta 50 de las 70 establecidas, y se le dio gracias a su anticipado ingreso a boxes para el necesario cambio de neumáticos. Una situación que no se daba en la Fórmula 1 del ´81 y que bien podría haber sido el espacio donde la orden de Williams se hubiese cumplido.

Reutemann se rebeló como nunca y ganó esa carrera aunque fue excesivamente cauto en el festejo. Era consciente que no había respetado el contrato vigente, como su apoderado Domingo Cutuli lrecordaba con preocupación mientras caminaba nervioso por los boxes. Norris amagó con resistirse, pero finalmente acató mansito pero con un disgusto que no pudo esconder. Tampoco estaba muy eufórico Piastri pese su debut ganador. Era lógico. Por más órdenes, contratos o juegos de equipo que existan, a ningún piloto le gusta que le regalen una victoria. Y menos la primera. Igual el de Brasil ´81, no resultó el caso inicial de este tipo de situaciones, ni probablemente el de Hungría será el último.

Patética imagen de la mesurada alegría de Oscar Piastri por su primera victoria y la enorme decepción de Lando Norris por otro triunfo que se le escapó, entre errores propios y la orden de equipo…
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En el análisis inicial al comparar los casos de Reutemann y Norris, sobresale la rebelde valentía de Lole, y no queda bien parado el inglés por su actitud sumisa. Valdrá entonces recordar las distintas circunstancias que rodearon a ambos, en los momentos que les tocó encarar esas situaciones extremas. Para aplaudir a Lole, y para entender un poco más a Lando. A punto de cumplir 39 años, Reutemann transitaba los tramos finales de su estupenda campaña, y enfrentaba la última chance para salir campeón, aunque condicionado a su duro compañero Alan Jones. Entonces, ante la oportunidad de ganar , y máxime tras haber obedecido la orden de entregarle el primer lugar a Jones en la carrera anterior en Long Beach, no le quedó otra que jugarse y rebelarse, para consolidar su imagen en un equipo donde no las tenía todas a favor. ¿Qué podía perder con una rebeldía ante el camino tan corto por recorrer? Nada, pese a que algunos todavía creen que esa rebeldía, influyó en los escollos que no le permitieron coronarse campeón. Hubo otros, menos conocidos y más ligados a las políticas internas de la Fórmula 1.

Por el contrario, con 24 años y un contrato extenso, a Lando lo esperan muchos años en un equipo McLaren que parece haber reencontrado el camino al éxito. Un equipo compatriota que lo cobijó desde que llegó a la máxima, y que por su capacidad y carisma lo tiene por ahora como la gran apuesta para volver a alcanzar el título de campeón. Un panorama más que alentador. Y si bien, casi todo se olvida y nada es seguro en F-1, una desobediencia en pos de la victoria, hubiese complicado el clima en el equipo incluso en la relación con Piastri, quien como bien le recalcaron en ese juego psicológico, utilizado en el mensaje de convencimiento para dejarlo pasar, puede ser importante como ayuda en la lucha por el título.

«No podia aceptar la orden porque ya lo había hecho en Long Beach y la próxima carrera era en la Argentina. Por eso me jugué», confesó Reutemann tiempo después sobre su recordada desobediencia en Brasil 1981

Queda como conclusión, ante las circunstancias narradas, que Norris hizo lo políticamente correcto y menos traumático frente a la alternativa planteada, aunque haya desilusionado a quienes esperan ese “algo más” de quienes son jóvenes y pintan para futuros campeones. Todo bien, pero ¿habrá qué ver quién se hace cargo, si por esos siete puntos que resignó en Hungría, Norris pierde el Mundial…? Algo que por el momento asoma lejano, pero no descartable en la medida que McLaren mantenga sobre Verstappen y Red Bull la superioridad mostrada en últimas fechas. A no olvidar que todavía faltan 11 carreras, y hay 76 de diferencia entre Verstappen y Norris.

Y una última. Por encima de su correcta actitud mirando el futuro, recordando lo acordado y en beneficio del equipo, quedó en el debe de Norris, la falta de esa rebeldía que puede habitar en su interior, pero que para tener fuerza debe estar acompañada con esa chapa de gran referente con una importante y respetada trayectoria sobre sus espaldas. Virtudes expuestas en sus tiempos por Didier Pironi para ignorar las órdenes de Ferrari, y ganarle a Gilles Villeneuve en San Marino 1982, y tres meses más tarde, por Rene Arnoux en Francia, para no ceder a Alain Prost el triunfo que le pedía Renault. Virtudes que Lando todavía no tiene, y que le impiden plantarse como pocos pueden hacerlo ante los popes de esta Fórmula 1, poblada de obedientes choferes pero escasa en contestatarios. Excepciones entre los actuales son Hamilton, Verstappen, Alonso. Y pará de contar ¿Imaginás a alguno de ellos, entregándo sin chistar una victoria a un compañero de equipo que está por debajo en las posiciones del campeonato, como ocurre con Piastri (quinto con 149 puntos) con respecto a Norris (segundo con 189)? No, porque además del orgullo y el egoísmo propio de los campeones, tienen ese coraje y chapa que por ahora no posee Norris con el peso suficiente para rebelarse.

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