CUARENTA Y CINCO AÑOS ATRAS, el país tuerca vibraba con la actuación de los Torino en Nurburgring. ¿Qué podemos agregar de nuevo que no sepas ya? y… Pasá y mirá:
¿Vos sabías que el objetivo original del Torino era el Rally de Montecarlo? ¿Y que un Torino estuvo allí a comienzos de 1968 para ensayar en esos caminos conducido por Héctor Luis Gradassi? ¿Y que fue allí un belga llamado Jean-Marie Jacquemin, amigo de Lucien Bianchi (el tío abuelo de Jules, hoy piloto de F-1) que era un piloto top en los rallies de entonces, les habló de la carrera que organizaba el Royal Motor Union de su ciudad, Lieja? ¿Vos sabías que un rally famoso en los ’50, la Lieja-Roma-Lieja, (luego Lieja-Sofía-Lieja), acabó sus días encerrado en un circuito, por cuestiones de seguridad? ¿Y que completar el famoso rally tomaba tres días y medio, día y noche sin parar, o sea, 84 horas? ¿Y que de Lieja a Nurburgring hay apenas 195 kilómetros? ¿Y que la Marathon de la Route, el nombre oficial de la prueba que suplantó al rally se disputó de forma ininterrumpida entre 1965 y 1971? ¿Que, por lo tanto, hace más de 40 años que no se disputa? ¿Y que los únicos que todavía hablan de las 84 Horas de Nurburgring son los argentinos?
Por fortuna, todavía tienen cosas para contar. Fijate:
«A los pilotos en Nurburgring, (Fangio) lo tenía calados. Pasamos un mes largo antes de las 84 Horas y él me advirtió un día:
-Hermano, estos chicos se nos escapan de noche.
-No, Juan, si a las diez se van a dormir.
-Andá, fijate, pero se nos escapan.
Estuve dos o tres días controlando. Iba a la habitación de Gastón (Perkins) y siempre encontraba tres o cuatro tocando la guitarra. Después me iba a dormir convencido.
Pero Juan estaba seguro de lo que pensaba. Y a los dos o tres días, encuentro a un par hablando de las excepcionales dotes naturales de una señora. Ahí me convencí de que se nos escapaban. Era la misma mujer que habíamos visto Juan y yo en un local nocturno…
Nos quedaba uno solo de los tres Torinos en la pista. Yo quería ganar las 84 Horas a toda costa, y había trazado un plan con los mecánicos y los pilotos. Cuando el auto pasaba por la recta de boxes, le mostrábamos el cartel que pedía tranquilidad. Pero luego la pista daba vuelta y pasaba por atrás de los boxes, y ahí mostrábamos otro cartel, con el tiempo que descontábamos y pidiendo que aceleraran. Juan estaba sentado en una reposera en el box y era tan inteligente que se dio cuenta.
–Hermano, te estás equivocando –me encaró a solas- Vos los querés hacer ganar y vamos a perder lo bueno que hemos hecho hasta ahora. Podemos llevarnos un buen puesto si nos mantenemos, o podemos volver con las manos vacías a la Argentina si seguimos con tu plan.
Me dio una lección, desde la rectitud, desde la seriedad para encarar las cosas”.
(Oreste Berta, director técnico de la Misión Argentina)
“Haber sido un piloto de Juan Manuel Fangio en las 84 Horas de Nurburgring de 1969 fue lo mejor que me pasó en mi vida, de eso ya no tengo dudas.
“Yo era el benjamín del equipo, tenía 24 años –pero los 24 de hace cuatro décadas, que no es lo mismo que ahora- y había sido designado como piloto suplente, pero a propósito del accidente de Juan Manuel Bordeu en Los Cóndores, pasé a ser titular.
“Era la Misión Argentina, corríamos con los Torino pero no importaba la marca sino el hombre, la calidad humana, la industria argentina que podía construir tamaña clase de auto. Recuerdo que en una charla previa a la largada, Fangio apeló a nuestra conciencia: ‘Señores, tenemos una bandera atrás’.
“En Nurburgring, Fangio fue mi padre, mi hermano mayor, mi maestro y, también, el director deportivo del equipo. Estuvo con todos nosotros en todo momento, dentro y fuera del auto, en toda circunstancia. ¿Qué nos pedía? Cuidar el auto, no malgastar las gomas, no exigir los frenos… Fangio era un apellido que se imponía en cualquier rincón del mundo. Cualquier seña que me hiciera, era para mí un mandato, que yo sentía que no podía darme el lujo de dejar pasar. ¿Cómo iba a hacer siquiera un chiste? Era como alcanzar el cielo con las manos. Fangio representó, él solo, el 51 por ciento del logro; el resto de la Misión, sin menospreciarlo, fue el 49 por ciento…
“Se iban terminando las 84 Horas, estaba la disyuntiva de quién manejaba el último turno al Torino nº 3, el único de los tres que quedaba en carrera. Yo conduje entre las 3 y las 7 de la mañana, después se subió Larry para que la bandera a cuadros la recibiera Eduardo Copello, que era lo justo, porque era el emblema de la marca. Pero yo tuve que volver a subir porque había que reparar el caño de escape, y ni Larry ni Eduardo entendían de mecánica. Subí con amianto y alambre disimulado en mi campera, no me podía abrochar el cinturón y cuando lo conseguí, finalmente me tomó dos o tres vueltas desatarme para poder disponer los materiales y efectuar la reparación en la zona permitida.
“Crucé la meta poco antes de las 13, así que tuve que dar un último giro. Esa última vuelta la hice llorando. Duró 13 minutos y medio. Fui hablando con el Torino, le dí las gracias. ¡Qué auto noble! Me bajaron la bandera y fui directo al parque cerrado. Al ratito llegaron Larry y Copello para llevarme a los boxes. Eran un mar de gente. Entre ellos me vio Juan Manuel. Me abrazó.
-Muy bien, pibe –me dijo.
Fangio me dio una responsabilidad que creo haberla cumplido».
(Oscar Mauricio Franco, piloto de la Misión Argentina)
Los relatos fueron extractados del libro «Siglo Fangio», editado por El Gráfico en junio de 2011, en ocasión del centenario del nacimiento del Chueco de Balcarce, un trabajo de Pablo Vignone. Las 84 Horas de Nurburgring de 1969 se disputaron entre el 19 y el 23 de agosto de aquel año.
Fotos: Automundo
Seguimos hablando de las 84 horas de Nürburgring por varios motivos, algunos muy valiosos y otros no tanto.
Dejemos de lado los menos valiosos y vamos por los que vale la pena recordar: un equipo completamente argentino, compitiendo en «el mundo», con buen resultado y con una pila de enseñanzas, para los que las quieran entender y aprovechar.
Vale la pena recordarlo y vale la pena repensarlo, para mirar al futuro y volver «al mundo» a competir, para ver, para estar, para aprender.
Pablo.
Es muy cierto Pablo hay algunos blogs que intentan desvalorizar duramente lo que se hizo señalando los aspectos negativos incluso contra el auto mismo, hubo defectos seguro que los hubo pero para mi el balance es positivo…, se discute al Torino…, que como auto de competición (carerera – cliente) permitio a muchos competir junto los consagrados y más pero hoy llego hasta aca Saludos
como epopeya es muy digna y rescatable, pero el problema es que despues de esto no se encaro nunca mas nada de manera seria en el automovilismo exceptuando a reutemann.
el ACA deberia coordinar los esfuerzos para que todos los intentos lleguen a buen puerto, no hablo de poner plata sino de allanar caminos.
porque no armar un equipo serio para correr competencias de larga duracion? no importa la marca del auto, importa el proyecto.
lo hace mexico, venezuela, etc…
Fangio firmo en blanco el contrato con Alfaromero. Les dijo que el número lo ponian ellos. A el solo le interesaba correr con un buen auto. Corrió dos años.
Se podria haber matado con ese auto y ya tenia 39 años, sin embargo aposto por el…..
«Si gana, gana Alfaromeo, si pierdo, pierdo, pierdo yo» les dijo ese día.
Una simple reunion que cambio la historia del deporte motor argentino.
Ratazzi y y Luca de Montezemolo compartieron una cupe italiana en las 84hs. Estaria bueno que le hagan una nota porque nunca lo escuche declarar sobre este tema.
Las instituciones como el ACA no es el problema, el problema es que falta esas personas o La Persona que fue Juan Manuel Fangio, que deje el rédito económico de lado y busque la gloria y el llevar la bandera Argentina bien alto.
pensamos que los políticos lo van hacer? que los dirigentes lo van hacer? Fangio no era nada de eso, solo amaba los autos, correr, ganar y llevar la Bandera Argentina.
Eso se perdió, el automovilismo por amor se perdió, en Argentina se perdió…
Lo que más recuerdo de esta hazaña fué el retorno de la Misión Argentina,y el recibimiento que se le hizo en Ezeiza.A Copello,Larry Y Franco ,los subieron a un camión y los llevaron en caravana hasta la Capital y sin exagerar debía haber tanta gente como cuando regresó la Selección de Futbol del último mundial.
Eran tiempos de un automovilismo que SI era el segundo deporte más popular de la Argentina.
Salvando las distancias ,y sin desmerecer los títulos,podemos imaginar cuantas personas irán a recibir a Pecho Lopez,cuando regrese con el Título Mundial del WTCC ??.
Saludos