IDEALES PARA ESTOS DÍAS.

REFLEXIONES IMPOSIBLES DE FORMULAR, CUANDO LA ACTIVIDAD VIENE AL MANGO.

Estoril, Portugal, abril de 1985. Al comando de su Lotus 97T dorado y negro, bajo una lluvia torrencial, Ayrton Senna amasa en la punta más y más ventaja en procura de su primera victoria en un Grand Prix de Fórmula 1. Esa misión no está exenta de angustia. En un momento, el Lotus se sale del asfalto, danza sobre la banquina mojada, pasa a un centímetro del guardrail y vuelve a la pista, mientras el brasileño baja un cambio y acelera suavemente para dejar atrás el incómodo momento.

Uno de los periodistas más reputados de la época lo interroga luego sobre ese episodio terrorífico. “En la TV dijeron que había sido una brillante maniobra de control, pero eso es mentira”, explicó el paulista, en ese momento de 25 años, tras conquistar el GP. “Había perdido totalmente el control. Perdí la adherencia en las cuatro ruedas y cuando eso ocurre, no hay nada que hacer. Fue pura suerte que no golpeé contra las barreras y que cuando encontré algo de grip el auto volvió a la pista. En este juego se necesita un poquito de suerte, concluyó (y según el periodista entrevistador) riéndose.

De ese instante pronto se van a cumplir 40 años.

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El debate sobre la fortuna en el automovilismo permanece tan vivo como siempre. ¿Existe la suerte? ¿Hay pilotos con mala suerte?. Transcurren las décadas y no hay una respuesta científica. 

El neocelandés Chris Amon fue catalogado en su momento como el piloto más desafortunado de la historia. Siempre le ocurría algo cuando estaba a punto de ganar. Y eso sucedió en más de una oportunidad. Al cabo de casi una década de actividad en F-1 en equipos importantes como Ferrari (foto abajo) o Matra, si buscás en la lista de pilotos ganadores en el Mundial de Fórmula 1 encontrás 115 apellidos, pero nunca el suyo. “Chris tiene tanta mala suerte”, decía Mario Andretti, campeón mundial en 1978, “que si decidiera abrir una funeraria, la gente dejaría de morirse”. 

Carlos Reutemann parecía perseguido por la mala suerte. Dejó Brabham en 1976 para ir a Ferrari, y Nelson Piquet lo batió con un Brabham por un punto en el Mundial de 1981; en 1978 dejó Ferrari para ir a Lotus, que era el auto a vencer; su reemplazante Jody Scheckter fue campeón y él no ganó un solo GP en 1979. Luego pasó a Williams, perdió el título de 1981 y se retiró tras dos carreras en 1982: su compañero Keke Rosberg acabó quedándose con el título…

No son pocos los integrantes del circo del automovilismo que consideran a la suerte como una máscara de excusas, bajo el argumento de que si hacés todo bien, cómo debe ser, el azar no interviene, se da la lógica y el mejor conjunto es el que gana.

Quizás existe algo de verdad allí, y hay que rastrear. El problema es qué significa hacer todo bien. Un coche de carreras en la actualidad tiene miles de piezas (hasta 10 mil en un Fórmula 1 actual). Los ingenieros de pista preparan listas de trabajo, pero la incógnita es saber si se pueden chequear todos y cada uno de esos componentes del auto antes de cada salida a pista. Historia conocida: Reutemann perdió el GP de la Argentina en 1974 porque no se chequeó por completo el nivel de combustible en el tanque, dado que el equipo estaba muy ocupado solucionando otro problema.

Aún en la F-1 de hoy, con al menos tres decenas de mecánicos en cada equipo, a veces se producen errores importantes, como cuando Alex Albon salió a clasificar en la Q3 del GP de Azerbaiján 2024 sin que los mecánicos le quitaran la bandeja de hielo seco con el que habían refrigerado los radiadores entre el intervalo desde la Q2.

Errores como esos ocurren a menudo porque interviene el factor humano. La suerte podría implicar la eliminación eficaz y minuciosa de la incidencia de ese factor en el resultado final. La cuestión ya se vuelve filosófica: ¿realmente se puede alcanzar semejantes cotas en una actividad progresivamente más y más tecnológica?

Cuatro décadas atrás, Ayrton Senna -nada menos- señalaba que “un poquito de suerte” es necesaria. La suerte podría interpretarse, entonces, como un proceso en el que esos aspectos del auto que no llegaron a chequearse, no defeccionen o que las circunstancias en las cuales el piloto pierde el control de su máquina no sean punidas por el ambiente que los rodea (los rivales o las condiciones de seguridad, en general).

«Un gusto». ¿hasta pronto?. Vowles y Franco

Lo que nos lleva al caso que dominó la última parte de 2024. Franco Colapinto (en la foto con James Vowles)

El argentino conducía su Williams FW46 en Interlagos, durante el Grand Prix de San Pablo, en un diluvio muy parecido a aquel de Estoril, y perdió el control de su coche. A diferencia de lo ocurrido con Senna en 1985, golpeó el guardrail. Y sabemos todo lo que ocurrió después.

Senna no evitó el choque simplemente porque fuera un campeón mundial en potencia. En sus propias palabras, fue un poquito de suerte. Colapinto no pudo evitar coronar ese fin de semana dramático -la muerte de su abuelo, la dinámica de su continuidad en la máxima categoría, el acuerdo en ciernes con RedBull, el auto destruído en clasificación menos de seis horas antes- con un episodio sin fortuna.

Supimos que, cuando el viernes 1° de noviembre –a 48 horas del Grand Prix- se lanzó a rodar la versión de que el piloto de Pilar correría con RedBull en 2025, había algo de concreto allí. A Christian Horner se lo vio saliendo de la oficina de Williams y hoy sabemos que existía entonces un marco general según el cual si el argentino viajaba en los tiempos de su compañero Albon o si lo superaba, habría un contrato.

Volvamos atrás a ese viernes: Colapinto venía de una excelente carrera en Estados Unidos y una tarea eficiente en México. Los que se enteraron de la existencia de ese marco -por llamarlo de algíun modo- pensaron “¿cómo no va a ser igual o más rápido que Albon, dada la forma en la que viene andando?” y fue probablemente así, que pasaron el dato a algunos contactos periodísticos. Quienes -en general expilotos devenidos comunicadores- se afanaron por dar la primicia sin un riguroso chequeo, que aquellos siempre hicimos periodismo gráfico conocemos de rigor y que, entre otras cosas, sirve para no quedar pegados o pagando si la “primicia” no resulta verdadera.

Quizás eso fue mala suerte: no se agotaron las instancias para chequear la veracidad de la información. Como con un coche de carreras: faltó revisarlo todo. La primicia, como el auto, salió a la pista de las redes sociales sin un chequeo completo. Y defeccionó.

Como aquel choque en Interlagos ya fue analizado en su momento en Visionauto, no volveremos sobre el particular. Pero la dinámica de ese incidente, ¿acabó mal por causa de la mala fortuna? Todo indica que hubo algunos aspectos de la ecuación sin chequear. No se podía con todo. No fueron las cubiertas. A diferencia de aquel Lotus negro y dorado, este Williams azul y amarillo sí impactó contra las barreras. Fue el segundo fatal de Franco Colapinto en 2024.  

A pocos kilómetros de allí, en el Cementerio Morumbí, descansan los restos de Ayrton, muerto tres décadas antes. Él habría dicho que sí, que le faltó un poquito de suerte… El cachito que le faltó a él en Imola. 

¡Feliz 2025 a todos los lectores de Visionauto!

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4 COMENTARIOS

  1. Bellisima nota
    Feliz 2025 para todos los integrantes de VisionAuto,es reconfortante leerlos en estos tiempos desapacibles.
    PD:Que pena que Franco no pudo hacerse tiempo ese fatidico finde de Interlagos de llegarse a Morumbi para visitar la tumba del Genial Ayrton

  2. Muy buena nota. Por supuesto que existe la buena y la mala suerte dentro del automovilismo, obviamente siempre dentro de determinados márgenes de lógica.
    Pero esa maniobra de Estoril claramente no fue suerte, fue su impresionamente dominio del auto bajo lluvia. La declaración por su parte de que fue suerte, queda en el marco de la prudencia y humildad, muy acertadas por cierto en ese momento. En esa misma carrera Prost con el McLaren se pegó en la recta principal de Estoril. Y ahí no se puede hablar de mala suerte, es claramente falta de pericia y dominio del auto con esa puesta a punto y cubiertas en esas condiciones.
    Y al revés pasó lo mismo, varios abandonos y retrasos en carrera de Senna no fueron por mala suerte (como mucha prensa dijo) sino por una conducción muy exigente para la resistencia de sus autos, como por ejemplo pasar de vueltas el motor en los rebajes (recordar que Senna salió 3 veces campeón todas con caja manual, venciendo a Ferrari o Williams que tenían semiautomática) o incluso a veces mala puesta a punto para la carrera (algo que no era la especialidad de Ayrton), y al revés con Prost, que muchas veces de decía que ganaba de suerte o rebote pero no era así.
    Lo de Colapinto en Brasil estuvo lejísimos de ser mala suerte, fue en 90% un gran error del equipo al llamarlo a boxes en ese momento para volver a poner esos neumáticos intermedio y 10% su falta de experiencia/pericia para acelerar a pleno en lluvia (en un sector en subida donde el agua cruzaba la pista).
    Saludos.

  3. Completando el comentario anterior, coincido en que el accidente faltal de Senna tiene por parte de él, muchísimo de mala suerte. Ya que si la dirección se cortaba en otro lugar, en la chicana acqua minerale por ejemplo, la cosa hubiera sido muy distinta. Pero desde el punto de vista del equipo no se puede hablar de mala suerte, ya que esa extensión «chapucera» que hicieron de la columna es digna de un equipo medio pelo de TC, pero totalmente imperdonable para un equipo top de F1 como en ese momento era Williams.
    El tipico ejemplo de mala o buena suerte se da cuando en una largada por ejemplo un auto del fondo del pelotón se queda sin frenos o se pasa y termina partiendo al medio un auto del pelotón de punta. Ese auto de punta si puede aducir mala suerte, y el que iba atrás (que zafó por un pelito) puede decir que tuvo buena suerte.
    Saludos.

  4. pero ….. colapinto, tuvo un guiño de la fortuna corriendo 9 carreras, ya. la situacion actual, como reserva o potencial piloto de otra escuderia iniciado el torneo, resulta lo optimo en su proceso de maduracion. ya esta amasado, ahora la masa hay que dejarla levar y luego desgasificarla, para enviarla al horno. el proceso va dentro de lo logico. no es un piloto despedido, sin respaldo y evaluando con el padre armar un camaro de tc y una tc pick up.
    creo que la suerte, estuvo de su lado.

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