COMO CORRESPONDÍA a la plenitud del invierno hacia frío aquel 10 de julio del 2000. También llovía. Además era lunes, el día menos indicado para una presentación que encima era en el local del Café Carburando, en la zona de Avellaneda, totalmente a contramano de la comodidad general. Era la combinación perfecta para el fracaso pero era lo que había para la presentación del libro Fórmula 1, 50 Años La eterna pasión que junto con mis colegas Martín Urruty, Mauro Feito, Gastón Mastrolia y el recordado reportero gráfico Gerardo Ottino habiamos escrito con tanto entusiasmo y no pocas dificultades.
Sin Juan Manuel Fangio, con Carlos Alberto Reutemann inaccesible como siempre, la presencia de José Froilán González era una obligación para que esa historia que repasabamos en el libro tuviese un representante . «Cómo no muchachos, no hay problemas, lo único que les pido es que me manden un remis porque por unos días el médico me prohibió manejar» respondió ante la invitación. Por supuesto estuvo el remis y por supuesto ahí estuvo Froilán siendo uno de los primeros en llegar. A pesar del frío, la lluvia, el lunes, el lugar a trasmano. Su presencia jerarquizó una reunión que pese a nuestros temores tuvo una gran convocatoria. Obviamente Froilán fue la gran estrella. Recuerdo su animada conversación el recordado Alfredo Parga y el elogio a la simpatia de mi madre María nacida en el mismo 1922 que Froilán pero dos meses antes.
«Por nada muchachos, fue un placer, cuando me necesiten otra vez sólo tienen que llamarme unos dias antes» respondió mientras nosotros no encontrábamos la forma de agradecer su presencia. La presencia del piloto que quedó en la historia por ser el primer ganador con Ferari, nada menos. Recordé esas palabras , dichas con su conocida espontaneidad, cada vez que volví a encontrarlo en una reunión. disfrutando y haciendo disfrutar con sus relatos y anécdotas. Es que dónde se lo convocaba ahí iba Froilán. Sin alharacas, con sencillez. No me olvidé de aquellas palabras cada vez que algo pasaba con Ferrari y Froilán era la referencia argentina inevitable por su estrecha relación con el equipo de Maranello. Siempre estaba dispuesto..Sin las vueltas ni los filtros habituales en muchos que ni siquiera le llegan a los talones en sus pergaminos deportivos.
Qué lástima fue la sensación inicial que me invadió al conocer la noticia de su muerte. Qué suerte me dije en una reflexión más real y acertada con el recuerdo de los gratos momentos que me permitió compartir. Gracias Froilán. Como aquel de julio del 2000.
Por Miguel Sebastián
Un grande, sin lugar a dudas. Un grande de esos que cada vez nos quedan menos…
Se fue un grande, que lamentablemente no pude conocer personalmente, pero que los libros y escritos como este me hacen extrañarlo y llorar como si hubiese estado ahi, Hasta siempre Pepe!!!
que macanudo habra sido froilan que puso la cara x ese libro que tiene varios errores