MUY VISITADO POR LA TRAGEDIA.
Enclavado en la zona de los Bosques Ardennes desde 1920, el circuito de Spa-Francorchamps es uno de los pocos que ha conservado gran parte de sus encantos por encima de los recortes y cambios realizados en función de la seguridad. Esto no le quitó peligrosidad, como lo demostró el reciente accidente que se cobró la vida del promisorio y joven (22 años) piloto francés Anthoine Hubert durante la carrera de Fórmula 2.
Huber se convirtió en el 48º piloto que muere en el atractivo y exigente, y también peligroso circuito belga. Una extensa lista, que incluye 21 motociclistas, y que un lejano 9 de agosto de 1925 inauguró el británico Bill Hollowell, durante una carrera de motos de 350cc.
Hubo nombres importantes y promisorios que dejaron su vida en Spa. El inglés Richard Seaman, uno de los más destacados pilotos de la Pre Guerra, se inmoló sobre un Mercedes Benz un lluvioso 25 de junio de 1939. Más cercano en el tiempo, en la famoso curva Eau Ruoge, quedó truncada esa gran promesa alemana que era Stefan Bellof. Pagó caro en los 1000 Km de Sport, el atrevimiento de intentar con su Porsche 956 privado superar por afuera al Porsche oficial de Jacky Ickx. Ahí se diluyó la gran esperanza germana, de tener el primer campeón mundial de Fórmula 1. Por sus condiciones y antecedentes, Bellof apuntaba a eso e incluso tenía firmado un precontrato con Ferrari para la temporada 1986.
Asidua visitante, en varias ocasiones la tragedia golpeó dos veces en la misma carrera. Así, los motociclistas Robert Jecker y Bruno Quaglieri murieron el 15 de julio de 1932, los holandeses Win Loss y Erick Keyn se mataron el 23 de julio de 1967 en las 24 Horas de Spa de Turismo, competencia que en su edición 1973, disputada entre el 21 y 22 de julio tuvo el lamentable saldo de los accidentes fatales del alemán Hans Peter Joisten y el francés Roger Dubos. Unos años antes, el 7 de julio de 1968, los sidecardistas alemanes Johan Attemberger y Josef Schllinger, habían encontrado trágico final al despistarse en la curva Masta. Y unos años después, el 18 de julio de 1985, las 24 Horas de Lieja, tradicional carrera de motos de resistencia, se ensombreció con las muertes del alemán Harald Layher y el francés Jean Pierre Haemisch.
Sin embargo ninguna de estas tragedias, puede equiparase con la sucedida el 19 de junio de 1960 en el Gran Premio de Bélgica de Fórmula 1. En aquel Spa-Francorchamps, de 14.100 metros, con elementales medidas de seguridad, que transitaba entre granjas y molinos, rodeada de badenes y alcantarillas, el campeonato mundial produjo un hecho hasta ahora único en sus 70 temporadas, ocurrió cuando murieron dos corredores en pleno gran premio. Fueron los británicos Chris Bristow y Alan Stacey, quienes con cinco vueltas de diferencia, protagonizaron distintos accidentes fatales. Esto no impidió la continuidad de la carrera, ganada por Jack Brabham. Si, produjo un gran golpe emocional en Jim Clark, que disputaba su segunda carrera, y ante las tragedias, que alcanzó a su coequiper Stacey, insinuó que dejaría de lado las carreras. Quedó en eso, aunque paradójicamante en el desarrollo de una brillante campaña, el escocés no pudo escapar a la trampa que le tendió la muerte el 7 de abril de 1968 en Hockenheim, Alemania.
Otro tiempos de la Fórmula 1 y de un circuito de Spa, que con sus cambios y la reduccion del trazado (actuales 7004 metros), no perdió totalmente su encanto pero tampoco su peligrosidad.
Fotos: motorsport
Excelente repaso de la historia grande de este hermoso circuito de carreras,cuya renovacion en la decada del 70 es la mas lograda en cuanto a la preservacion del desafio que representan este tipo de pistas clasicas.Spa mantiene el espiritu original(rapido,tecnico,peligroso)como no ocurre en Nurburgring,Monza,Silverstone,Hockenheim,etc.Es la pista de los valientes,la que nos devuelve a los tiempos pasados donde los heroes se jugaban la vida en TODAS las carreras de F1.Ojala se mantenga inalterado en los años por venir.