LA PRIMERA VEZ DE LOLE.
Sin ser desbordantes eran buenas las expectativas de los aficionados argentinos, para volver a ver a la Fórmula 1 en nuestro país luego de más de una década. También estaban las ganas de ver un compatriota entre sus participantes. Por eso aquel domingo 24 de enero de hace medio siglo, se poblaron las tribunas del actual Autódromo Oscar y Juan Gálvez, pese a que la muerte de Ignazio Giunti dos semanas atrás en los 1000 Km provocó la baja de Ferrari y un Matra, y que tampoco dijo presente el equipo Tyrrell con sus pilotos estrellas Jackie Stewart y Francois Cevert.
Por encima de esas ausencias, y de un parque que mezcló autos de Fórmula 1 con los de Fórmula 5000, había interés de los hinchas argentinos por observar en acción a Carlos Alberto Reutemann. Con un año de experiencia en la Fórmula 2 Europea, Lole se perfilaba por sus condiciones conductivas y profesionalismo, como la esperanza criolla para reposicionar un nombre argentino en el Campeonato Mundial. Habían transcurrido 11 años transcurridos desde que el 7 de febrero de 1960, cuando Carlos Menditeguy (llegó cuarto), Alberto Rodríguez Larreta (noveno), Froilán González (décimo), Roberto Bonomi (undécimo) y Nasif Estéfano en el lugar 14, formaron parte de la grilla de un Gran Premio de la República Argentina, que para todos fue la despedida de una largada de una competencia puntuable, y el inicio de una era de ausencia en el calendario mundialista que se prolongaría hasta 1972.
Así durante toda una década, Argentina se quedó sin Gran Premio y sin pilotos en Fórmula 1. Y paradójicamente fue en la década del 60, considerada por muchos como la Década de Oro de la F-1, con el brillo de campeones como Jim Clark, Graham Hill, Jack Brabham, John Surtees, Phil Hill, Jackie Stewart, Denny Hulme, Jochen Rindt y figuras del nivel de Dan Gurney, Chris Amon y Lorenzo Bandini. En todos esos años hubo sí, un par de intentos como los de Juan Manuel Bordeu y Nasif Estefano. El balcarceño incluso, tenía previsto debutar en el Gran Premio de Francia 1961 sobre un Lotus 18/21 del equipo UDT Laystall, pero pocos días antes sufrió un gravísimo accidente en el circuito inglés de Goodwood mientras probaba un Lotus Elite y adiós Fórmula 1.
Estéfano estuvo más cerca y participó en la clasificación del Gran Premio de Italia 1962, pero no entró en los 21 habilitados para largar. Quedó 30° y último, con el impresentable De Tomaso 801 del constructor argentino Alejandro De Tomaso. Insistió al año siguiente, corrió una carrera sin puntaje en Roma donde abandonó, y se inscribió en los Grandes Premios de Mónaco, Francia y Gran Bretaña, pero ante la escasa competitividad del De Tomaso no se presentó a clasificar en ninguna, y terminó de mala manera su relación con De Tomaso con acusaciones de engaños y fraudes. Como Bordeu, Nasif volvió al automovilismo argentino donde brilló. A su vez, ambos fueron referentes en las Temporadas Internacionales de Fórmula 3.
Volviendo a aquel Reutemann de enero de 1971, vale recordar que constante y meticuloso como era el santafesino, supo aprovechar la oportunidad que se le brindó al subirlo a un McLaren M7-Cosworth privado del equipo del sueco Jo Bonnier. Su tercer puesto detrás del ganador Chris Amon (Matra MS 120) y de su escolta Henri Pescarolo (March 701), superó expectativas y potenció la ilusión que un año más tarde se hizo realidad, cuando debutó con pole en el Gran Premio de la República Argentina, ya por entonces puntuable para el campeonato.
A partir de entonces y por una década, Lole escribió una historia ya conocida de 146 carreras con 12 victorias, 6 poles y 45 podíos, a la que sólo le faltó el título de campeón mundial pero, sin que esta carencia le quitara mérito y brillo a su campaña. De hecho, ninguno de los posteriores compatriotas que se subieron a un Fórmula, 1 se le acercaron ni por asomo en continuidad y rendimiento.
A medio siglo de aquel promisorio debut de Lole, muchas cosas han cambiado en el mundo y en la Fórmula 1. Y no todas para bien. Específicamente en el caso de la proyección de un piloto argentino, tan lejos de concretar como ha quedado en el tiempo ese enero de 1971, se ubican los anhelos de ver un compatriota en el Mundial. Como esperanza más cercana está el chico Franco Colapinto (17 años); con su intención de continuar en la Fórmula 3 su buena y ascendente campaña internacional. Ahora le faltan los obstáculos más difíciles, los que demandan las mayores exigencias deportivas y los crecientes costos económicos. Obstáculos conocidos, que se interpusieron en los caminos de Marcos Siebert (el mismo que le ganó un título de Fórmula 4 Italiana a Mick Schumacher) y Giorgio Carrara.
Tampoco, a diferencia de aquel tiempo, hay un proyecto serio que sostenga las ilusiones de un piloto con ganas de probar suerte en Europa. Lole lo tuvo en aquel recordado equipo del Automóvil Club Argentino, que en el 1970 lo mostró en los circuitos europeas, y le dio el impulso para que luego pudiera continuar. Un proyecto que lamentablemente no tuvo continuidad, y al que a principios del siglo XXI sólo se le acerco el emprendimiento privado del Lincoln Sport Group, cuando proyectó a las pistas internacionales a José María López, Esteban Guerrieri y Mariano Altuna. El resto fueron esfuerzos económicos y logísticos individuales, que en algunos casos (Norberto Fontana, Esteban Tuero y Gastón Mazzacane) llegaron a la Fórmula 1. pero que por distintos motivos no consiguieron afirmarse.
Otra cara opuesta del automovilismo actual con lo que sucedía hace medio siglo, es la relación de Argentina con las categorías internacionales. Con los buenos antecedentes de Temporadas Internacionales de las Fórmula 3 y 2, nuestro país había recuperado entonces las fechas de Fórmula 1 y Sport Prototipos. Nada, pero nada que ver con la actualidad que poco a poco ha visto las caídas, y no todas por el coronavirus, del Mundial de Turismo, la Fórmula E, el Dakar y hasta del Rally de Argentina, una carrera emblemática y que parecía intocable. Ni que hablar de la Fórmula 1. Como será la imposibilidad de recuperarla, que hasta dejó de formar parte de las tradicionales promesas de los distintos políticos cuando, a su turno, pasaron por el gobierno.
A poco más de dos meses (15 de abril), de cumplirse ¡20 años! de la última vez que un piloto argentino (Gastón Mazzacane en Imola), largó un Gran Premio de F-1, vale este recuerdo de lo sucedido con Carlos Alberto Reutemann hace medio siglo.
Una época ni mejor, ni peor, pero que al menos en el ámbito de Argentina con la Fórmula 1, permitía tener ilusiones firmes. Esas que en estos tiempos casi no existen.
Para completar y, por si no la recordás o no la leíste en su momento, te reiteramos la nota publicada hace diez años, sobre el debut de Lole. Disfrutala y trata que no te gane la nostalgia.