CAPACIDAD PURA Y TALENTO.
En una fase de su vida Jorge Ferreyra Basso fue un diseñador de pluma fina en su «casa» General Motors Argentina, donde llegó a ser Gerente de Diseño. Allí salió una de sus creaciones por excelencia, la Chevy Serie 2 de los años 70. La vida, una vez cumplida esa etapa, lo convirtió en un brillante artista plástico, de su pincel surgieron obras estupendas vinculadas al automovilismo, autos históricos y episodios que marcaron la historia del mundo motor. Ferreyra Basso cuando se encontraba en plena actividad, falleció a los 78 a consecuencia de complicaciones de su cuadro por Covid-19. Recordatorios, evocaciones, testimonios acerca de su figura, han reflejado el pesar.
No sólo pintó cuadros, elaboró murales como el realizado en la entrada al Autódromo Oscar y Juan Gálvez (foto portada), en la actualidad grotescamente tapado por «Ciudad Autódromo», mote con que el gobierno porteño ha pretendido denominar al predio, olvidándose de su esencia, historia y arraigo en la gente.
A mediados de los ´60, comenzó a destacarse, diseñó para los Baufer, recordados constructores de autos de carrera, entre tantos el de los Emiliozzi y los Sport Prototipos nacionales que corrieron desde 1969 hasta mediados de los ´70. Ahora bien, si hubo un coche que lo lanzó a la consideración más popular, ese fue el Chevitú, el Chevrolet Super Nova II traído desde Estados Unidos por Froilán González para que lo corriera y conmoviera al TC, Jorge Cupeiro.
Pese al retiro de la Argentina de General Motors (GM), en 1978, Ferreyra Basso continuó ligado a las filiales de la compañía en Brasil, Estados Unidos y Alemania, para las que elaboró proyectos luego concretados. En tanto, con el transcurrir de los años, fue volcándose más hacia la pintura, hasta convertirse en una referencia clara y muy destacada. Así lo fue, y seguirá siendo.
«Estuvo 38 años al servicio de GM. Creó centros de diseño, colores y tapizados y como el me enseñó, la calidad percibida de Opel y todas las marcas de GM USA. Se fue un grande de la industria y un pilar de GM. Queda su obra eterna y sus pinturas», escribió el periodista Eduardo Smok, como otros uno de los que lo evocó; como síntesis de quien fue Ferreyra Basso.
Muestra de la magnitud alcanzada por Ferreyra Basso, el mural que ves se encuentra en el Auditorio de la fábrica de GM en Rosario. Lo pintó con motivo de los 100 años de Chevrolet.
Pintando el mural en la entada al autódromo porteño, una obra que merece volver a verse. (Foto y portada gentileza Diego Durruty).
En la planta de GM en las inmediaciones de Rosario, las banderas a media asta en homenaje a Ferreyra Basso. Un gesto que habló por sí sólo.