UN DURO GOLPE.
“Jeddah es una pista complicada para todos los pilotos, de mucha velocidad y con los muros tan cerca. Segurame nte no perdonará el mínimo error…”
Charles Leclerc fue uno de los tantos que advirtió sobre el peligro que representan los cercanos muros en el circuito que estrena la Formula 1 en el también debutante Gran Premio de Arabia Saudita, anteúltima fecha del Campeonato Mundial y donde se circula por encima de los 310 Km/h.
Quiso el destino que el monegasco fuese el primero en comprobar la dureza de esos muros cuando ya parecía que la Fórmula 1 superaba invicta de golpes la jornada inicial de entrenamientos. A cinco minutos del final, Charles perdió el control de su Ferrari en la curva 22 y golpeó, primero de cola y luego con el costado derecho contra el muro. Salió ileso de su auto destrozado. Mucho trabajo para los mecánicos y dudas sobre las piezas afectadas aunque se informó que no hubo grandes daños en el chasis.
Por encima del circuito, este no es el primer accidente de Leclerc en un callejero en los días previos de un Gran Premio. También se golpeó fuerte en las pruebas de clasificación de Mónaco tras hacer la pole que no pudo aprovechar al no largar al día siguiente y en Bakú, en los entrenamientos del Gran Premio de Azerbaiyán.
Error o no de Leclerc, este accidente demostró que no eran infundadas las preocupaciones sobre las características muy veloces, rodeado de muros y no muy ancho, de un circuito que encima fue terminado de apuro y se construyó en el tiempo récord de siete meses. Un circuito que no es el escenario adecuado para un Gran Premio que puede definir una campeonato tan reñido y apasionante como el que protagonizan el líder Max Verstappen y su escolta Lewis Hamilton. Sin embargo, como tantas veces el dinero manda y el canon de 40 millones de dólares anuales aportados por los organizadores árabes más la fuerte inversión (80 millones anuales) de la petrolera Aramco como patrocinante de la categoría hizo más flexible la mirada de la Federación Internacional de Automóvil (FIA). Esa misma mirada que suele ser dura, especialmente con los latinoamericanos.