EL INCENDIO DEL CAMARO DE MAZZACANE, BAJO LA ÓPTICA DE GUILLERMO. EL DÍA QUE SEGURAMENTE HAYA SIDO AHORA SÍ PARA EL, SU ÚLTIMA CARRERA COMO PILOTO.

Piloto de mil batalles, exactamente 406 en Turismo Carretera, múltiple campeón, ídolo para los  hinchas de Chevrolet y reconocido por el resto de las hinchadas. Es Guillermo Ortelli, no cabe duda.

En el Gálvez, arriba del Camaro que ha heredado Agustín Canapino para correr la Copa de Oro desde su apertura en San Luis (14/15 de septiembre), el Guille acaso se haya subido por última vez en su vida a un auto de TC, luego de la despedida oficial dos años atrás en La Pampa.

Así como el Gurí Martínez, tuvo Guillermo un regreso fugaz en el Gálvez originado por la iniciativa de la ACTC. Y si bien, el resultado alcanzado distó y mucho de aquellos obtenidos en su exitosísima carrera en el automovilismo, se llevó el beneplácito de los hinchas del Chivo por verlo de nuevo con el buzo antiflama y el casco. Lo mismo ocurrió en el caso del Gurí.

El motor roto en las prácticas del sábado trastocó los planes previstos para el fin de semana, y una vez finalizado el arduo trabajo para cambiarlo, en la serie dominguera el acelerador trabado lo mandó a la cama de leca en la Horquilla, y en la final no alcanzó la cuadriculada como tampoco lo consiguió Martínez. Dicen que dijeron que antes de salir a pista, Ortelli transmitió sus dudas a la gente del Canning Motorsport, acerca del funcionamiento del acelerador.

Avezado, con experiencia de sobra sobre sus hombros, Visionauto le preguntó acerca del dantesco espectáculo producido cuando se incendió el Camaro de Gastón Mazzacane, recién comenzada la final y cuando el Rayo viajaba en la zona de «guerra», en el medio del compacto pelotón rodeado por un numeroso lote de autos. Fueron unos segundos de alta tensión, preocupantes para todos; por suerte tuvo un final feliz cuando se lo vio a Gastón salir de ese infierno en que se había convertido su auto, y al toque salir corriendo de la pista mientras le pasaban muy cerca varios autos de carrera.

Mientras el Rayo se desprende los cinturones de seguridad, detiene el auto en medio de la pista, abre la puerta y se dispone a bajar para salvar su vida.
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-Guillermo, al ver y sentir el fuego en el habitáculo, ¿no debió Gastón llevar su auto hacia un costado de la pista?

-Y…, lo que puedo decir es que Gastón se vio envuelto en una situación muy difícil. ¿Si debería haber «tirado» el auto afuera de la pista?. Mmm, no se, quizá podría haber sido peor; a los autos auto sobre el pasto les cuesta parar y se pueden ir para cualquier lado. En el pasto, un auto no para tan rápido como en la pista. Cuando pisas el freno, resbala y no se para más sobre el pasto.

Ortellli pasa con el Camaro delante de «La 15», las tribunas de la S donde se ubica como es tradicional la hinchada de Chevrolet. No anduvo mucho con el Camaro pero quedó entusiasmado por sus prestaciones, especialmente al momento de frenar. Ante su retiro, desde el inicio de la Copa de Oro, como se anunció, lo manejará Agustín Canapino.

-También se dijo, que influyó la visibilidad real que tuvo Mazzacane en esos instantes.

Es cierto, Creo que dijo que no veía nada, fue un momento muy difícil; para mí está claro que Gastón vivió una situación límite y no veía nada.

Y a vos, ¿qué te pasó?

-Yo iba tranquilo y con la simple intención de terminar la carrera, hasta que Norberto (Fontana, luego sancionado) me tocó y ahí quedé, no pude seguir.

-¿Qué impresión te dejó el Camaro?

El auto nuevo me gustó mucho. Lo pude apreciar y disfrutar más en la final luego de los problemas en los entrenamientos del sábado. De hecho, no pude andar el mismo sábado y en la serie anduve poquito, pero en la final pude aprovecharlo. Me sorprendió mucho el grip que tiene más allá del grip nuevo que ahora tiene la pista repavimentada, y que yo no había utilizado. Pero bueno, como digo, el auto me gustó mucho, por ejemplo a la hora de frenar es más estable y sereno y te permite hace una mejor frenada.

-La velocidad de curva y la velocidad final, ¿que te parecieron?

-La verdad, me dejaron sensaciones buenísimas en ambos casos.

 

Pasó la primera experiencia de Ortelli arriba de un auto de nueva generación, lástima que no podrá disfrutarla y aprovecharla. Igual ha dejado a un heredero con suficientes pergaminos, quien seguramente lo hará: Agustín Canapino, nada menos.  

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