MAS CERCA DE ENCONTRAR SU IDENTIDAD

EL TRV6 PARECE ESTAR VIENDO, al final del túnel, la luz de su propia razón de ser.

Pareció muy distinto el arranque de esta temporada de la categoría respecto a lo que había sido el cierre del torneo 2015, entre la tristeza del marco que debía coronar un campeón y la controversia que rodeaba al método elegido para consagrarlo.

También fue muy distinta esta presentación en Paraná de la que, once años atrás y en el mismo circuito, inauguró la era del TRV6. Por entonces, la asociación con los clubes de fútbol parecía darle un perfil único en el espectro del automovilismo; aquella bajada en helicóptero de Julio Grondona en pleno autódromo quedó como uno de los gestos más grandilocuentes del arranque de una etapa que pretendía ser fastuosa.

Ese concurso con los mejores pilotos disponibles en plaza se diluyó hace tiempo, y parte de esa raza que corrió y se bañó de gloria en el TopRace –los Ortelli, los Martínez, también los Rossi y los Silva- fueron captados por el Turismo Nacional con una ecuación promocional y monetaria que a la billetera de Alejandro Urtubey le resultó imposible empardar.

Así que desde hace varios años, con o sin la responsabilidad directa del dirigente salteño, la especialidad se ha visto embarcada en un necesario proceso de reinvención, en algún momento inevitable para asegurar su continuidad. No es el TN, que evoca a trazos gruesos las calles de la Argentina; no es el SuperTC2000 con su pléyade de equipos oficiales; no es -por supuesto- el TC, que a esta altura no precisa definición meticulosa y le basta con simplemente ser. ¿Qué es el TRV6?. Era la pregunta que precisaba de urgente respuesta.

¿Existe ya esa respuesta?. Quizás sea demasiado pronto para que los encargados de esbozarla lo hagan por completo, pero se advierte la chance. En Paraná corrieron 25 autos tripulados por una dotación variopinta, de 6/7 puntos de promedio. Como figura propia al TRV6 solo le quedó Agustín Canapino, pero la categoría aprovechó la por lo menos curiosa política de exclusión de la ACTC para sumar al Bebu Girolami y Ricardo Risatti, por ejemplo, y quizás debiera hacerlo con los eyectados por la estrategia paydriver que, impulsada o no por su dirigencia, campea cada vez más en el SuperTC2000.

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La opción semi-larga duración que adoptó la categoría contiene elementos de interés. La carrera entrerriana tuvo varios condimentos, los equipos responden bien en los boxes frente a las alternativas de peligro que suponen los reabastecimientos, y la propuesta es diferenciada: eso es imprescindible frente a la competencia que supone, los mismos domingos en los que compite, las presentaciones del Turismo Nacional.

Con el tipo de coches que se utilizan y el formato de las carreras que se disputan, quizás sería hasta lógico que el TRV6 profundizara su costado NASCAR y corriera en circuitos más cortos, de no más de 3.200 metros de extensión: en Paraná parecían perderse en el campo… El público, que entra de manera gratuita a la carrera, no se va a enojar si lo acomodan en medio circuito, y en todo caso se beneficiará si ve pasar más veces al pelotón por delante suyo, si es que realmente las carreras van a durar siempre 70 minutos. Para pensarlo.

Por P.V.

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