A PROPOSITO QUE a Pechito López le bajaron el pulgar para correr en el Mundial de Resistencia por la segunda fecha en Spa.
Ah!, majestuoso Spa-Francorchamps (villa ésta última donde en realidad está enclavada la pista belga, con un tramo que supo ser de uso público), que perfora las Ardenas y que ostenta la inigualable curva de Eau Rouge resistente a las amputaciones y modificaciones, para mantenerse como la mejor del mundo.
Los médicos del equipo Toyota en coincidencia con los de la FIA, que tenían la data precisa de lo sucedido al físico de Pecho (dos vértebras jaqueadas), como consecuencia del piñón que se dio en Silvertone, en su efímero debut en el Mundial de Resistencia (WEC), no dudaron.
Aplicaron el riguroso criterio médico, y sugirieron o resolvieron que no era conveniente que el cordobés se subiera a semejante caño, como el prototipo TS050 híbrido, un verdadero F-1 con techo.
Esa rigurosidad puesta en práctica como hábito innegociable, merecería que fuera observada por el ambiente de nuestro automovilismo autóctono, donde tantas veces se proclama un profesionalismo que en más de una ocasión se da de bruces contra el folclore y permisividad.
En Spa-Francorchamps, ante el más ínfimo riesgo, Pechito se quedó abajo. Acá en cambio han sabido correr pilotos que no se mostraban en plenitud física, incluso en inferioridad de condiciones a la vista de todo el mundo sin que se moviera el amperímetro.
Dijera el recordado árbitro Francisco «Pancho» Lamolina, «siga, siga!».
Ah!, la última; Fernando Alonso debió sortear con el mismo auto que va a correr, un supuesto McLaren-Honda alistado por el equipo de Michael Andretti, todos los pasos estipulados para poder ingresar como cualquier hijo de vecino, a la actividad oficial y aspirar a convertirse en uno de los 33 que tomarán parte de las inigualables 500 Milas de Indianápolis.
Los examenes los sorteó con holgura como lo que es, un gran piloto y campeón que, vaya a saber que misterio lo ha llevado a dilapidar sus años mozos y la chance de repetir más campeonatos mundiales.
Acá debería haber pasado primero por el TC Mouras…
Por C.S
Totalmente de acuerdo. Los médicos incluso temian por EAU ROUGE, ya que las G laterales son altas y sobre todo el cambio brusco de dirección y por lo tanto de sentido de las fuerzas, ya que podían causar daños severos en esas vertebras.