EL PASO DEL TIEMPO agranda los recuerdos pero no modifica los hechos. Por eso al cumplirse 35 años de aquel hito histórico que fue la rebeldía de Carlos Alberto Reutemann para ganar el Gran Premio de Brasil, simplemente volvemos a publicar la nota de hace cinco años con mis vivencias personales sobre aquella gran experiencia profesional.
LA MEJOR TRAVESURA DE REUTEMANN
Por Miguel Sebastián
Treinta años pasaron ya de aquel Gran Premio de Brasil que Carlos Alberto Reutemann ganó rebelándose al cartelito JONES-REUT que le indicaba resignar el triunfo ante su compañero de Williams, el australiano Alan Jones. Mucho tiempo pero no el suficiente para derrumbar recuerdos especiales de una de las coberturas más significativas de mi trayectoria periodística que además me dio la satisfacción inédita de ver a un compatriota ganar un Gran Premio. Un gusto que no se dieron otro colegas más jóvenes por esas casi tres décadas que están a punto de cumplirse de la última victoria de un argentino en el Mundial. Casi una generación.
Como olvidar aquellos momentos previos al Gran Premio de aquel domingo 29 de marzo de 1981 con ese chaparrón que cayó con los autos alineados en la grilla y que hizo cambiar de planes sobre los neumáticos a usar. El poleman Nelson Piquet insistió en dejar los lisos pese a los consejos del equipo de cambiar por los ancorizados. Todavía guardo en mi memoria el ampuloso movimiento de su índice en el clásico gesto de negación. Una nueva muestra de la conocida soberbia del brasileño. La pagó con su rápido retraso (terminó 12 a dos vueltas) que le hizo perder las grandes chances que tenía sobre ese Brabham BT 49 tan veloz pero tan polémico por su cuestionada suspensión hidroneumática. Fui testigo privilegiado de todo esto en la misma grilla que transité sin problemas con una credencial común. Eran otras exigencias las de aquella la F 1 de los 80, donde también habitaba Ricardo Zunino y buscaba hacerse un lugar Miguel Ángel Guerra, ¡Tres argentinos en un mismo Gran Premio! Y pensar que ahora nos conformaríamos con uno solo aunque sea como simple tester.
Como olvidar ese ambiente de tensión que comenzó a instalarse en el box de Williams a medida que pasaban las vueltas y Lole no bajaba el contundente ritmo que le permitía tener controlado a Jones con una diferencia promedio de cuatro segundos. Una tensión que trepó cuando, primero un auxiliar, y luego Charles Crichton Stuart, un ex piloto inglés que en 1966 ganó en Buenos Aires una carrera de F 3, le colocaron a Lole el cartel JONES-REUT que el argentino ignoró. El clima se hizo más pesado cuando Frank Williams vio que un hombre con la bandera a cuadros se dirigía a la llegada y la bajaba ante el paso del Williams FW 07C número dos cuando faltaba a un giro porque ya se habían cumplido las dos horas reglamentarias.
Como no olvidar el gesto de Reutemann al arribar a boxes. Su cara que hizo recordar al chico que por primera vez se hizo la rata en el colegio y llega a su casa lleno de culpas y persecuciones. La preocupación de su apoderado Domingo Cutuli con un repetido “hay un contrato, hay un contrato…” con el que superponía su temor al futuro por sobre la alegría del presente con el triunfo de su piloto que le permitía instalarse al frente del campeonato junto a su coequiper Jones con 15 puntos. Cutili buscaba la comprensión de Miguel Ángel Merlo, ese gran periodista injustamente poco reconocido.
Tampoco se me fueron de la mente los saludos de compromiso del aún vital Frank Williams y Jones a Reutemann. Saludos fríos que precedieron a declaraciones calientes. “Se puso una orden porque eso era lo establecido en el contrato” aclaró Williams. “Desde ahora Reutemann es un enemigo más” largó un furioso Jones antes de meterse en su box y dejar vacío el segundo escalón del podio que Lole sólo compartió con Riccardo Patrese, el tercero en la carrera. Algo impensado en estos años ¿Te imaginás por estos días que un piloto falte al podio? ¡No! Aquellos años dejaban lugar para reacciones más humanas por sobre los compromisos del incipiente marketing.
Frank Williams, nunca aceptó comerse la galletita del triunfo del Lole, habiendo un contrato de Nro.2 de por medio y mas aun con el gordito Alan Jones calentándole el oído. Simplemente dejó que las carreras de ese año fueran transcurriendo hasta que,un par de GP antes del final en Las Vegas, obtuvo el título del Campeonato de Construtores-muy válido para negociar contratos publicitarios- y de allí en adelante, dejarlo a Carlos, abandonado a su suerte. No hay que dejar de tener en cuenta,además que nunca Frank Williams-junto a su diseñador y socio Patrick Head- permitirían,como buenos ingleses que son,que un suizo alemán de origen sudamericano gane un Campeonato Mundial habiéndoles desobedecido.
Gracias por todo Lole!!! Perdón por haberte criticado en algún momento de tu campaña. Sos casa vez más grande. Lo vemos ahora que tal como siempre de manera tan clara explica el autor de la nota, nos conformaríamos con un tester en F1 y vos nos diste inumerables podios. Sólo te pediría algun aporte desde tu experiencia, hacia el automovilismo nacional.-
Igualmente…Le faltó rebeldía en Las Vegas… Con encerrarlo a Piquet era campeón.. Como hicieron los grandes ídolos Senna, Prost ,Schumacher entre otros…Ah nooo, paráaa…!!!! de eso no se habla…