LOS PLANETAS NO SE QUERÍAN ALINEAR, NO HABÍA CASO.
A la notoria falta de rendimiento que adolecen los Alpine, en particular el de Franco Colapinto, dicho sin intención alguna de tejer una historia de intrigas y sospechas, especialidades de argentinos no sólo en los deportes; en la clasificación para el Gran Premio de España de Fórmula 1 insinuó recuperarse de los pobres resultados más recientes.
Pintó para saltar la valla de la Q1, para instalarse entre los 15 pilotos más rápidos que escalan a la Q2, meta que hubiera sido un soplo de aire puro para comenzar a dejar atrás los fallidos en Mónaco, siempre atrapado en el último lugar, recompuesto de alguna manera con el 13º puesto en el Gran Premio, en base a un manejo aplomado sin buscar los límites ante la necesidad de llegar y completar el tortuoso recorrido callejero.

Pero, cuando en la Argentina frente a los televisores le hacían el aguante incondicional una vez más los argentinos, a la par de los presentes y enferorizados ubicados en el Autódromo de Montmeló, para que se metiera entre los 15 más veloces y así continuar en la Q2, el Alpine número 43 se detuvo, «algo pasó en la caja o el embrague», atinó a transmitir Franco al equipo por radio, con la bronca e impotencia reflejada en el golpe que le dio al volante con las manos o, al bajar el coche el puñetazo a una goma del auto. Concluída la actividad, un rato más tarde el equipo Alpine hizo saber que el inconveniente en el auto del argentino, había radicado «en la transmisión».
"¡No lo puedo creer!", Colapinto frustrado arriba del Alpine detenido, se lleva las manos a la cabeza.
Allí se esfumó la chance de seguir batallando arriba de un Alpine que mostraba mejoría. El día inicial, el coche había tenido una falla «hidráulica» que lo inmovilizó en el tramo inicial de las prácticas. Reparado para cumplir con el cronograma sabatino, y cuando sólo había completado tres vueltas promisorias, más cercano a los indomables McLaren siempre dominantes y a su compañero Pierre Gasly a quien superó en los cronómetros en un pasaje, sobrevino otra falla. Ocurrió a falta de menos de cuatro minutos para la culminación de la tanda, Colapinto salió desde la calle de boxes a pista y el auto comenzó a frenarse, y se acabó. El pasaje hizo lentificar el tránsito de otros autos y lo llevó a recibir la crítica de Carlos Sainz. La confiabilidad del monoplaza manejado por el pibe, esencial al momento a la par de una performance digna, a la basura.

A esa altura previa a la falla, «en líneas generales, el ritmo del coche se notaba bien en la sesión; fue lo mejor que sentí desde que comenzó el fin de semana, lo que resultó una evidencia del trabajo hecho por el equipo para cambiar la situación desde el punto en el que estábamos el viernes, y desde ya, partiendo de donde arrancamos el día, necesitabamos echar un vistazo a lo que era posible hacer con la estrategia para la carrera, todos saben que es bastante complicado adelantar en Montmeló», detalló más adelante Colapinto sin dejar de lamentar la oportunidad perdida para «progresar y porqué no pasar a la Q2».
Ubicado 19º, largaba 18º el Gran Premio de España, apenas dos escalones antes del último. ¿La razón?, no corría Lance Stroll (partía 14º) por una lesión en la muñeca que obligaría a una operación
Sin embargo, y pese a no abandonar la retaguardia y frente a los inconvenientes en el auto más inoportunos imposible, Colapinto debió centrarse en dejar atrás rápido su amargura, para apoyarse en la ilusión de retomar en la carrera, en una senda mucho más propicia en la mitad del pelotón al menos, en ganar más confianza y, porqué no acaso, escalar más pese a que Montmeló es otra de las pistas poco amigables con los sobrepasos.
Es bien dura la vida en la Fórmula 1, ¿no es así Franco?
Fotos: Imagenes F1TV