UN CAMINO COMPLICADO.
El Dakar es algo único, especial, dentro del ambiente de las competencias internacionales. Tiene ese encanto especial que en la Fórmula 1 posee el Gran Premio de Mónaco o en el Mundial de Resistencia, las 24 Horas de Le Mans o en IndyCar, las 500 Millas de Indianápolis.
También como carrera especial, única, el Dakar posee sus propios códigos y exigencias. Son tan particulares que generalmente no garantizan éxitos por encima de los múltiples pergaminos con los que el piloto llega al desafío. Como buen y actual ejemplo, está el de Sebastien Loeb,. Nueve veces campeón mundial, ganador de 80 rallies mundialistas, logró varios podiosen el Dakar, pero todavía falta en su nutrida victoria de trofeo del Touareg mayor que premia al vencedor del Dakar y que este francés próximo a los 49 años (lo cumple el 26 de febrero, persigue desde su incursión inicial en 2016.
Como vienen las cosas en ese 45° Dakar, ese trofeo seguirá faltandoen las vitrinas de Loeb, ya que sobre el Hunter del Bahrain Raid Xtreme que comparte con su navegante Fabien Lurquin, el francés marcha 5° tras la 7ma etapa, a 1h 54m 17s del cómodo líder Nasser Al Attiyah (Toyota). Hasta ahora las cosas no le han sido fáciles a Sebastien que en la segunda etapa tuvo cuatro pinchaduras de neumáticos y en la quinta sufrió u espectacular vuelco (foto de apertura), por un asumido error en el corte de una duna. Su principal alegría se dio con su triunfo en la cuarta etapa.
«Debemos tratar de seguir mejorando en la clasificación general, hay mucha diferencia en la parte de arriba, pero el rally es largo. Por supuesto que Nasser está muy lejos pero veremos qué podemos hacer porque el Dakar nunca está acabado hasta el final. Es complicado, largo y puede pasar cualquier cosa» señala con una pizca de optimismo más basada en sus deseos que en la realidad