OTRA FABULA K
En 2002, José María López había ganado su primer título en el automovilismo internacional, el torneo italiano de la Fórmula Renault 2000, derrotando en el camino a un piloto que hablaba el idioma local como un nativo, pero que venía del este de Europa. Nacido en Cracovia, Robert Kubica, un año y medio menor que el cordobés, veía postergado su sueño y hasta hipotecado su futuro. La derrota marginaba al polaco del Renault Drivers Development, el programa de jóvenes pilotos de la casa francesa, cuyo tope era el equipo de Fórmula 1.
La carrera de López se disparaba, la de Kubica se hundía. Mientras el cordobés ganaba el título de la Fórmula Renault V6 en 2003, el polaco se quebraba un brazo en un accidente de tránsito (¡y ni siquiera iba conduciendo!). Dentro de la esfera Renault, el argentino tenía destino de Fórmula 1; fuera de allí, el joven piloto del Este hacía denodados esfuerzos para sostenerse: su manager, el italiano Daniele Morelli, recorría Polonia de un extremo a otro buscando sponsors sin conseguir un mísero zloty. ¿Suena conocida esta historia?
Todavía se recuerda aquella carrera de Imola: record de vuelta en un giro, palo en el siguiente. Pechito arrancaba en la Fórmula 3.000 con un futuro interesante, pero los resultados no eran los ideales al final de la temporada. Kubica hacía su segundo año de Fórmula 3 con un segundo lugar en Macao como resultado llamativo.
Mientras en 2005 López concluye varios ensayos con el equipo de pruebas de Fórmula 1 de Renault, bajo el consejo de Morelli Kubica se lanza a la World Series de Renault, y gana el título como dos años antes el cordobés. Eso le significa su primera prueba a bordo de un auto de F-1. Hay reticencia en la casa francesa: ¿tener que probar a un piloto que habían despedido dos años antes? No era señal de fortaleza. Morelli tuvo que moverse para conseguir que la oportunidad se hiciera realidad.
Fue el 1º de diciembre de 2005, seis días antes de que el polaco cumpliera 21 años. No es López sino Franck Montagny, el piloto de pruebas oficial del equipo, al que le ponen como medida. El horario matutino de los ensayos, de 9 a 13, es el que Renault impone como suficiente, despreciando la tarde. Obvio: en esa época del año, a esa hora de la mañana, aunque nunca nieve hace frío en Montmeló, en Barcelona. El polaco sale a la pista pero en su primer contacto con el Renault R25 tiene evidentes problemas para calentar los neumáticos, conseguir grip y ganar en velocidad.
Se sube Montagny. Calienta sus neumáticos y marca sus tiempos. El sol trepa en el horizonte, la pista recupera calor. Y Robert se pone a tono. Y baja sus tiempos. Y consigue bajar el mejor registro de Montagny.
Con un detalle: está usando un único juego de cubiertas.
El ingeniero a cargo del test decide hacer la última prueba: calzarle neumáticos nuevos y mandarlo a bajar el record de la pista. Solo el aceite derramado en el asfalto por otro auto en el último parcial del trazado le impide concretar el registro. Había bajado los dos primeros parciales… Hay una pequeña revolución dentro del equipo: ¡hay que contratar a este polaco!
Sin embargo, a la semana, Kubica firmaba contrato con Sauber-BMW.
¿Qué había sucedido?
Renault le ofreció un contrato, sí. Se lo ofreció el mismo Flavio Briatore. Solo que la oferta tenía una condición: Kubica debía despedir inmediatamente a Morelli y contratar un nuevo manager.
El mismo Briatore.
El polaco se negó y Morelli contactó a Sauber. Renault impuso una fecha tope para aceptar el contrato. Sauber demoraba en contestar. “Fueron los cinco días más terribles de mi vida” reconoce hoy Morelli. Pero lo sucedido en el test ya había alcanzado los oídos de Peter Sauber y, sí, BMW tenía interés en un piloto del Este de Europa para abrir nuevos mercados. Morelli consiguió la data del test con Renault y se la mostró a Sauber. Lo contrataron sin siquiera probarlo en uno de sus autos.
Lo demás es historia conocida. En 2006, Kubica debuta en Fórmula 1 a bordo de un BMW-Sauber, y en su tercera carrera, el GP de Italia en Monza, ¡termina en el podio! López, en cambio, deja de ser piloto del Renault Drivers Development.
El ingeniero de aquel test de diciembre de 2005 era Bob Bell, el mismo que hoy es director general de la escuadra Renault