INCREIBLE PERO REAL.
Es saber que paradójicamente hay que «agradecerle» a la peste que es el coronavirus, el regreso del Turismo Carretera al Oscar y Juan Gálvez y luego de un par de años. Si, como lo lees. ¿O no te acordás que pasar por Buenos Aires no estaba en la agenda original 2020 de la ACTC, por diferencia económicas y
logísticas con los responsables del autódromo porteño?
La dramática irrupción del coronavirus complicó todo, y la imperiosa necesidad de encontrar escenarios adecuados a las limitaciones sanitarias para retornar a la actividad, movilizó ese acuerdo que en épocas normales no se alcanzó con reuniones y gestiones.
No se cuestiona el acuerdo. Por el contrario fue la decisión adecuada para salvar la situación. En función de futuro debe tomarse como una buena base para cuando esta pandemia haya pasado, y ojalá pronto, la presencia del TC en el Gálvez vuelva a convertirse en una cita infaltable en su calendario como lo era tiempo atrás, sin depender de situaciones extremas.
Nadie niega estos que son tiempos en los que las elecciones de los circuitos están condicionadas por factores económicos, que en muchos casos hacen depender de aportes de las gobernaciones provinciales. Se entiende. Sin embargo esta realidad no debe
hacer olvidar tradiciones ni dejar de lado el sentido común. Y esas tradiciones y el sentido común indican que la categoría más importante y popular de Argentina, como sin dudas es el TC, no debe saltear en su calendario el paso por el escenario más emblemático e histórico del país, como también sin discusiones es el Gálvez. Un autódromo que casualmente lleva el nombre de los grandes referentes que muestra el TC en su extensa y rica historia.
Escuchar a los pilotos relatar con entusiasmo las agradables sensaciones que vivieron el fin de semana pasado por volver a correr en el Gálvez, es un hecho que tampoco debe pasar inadvertido para convertir en definitivo el regreso. Los verdaderos corredores disfrutan con esas altas velocidades que encuentran en el circuito número 12, con esa diversidad de desafíos que en una vuelta enfrentan en la S del Ciervo, el Curvón Salotto, la chicana de Ascari, la Horquilla. Todo promediando los 220 Km/h, con marcas topes que llegan a los 275 Km/h, en un festival de velocidad que incluye la permanente sensación de riesgo. Dos elementos, velocidad y riesgo, la verdadera esencia de las carreras de autos. Y ni que hablar de cómo el público percibe y disfruta esas situaciones. Un público que estuvo ausente por las limitaciones impuestas por los protocolos, pero que en algún momento regresará. Ojalá sea pronto.
Volvió el TC a Buenos Aires. Enhorabuena por encima de las circunstancias. Ahora habrá que trabajar y acordar para que correr en el Gálvez, vuelva a ser una costumbre surgida de los auténticos deseos y no de la urgencia de las necesidades.
fotos: Prensa ACTC
la carrera fue aburridisima, muy pocos sobrepasos, talvez con la chicana sea otra cosa, pero como pasa en muchos casos, no se pasan ni a palos.
De acuerdo Cristian que fue lineal la carrera,pero prefiero 100 veces ver una carrera lineal en el Galvez en vez de verla en Neuquen,Viedma o La Plata.Lo mismo vale para Rafaela Termas o Toay.Son pistas que NO pueden faltar en el calendario.Ojala algun dia el TC se le anime al Zonda.Es mucho pedir?