UNO DE ESOS que fueron distintos, de esos que edificaron la historia enorme del automovilismo.
José Froilán González, el último ícono que nos quedaba ha muerto. Un grande de esos que costará empardar, memorioso el mundo de los fierros en el mundo nunca dejaron de reconocerlo y rendirse ante lo que dejó arriba y abajo de los autos de carrera, tal vez más que en su propio país.
Que va, mucho se ha de escribir y hablar de Froilán, de sus proezas, de sus inolvidables triunfos, del significado que tuvo haber sido el que hizo ganar por primera vez a Ferrari en Fórmula 1.
Un caballero, simple, llano; un ser humano de esos a los que no sólo habrá que valorar y revalorizar como ahora, cuando ya no está, si no que hubo que hacerlo mientras estuvo entre nosotros como lo mereció. Y por cierto pudo comprobar el afecto que cosechó a lo largo de una vida que, Froilán, vaya si valió la pena vivirla.
Por C.S
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