NO ES EL ÓVALO, PERO…
… llegar a Rafaela, siempre genera una sensación especial. La sensación de una elevada adrenalina por esa velocidad que es símbolo del automovilismo, y que Rafaela representa como ninguna por historia y por su denominación de Templo de la Velocidad. Aunque en los últimos tiempos esas chicanas impuestas en nombre de la seguridad, le hayan quitado la propiedad de algunos récords de velocidad en favor del circuito 12 del Gálvez y del pampeano trazado de Toay.
Igual Rafaela tiene algo especial que la hace siempre atractiva, más allá que su infraestructura siga debiendo su adecuación a las exigencias del automovilismo actual. A esta Rafaela llegó el Súper TC 2000 con la esperanza de entregar un espectáculo atractivo, y de superar con éxito el riesgoso examen para la confiabilidad de sus motores. A esta Rafaela arribó como holgado líder (33 puntos) un Facundo Ardusso, quien advierte “por la aerodinámica de nuestros autos es un circuito donde nos cuesta ser competitivo”, y sus principales rivales, léase Matías Rossi, Agustín Canapino, Leonel Pernía, con intenciones de recordar las diferencias.
Ha llegado otra vez Rafaela y vale, aunque la promesa del retorno al óvalo siga postergado vaya a saberse hasta cuándo. Así cada vez más lejos en el tiempo va quedando ese último antecedente de 2005, con la espectacular carrera que ganó Gabriel Ponce de Léon, actualmente fuera de la categoría. Y mucho más lejos quedaron esos años con menos tecnología y mediatismo pero con la pasión y coraje de pilotos que se le atrevían al óvalo.
Fotos: AIF