DOBLA, PERO…

¿SE QUIEBRA?



Por Pablo Vignone


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Michael Schumacher nació en 1969. A los 23 años enfrentaba su primera temporada completa en la Fórmula 1. Necesitó dos años más para lograr el título del mundo, cuando tenía ya 25, en 1994. La muerte de Ayrton Senna, sin duda, facilitó la consagración del piloto alemán, que logró la corona aún después de haber cometido varios errores a lo largo del año.

Lewis Hamilton nació en 1985. A los 23 años enfrentaba su segunda temporada completa en la Fórmula 1. La inicial resultó ser una escuela formidable, una pelea sin cuartel con su compañero de equipo Fernando Alonso que terminó cuando ambos se quedaron con las manos vacías. Esa segunda, en 2008, también registró algunos errores de Hamilton, que recién se sintió campeón en la última curva de la última vuelta de la última carrera de la temporada.

Sebastian Vettel nació en 1987. A los 23 años enfrenta su tercera temporada completa en la Fórmula 1. A diferencia de Schumacher, que solo tenía seis Grands Prix bajo el cinturón, o de Hamilton, que llevaba 17 carreras de F-1, el alemán llegó a 2010 con 42 Grands Prix de campaña, con 5 triunfos en su vitrina.

Indudablemente, Vettel es propietario de una experiencia de la que ni Schumacher ni Hamilton gozaban a la misma edad. Pero, ¿significa eso que está entonces lo suficientemente maduro como para ser campeón del mundo?

A comienzos de la temporada, era el principal candidato de su equipo, RedBull, a quedarse con el título del mundo. Pero no lo gana como se esperaba. Su compañero Mark Webber lo está venciendo. En el cómputo de las victorias, el australiano triunfa 4-2. Y de las siete pole-positions que logró en los 13 Grands Prix que se llevan disputados, solo una pudo trocarla por el triunfo, en Valencia.

¿Se está quebrando bajo presión?

Eso sugieren los datos disponibles.

En Spa-Francorchamps, el circuito más desafiante de la temporada, Webber marcó la pole pese que, en principio, los RedBull no eran los favoritos para ello. Luego aseguró el segundo lugar. Vettel, en cambio, largó cuarto, protagonizó dos incidentes serios con Jenson Button y Vitantonio Liuzzi, tuvo que pasar cinco veces por los boxes (una para cumplir con un pase y siga) y terminó en un pálido 15º lugar final, su peor clasificación del año.

Por supuesto: es muy fácil decir que la presión lo puede. ¿Es posible demostrarlo?

Estambul, Turquía, séptima carrera del año, 30 de mayo pasado. Webber lidera, Vettel viene segundo, Hamilton presiona desde atrás. Se produce el toque que nadie olvida entre los dos pilotos del equipo de Milton Keynes. ¿Recuerdan la razón que dio Vettel para justificar su maniobra? Quería pasarlo a Webber antes que Hamilton, que venía más atrás, los superara a los dos…

Spa-Francorchamps, este domingo que pasó. El toque con Button posee casi la misma mecánica que aquel de Estambul. Sucede en una frenada, Vettel es perseguidor pero… siente que tiene que superar a su rival porque lo apuran de atrás. Lo presionan. El perseguidor se siente perseguido. Esta vez no son Hamilton y su McLaren sino el polaco Robert Kubica con su renovado Renault, equipado ya con el “Conducto F” que le permite ser más veloz en las rectas y con el mismo motor que el RedBull.

Lo explicó luego claramente el mismo Vettel: “Era más rápido que Jenson, tenía que pasarlo antes de que Robert se acercara más, sabía que él nos iba a pasar en la recta porque no somos los autos más veloces”.

¿Hay un patrón allí? ¿A Vettel lo preocupan más, en estas circunstancias, los autos que vienen atrás y no los que van adelante? No se puede apelar a la figura, pretérita ya, de que “corre mirando los espejos”. En la F-1 los espejos son tu propio ingeniero de pista, que te tiene al tanto permanentemente de lo que pasa alrededor tuyo (en la IndyCar o la NASCAR existen los “spotters” para que el piloto solo se concentre en mirar hacia delante). Pero eso… ¿no supone entonces una presión extra, adicional, una urgencia constante por empujar a Seb hacia el mejor resultado?

“Mark Webber es nuestro principal rival. Está más cerca, es fuerte, está manejando bien. Pero me parece que a ellos les gusta más su joven piloto, así que dudo que apoyen decididamente a Webber” Martin Whitmarsh (McLaren)

Está claro que en RedBull hay favoritismo; lo dice Webber, que como compañero de equipo es tan duro como lo fue Fernando Alonso en el primer año de Hamilton en McLaren, pero mucho más competitivo que Heikki Kovalainen, el coequiper del inglés al año siguiente, en el que Hamilton ganó el título. RedBull empuja y empuja a Vettel, que sin embargo no ha podido imponer su condición tácita de primer piloto. Basta recordar la largada de Silverstone (cuando Webber lo dejó sin espacio vital en Copse, la primera curva de la carrera), y el error de Hockenheim, cuando no respetó la distancia necesaria respecto del auto de seguridad y fue penalizado, entregándole la carrera en bandeja a las Ferrari de Felipe Massa y Alonso (aunque luego el resultado final fuera el inverso).

Mientras lo defiende, Christian Horner, el director deportivo de RedBull, acerca posiciones a nuestro punto de vista: “Es un gran piloto, pero todavía muy joven y es fácil se muy crítico con alguien al que le falta, relativamente, experiencia. Seguro que aprenderá de lo sucedió”. Horner ha tenido más de un choque con Herr Doktor Helmut Marko, el ex piloto austríaco que descubrió a Vettel y opera en el equipo como el representante de Dietrich Mateschitz, el magnate dueño de RedBull.

Ron Dennis lo ha tachado de “impetuoso”. Martin Whitmarsh lo apodó “el chico accidente” (“Crash Kid”). En el paddock de la F-1 le toman el pelo llamándolo “El escolar”. Todavía no aprendió del todo a superar a los rivales sin ponerlos en peligro. En ese sentido, es inferior a Hamilton, que balancea su carga de agresividad con una llamativa precisión.

¿Se despidió Vettel del Mundial 2010? En este momento, cuando quedan seis carreras para terminar, está tercero en el torneo, con 151 puntos, 31 por detrás del líder Hamilton, y con 28 menos que Webber. Quedan, exactamente, 150 puntos en juego. De manera que las ilusiones no han sido canceladas. Pero Vettel no solo tiene que derrotar a ambos rivales, sino también imponerse a las ambiciones de un equipo que ha hecho de todo para llevarlo a la cima y quiere urgente recompensa. Manejar esa demanda, es dado intuir, se hará más complicada que conducir el auto más exquisito y rendidor de la Fórmula 1 del 2010…

Foto: Adam Cooper

2/8/2010


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