LA PEOR DE TODAS

Venía con grandes tragedias mediáticas aquel verano de1988 en la Costa Atlántica. El 14 de febrero en Mar del Plata, el ex campeón mundial de box, Carlos Monzón, discutió con su esposa Alicia Muñiz quien murió tras caer de un balcón en el chalet de Parque Camet. Tres semanas más tarde, un nublado 5 de marzo, Mar del Plata despertaba asombrada con la noticia de la muerte de Alberto Olmedo al caer del 11º piso del edificio Maral 39 en confusas circunstancias. El  capo-cómico disfrutaba por entonces de uno de los puntos más altos de su carrera artística y tal como pasó con Monzón, su desgracia conmocionó al país.

Asi quedó el Dodge de Edgardo Caparrós, tras el alocado despiste que sembró destrucción y muerte

Un día después que el trágico final de Olmedo monopolizase la atención popular, el TC llegó al circuito Benedicto Campos de Necochea para cumplir su segunda fecha. El campeonato había arrancado en el semipermanente de Santa Teresita con polémicas  y con Oscar Castellano su inicial ganador, objetado por problemas técnicos en su anaranjado Dodge. Recién el jueves anterior a la carrera de Necochea se conoció su exclusión y que Roberto Mouras era el nuevo vencedor.

“Vayan más atrás, vayan más atrás, por favor …”. Tenían la severidad  de las órdenes pero también contenían las angustias de los temores, los  pedidos que Eduardo Pereyra el habitual comisario deportivo de aquellos años realizaba al público para que retornase a ubicaciones seguras. En su recorrida sobre un auto particular, Pereyra se detuvo en varios lugares para lanzarles el pedido y advertirles que “si no obedecen, no se largará la carera”. El sector previo a la rotonda que desembocaba en la recta final no fue la excepción. Tampoco se diferenció de otras zonas donde tras el acatamiento inicial, con algunos  insultos incluidos,  y una vez que el auto de los comisarios deportivo seguía su marcha, buena parte de ese público regresaba a las peligrosas ubicaciones en las cercanías de la ruta.

La carrera  se largó en una soleada y agradable mañana y las dos series se disputaron sin problemas con triunfos de Osvaldo Morresi  (Chevrolet) y Oscar Angeletti (Dodge). También reinó la normalidad en el repechaje donde podían encontrar un par de lugares para la final los desafortunados de la series. El teórico podio de ese repechaje mostró a dos pilotos que con los años llegarían al trono de la ACTC. Ganó Oscar Aventin (Ford)  y tercero fue, su sucesor y actual número uno en la calle Bogotá 166, Hugo Mazzacane, conductor aquel día de una coupé Chevrolet.

Desesperadas corridas marcaron los momentos de confusión que siguieron al trágico despiste del Dodge de Caparrós.

Por su extensión (6.572 metros) el circuito de Necochea estaba más cercano a un autódromo que a uno de los semipermanentes clásicos. La cercanía de los boxes con la zona de la rotonda permitía mediante un breve caminata tener desde esa zona de la rotonda, donde doblaban los autos para encarar la recta final sobre la Ruta 88, una buena visión para completar el relato radial, indispensable en esos años para seguir el desarrollo de la carrera. No era mucho pero era algo.

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Dese ese lugar quien esto firma vió, junto a otros colegas, llegar a los autos a más de 200 Km/h. desde la recta de la Avenida Almirante Brown para bajar velocidad y cambios y encarar la rotonda. Asi normalmente durante 14 vueltas. Hasta que llegó la 15ª y la monotonía se quebró al ver un auto , que en enseguida se supo era el Dodge número 4 de Edgardo Caparros, romper esa veloz línea recta y como impulsado por una gigantesca mano invisible desviarse hacia la izquierda y proyectarse fuera de la ruta donde separados por apenas un alambrado estaba instaladas la gente y estacionadas las casas rodantes y vehículos. El primer impacto del descontrolado Dodge azul fue contra una casilla rodante para luego seguir su alocada marcha de destrucción y muerte.

“Hizo un desastre”, fue la exclamación coincidente entre los colegas recordando que ese lugar que invadió el auto de Caparrós era uno sobre los que las autoridades habían puesto más énfasis para la correcta ubicación del público. Como era habitual el caos se apoderó de la escena, mientras el deber periodístico nos empujó a desandar esos 400 metros que separaban la rotonda del lugar del accidente.

La ansiedad y el temor de lo que podíamos encontrar se cumplió con creces al llegar y ver una zona que parecía la que deja devastada una guerra aunque esto no era una guerra sino una carrera de autos. Una experiencia personal inédita y terrible fue caminar entre cuerpos inertes, carpas destrozadas, hierros desperdigados, parrillas desintegradas, trozos de asados tirados en la tierra, heladeras portatiles partidas y botellas rotas mientras se escuchaban gritos, llantos, quejidos y también ese silencio propio de la muerte que suele ser más fuerte que muchos sonidos.

Imágenes imborrables para siempre como también lo fue ver a Alberto Belloli, el acompañante de Caparrós, entrevistado por un periodista radial, y acostado sobre una tabla que servía de improvisada camilla. Externamente Belloli no parecía muy afectado pero pocos repararon en las lesiones internas que horas después lo sumaron a la lista de 13 víctimas fatales y 30 heridos que dejó el accidente. Caparros quedó herido y sobrevivió pero el impacto sicológico de tan tremendo accidente prácticamente terminó con su campaña deportiva. La rotura del neumático delantero izquierdo en el Dodge de Caparrós fue considerada oficialmente la causa del trágico despiste.

Mouras y Castellano fueron protagonistas destacados mientras la carrera resutó normal. Ganó Roberto, pero a fin de año Pincho se quedó con el 2º de sus 3 títulos.

Obviamente la carrera se interrumpió y se dio por finalizada con una vuelta menos. Sólo para las estadísticas quedó el triunfo de Roberto Mouras, el mismo Mouras que cuatro años atrás había sido declarado vencedor de otra competencia (Tandil) truncada por la muerte de Octavio Suarez y el mismo Mouras  que cuatro años más tarde quedó como  vencedor en Lobos de la carrera que se detuvo por su propia muerte…

La magnitud del accidente de Necochea, sólo comparable al protagonizado por Juan Carlos Navone en el Gran Premio 1960 en la rotonda de San Justo, trascendió las fronteras del país y hasta cruzó el Atlántico. El diario francés L´Equipe le dio un lugar en sus páginas y lo colocó entre las grandes tragedias del automovilismo mundial. En Argentina, la ACTC emitió un comunicado, con la firma de su presidente Juan Carlos Deambrosi, en el que aclaró que estaban dadas las condiciones de seguridad pero también reconoció que ante las características de este accidente esas condiciones no alcanzaban para garantizar en el futuro una total seguridad. Por lo tanto se decidió la suspensión de las carreras en ruta hasta que no se cumpliesen esas condiciones.

El accidente de Necochea tuvo gran repercusión periodistica, y derivó en acciones judiciales que se prolongaron varios años.

Muchos creyeron ver con esta decisión el fin de las carreras en ruta. Desconocieron la capacidad de movilización de la ACTC. Esa misma que apenas recuperado del fuerte impacto comenzó a verse con gestiones de sus dirigentes ante los altos niveles nacionales que le permitieron  volver a los semipermanentes siete meses después (9 de octubre) en Santa Teresita, el circuito que se convirtió en ícono de los semipermanente y donde recién nueve años después se firmó su certificado de defunción. No fue por ninguna otra tragedia sino por el ya incontenible avance de las transmisiones televisivas.

Muchos de los actuales pilotos del TC, entre ellos el campeón Agustín Canapino, no habían nacido hace tres décadas. Desde el enfoque actual seguramente les costará comprender lo que pasó en Necochea aquel trágico 6 de marzo de 1988 .Pero pasó y forma parte de esa historia donde entre tanta pasión y gloria la tragedia también tiene su lugar

Por Miguel Sebastián

Foto: historiatc

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8 COMENTARIOS

  1. Soy de Venado tuerto y recuerdo cuando un niño de unos 7 años aproximadamente cuando íbamos al taller con mi viejo a ver el auto que se hacía en el taller de «baldi» como se lo conoce en venado. Tuco la oportunidad de ganar día carreras previo al accidente e íbamos por la madrugada a recibirlo a la curva de Pastorino y de ahí al parque español a festejar. Era una revolución teceista en esos años y más para una ciudad del interior porque «baldi» nos representaba. Un día domingo eso se terminó por el accidente de Santa Teresita. Pero en mi sigue el recuerdo imborrable de un luchador que con la ayuda de amigos y la gente de la peña se hacía un TC en el pueblo.
    Ese es el TC q tanto nos gusta pero q no se va a volver a ver lamentablemente.

    • El accidente fatal para Baldi fue en Necochea…Santa Teresita fue la primer carrera del año que había ganado Castellanos, luego descalificado y quedó como ganador Roberto Mouras…

  2. Tragedia sí, accidente no. Consecuencia. Como lo fueron todos y cada uno de los accidentes de ruta y de algunos autódromos.
    Todos y cada uno de los periodistas y organizadores sabían, supieron y saben de los riesgos que se corren en autódromos circuitos y caminos donde transita el automovilismo Argentino.
    Lo mismo en Balcarce en la última del t.c. . TODOS. sabían a dónde ivan, que verían, y dónde correrían. No escuché una sola voz que se oponga.
    Hicimos el mismo recorrido Sr..
    En aquel momento separaba y solo interrumpía la visual desde el parque cerrado o «boxes» una hoy inexistente estación de Servicios.
    El accidente fue provocado cuando el auto de E. Caparrós se despistó hacia la derecha no hacia la izquierda.
    Reventón de neumático izquierdo. Las Pericias así lo dictaminaron e in-situ se comprobó.
    Neumático que era una ruleta rusa utilizar, pocos paraban cuando sabían que no daba más por las bloqueadas. Mouras lo pagó con su vida.-
    Nota de color: Aventín llegó a la final por el repechaje. En su serie paró por algún desperfecto, y al estar en condiciones de volver a la ruta no estaba el acompañante¡¡¡ se subío cualquiera¡¡¡ eso sí, recuerdo se puso un casco¡¡¡ Pasaba eso y mucho más.
    La ACTC desapareció, nada extraño.
    La justicia lenta como la de nuestro País tardó más de veinte años¡¡¡¡ en dictaminar…
    Tragedia.

  3. Coincido en gran parte de lo decís. Yo dije accidente pero es como vos decís. Fue una tragedia y evitable por supuesto.
    Tengamos en cuenta también que era otra época y creo q el TC corría donde podía y no lo digo para defender a nadie .

  4. Recuerdo aquel accidente.
    Con el fin de los semipermanentes después de la muerte del Patito – el TC perdió su escencia.
    Nació para la ruta – el TC Pista es un engendro.
    La reglamentacion otro engendro.
    La ACTC manejada por gente oscura o con poca luz – como queran.
    Sigo las carreras del TC desde 1966 – 53 Abriles – he visto cosas.
    Hoy los pilotos son muñecos que pueden ir con los brazos cruzados porque les manejan el auto desde boxes – exactamente igual que con la F1 – un desquicio.
    Saludos para el mundo fierrero

  5. Desde la ruta al alambrado había una distancia considerable, bastante diría yo, con la tierra arada, fue una desgracia a la que todos los que gustan del automovilismo saben se exponen. La prostitución de la ACTC después alejó las competencias de las rutas, matando el folklore, la mecánica, las peñas, los pueblos apoyando, los acompañantes, la posibilidad de ganar de todos aunque no llegues primero, una lástima, y lo peor que la gente cree que ahora es mejor, como el futbol donde todo se vende y se compra.

  6. En esa época la seguridad no se tenía en cuenta, ni en los autos ni en los circuitos, ni para el público ni para los pilotos. Y no era algo que solo ocurría en Argentina. Recuerden solo un par de anos antes los terribles accidentes de los grupos B de rally en Europa, con la gente al borde del camino.
    Es verdad que la esencia del TC estaba en la ruta y que su gente lo apreciaba así. Por eso no puedo entender como rechazaron (el propio público) correr nuevamente en Potrero de los Funes que es lo más parecido a correr en ruta. Por ahí decían que era que no podían hacer un asado…. O que veían pocas veces pasar a los autos (como si en los semipermanentes hubiese sido distinto).
    Más allá de eso hay que decir que los dirigentes de la ACTC (que eran los mismos pilotos) fueron bastante burros en todo lo que era elección de circuitos, diseno de chicanas (recuerden en ese mismo 1988 la que hicieron en el Cabalén), hacer taludes, etc, etc.
    Y eso es algo que con el tiempo se ha mantenido, incluyendo temas tan increibles como mantener el reglamento tecnico con autos pesando más de 1300 KG cuando se los podría haber alivianado mucho y así hacerlos frenar mejor o en todo caso si se despistan o chocan otro auto, ser menos daninos.
    Yo creo que el principal problema que tuvo y sigue teniendo el TC es la ACTC misma, que se autoregula y se ha convertido en una secta mafiosa que da lugar a personajes nefastos como Aventín y Mazzacane por ejemplo.
    Saludos.

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